Mauricio Aira – Bolivia Info
Cuando el régimen administrador del Estado muy discretamente trata de acomodar su accionar al mínimo de exigencias planteadas por el Departamento de Estado de EEUU (Cancillería), tres temas principales están bajo la lupa. El narcotráfico, los DDHH, el Estado de Derecho.
En el primer punto se advierte la persistencia del comercio ilegal en todas sus formas, la siembra de la hoja de coca, la fabricación de cocaína, su comercialización dentro y fuera del país. Con mayor nitidez se percibe que “la madre de todos los males” está en el fomento a la producción de la coca sea bajo la ilusión de su industrialización y de un futuro consumo masivo de la yerba convertida en infusión, medicina, materia prima para los cosméticos cuando lo evidente es que, no existe hasta ahora un solo estudio científico que califique a la hoja como elemento no nocivo para la salud, mal que les pese a los cocaleros la hoja sigue siendo perniciosa, materia básica para el estupefaciente mortífero que causa inconmensurable daño a la salud humana. Lejos está por tanto un cambio en la línea de NNUU condenatoria a la hoja que seguirá siendo considerada “maldecida”, en tanto que los originarios se empeñan en calificarla de “la bendita hoja legendaria”.
En cuanto se refiere al proceso de fabricación los medios reflejan casi a diario, los frecuentes hallazgos de la pasta base o del producto ya cristalizado sea en los sitios de fabricación o cuando está siendo transportado para su exportación especialmente a los mercados de centro América o Europa vía Brasil, Argentina y eventualmente por Chile. Poco se informa del aumento del consumo interno especialmente entre los jóvenes y los adultos jóvenes y hasta de su distribución y venta en escuelas y universidades. Informes recientes estiman en un incremento del 15% el consumo interno de cocaína desde la asunción de Evo Morales.
Alentados por la permisividad reinante en Bolivia, la ausencia de la DEA altamente especializada en la detección y el seguimiento de narcotraficantes, los carteles colombianos y mejicanos se han dado modos para instalar grandes factorías a nivel de producción industrial que han causado estupefacción por el volumen de cocaína que procesan, los decomisos han aumentando, lo que significa que la producción está en pleno auge, hoy en día sin el control ni los recursos suficientes para la interdicción que tradicionalmente alimentaba la asistencia norteamericana.
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Las iniciativas expresadas por funcionarios de Gobierno, si acaso no el mismo Jefe del Ejecutivo, para derogar la Ley 1008 que hizo posible un resultado bastante eficaz de la lucha contra el delito del narcotráfico, lo que resultaría en pulverizar el último obstáculo para el desenfreno total en la producción de la droga. La crítica de haber encontrado en los archivos del Palacio de la controvertida Ley en idioma inglés hace algunos días, fue el motivo para que Morales adelantara su desagrado aunque no pasó de allí, en atención a la posible normalización de relaciones entre EEUU y Bolivia como resultado de las aproximaciones en Trinidad Tobago y “el coqueteo” con el Presidente Obama.
Se suma al cuadro descrito la visita del veterano luchador por la Paz contra las Drogas Jimmy Carter que benévolo y diplomático como es, trató de suavizar la tensión entre su país y el nuestro dedicándole frases galanas, inmerecidas, al mandatario indígena, cuando todavía no había conversado con los prefectos autonomistas, ni con Sabina Cuéllar, ni con el Senado opositor en una rueda de acercamiento para conocer de cerca la realidad del momento actual.
En el sitio pertinente al Departamento de Estado de la web, encontramos al menos 60 y tantos convenios entre EEUU y Bolivia pertinentes a la hoja de coca, la cocaína, la lucha contra el narcotráfico, acuerdos que han sido ratificados muchas veces para ofrecer asistencia a los organismos especializados de la sociedad boliviana, aparato judicial, colegiado de fiscales, policías especializados, tareas de inteligencia y asistencia eficaz para la interdicción en forma de equipo de transporte incluido avionetas, helicópteros, vehículos de tierra, vituallas, dinero en efectivo para los desplazamiento a lo largo de más de 20 años con una inversión extraordinaria elevada.
Salta a la vista que EEUU no está dispuesto a echar por la borda tanta contribución y tan grande esfuerzo en el terreno del narcotráfico y que hará todo lo posible para normalizar su relación con Bolivia y lo más importante para continuar con las tareas refrendadas por las varias centenas de convenios y los muchos millones de dólares que se han desembolsado. Es aceptable por ello que sostenga sus puntos de vista, que constituyen una Política de Estado, a los que no renunciará de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia.