Los contrastes Obama – Evo

Obama no se apoyó nunca en su condición de hombre proveniente de la minoría afroamericana para hacer política ni para discriminar y excluir a quienes no son como él.

image Editorial La Prensa



Ambos representan las aspiraciones de dos sociedades por un cambio en sus sistemas políticos y económicos agotados por la corrupción, la injusticia, la mentira y la desigualdad. Ambos provienen de mayorías o minorías segregadas y discriminadas por estructuras sociales que, desde una perspectiva, pueden clasificarse como racistas y de exclusión social. Ambos prometen un nuevo tiempo, con más participación e inclusión para todos. Evo Morales y Barack Obama, salvando distancias geopolíticas e históricas, tienen puntos en común que llaman la atención de propios y extraños.

Sin embargo, también aparecen las diferencias y contrastes, particularmente, en la forma de encarar una gestión de gobierno y su forma de ver el mundo para buscar una salida a sus problemas fundamentales. En cien días de gestión, Obama se distinguió rápidamente por mostrar una voluntad y una acción políticas hacia el diálogo, incluso, con los “enemigos” o “adversarios” tradicionales de Estados Unidos, la principal potencia militar, política y económica del momento en las relaciones internacionales. Las señales de apertura lanzadas a Irán, Venezuela y Cuba no dejan lugar a dudas, Washington busca una nueva forma de relacionamiento con el mundo tras una gestión, la de George W. Bush, que fue un desastre para la sociedad global.

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No pasa lo propio con Evo Morales, quien se ha distinguido por su política de confrontación. Con los países que considera “enemigos” tradicionales, caso Estados Unidos y Perú, y la falta de diálogo y pelea con los sectores sociales y regionales que no comulgan con su Gobierno, como es el caso de la Iglesia y los gobiernos departamentales opositores.

Un matiz de esta confrontación fue la instalación de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), bajo la égida del venezolano Hugo Chávez y el impulso de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. Sin embargo, también aquí se distorsionó un esquema subregional de integración y decisión política que, para el caso del presidente Evo Morales, no actuó sino como parte de la polarización que divide a los bolivianos.

Obama también dio pasos hacia una política económica con un fuerte peso del Estado en el sistema económico, mucho más luego de la inmensa debacle financiera desatada en el mundo, otra herencia negra de la gestión Bush. Sin embargo, a diferencia de Morales, quien también puso en marcha una política de nacionalización, el jefe estadounidense mantuvo intactas las reglas de juego y los incentivos al mercado como fuerza motor de la economía.

Pero lo más importante es que Obama no se apoyó nunca en su condición de hombre proveniente de la minoría afroamericana para hacer política ni para discriminar y excluir a quienes no son como él. Evo Morales no hizo lo propio, el indigenismo excluyente forma parte de la actual política gubernamental con enormes riesgos para la estabilidad democrática cuyo fin aún está abierto por los últimos acontecimientos.

Evo no es Obama, no podría serlo porque vienen de historias diferentes. Pero sus diferencias hoy llaman la atención más que sus coincidencias.