Las noticias que tienen que ver con la corrupción, la crisis económica y los peligros de fraude no se perciben en medio de la vorágine.
Mientras el Gobierno copa los noticieros de la televisión y los diarios con una historia mal contada, muchos otros hechos noticiosos han pasado a segundo plano o directamente no han aparecido en los escaparates de los medios de comunicación. La gente sólo habla de los supuestos extremistas y sus implicaciones. Las “pruebas” que vinculan a uno u otro ciudadano con actos de magnicidio, secesión y atentados explosivos, se fabrican con la saliva de unos testigos tan extravagantes como los sujetos que fueron acribillados a mansalva en el hotel Las Américas. A cada hora hay una sorpresa. La estridencia de las primicias parece alejarnos de una realidad que sigue su curso de manera inexorable y que de un momento a otro nos pillará por la espalda, absortos, presenciando la cartelera oficialista.
Ejemplos hay de sobra. Los más graves tienen que ver con la economía del país. En estos días se ha confirmado la estrepitosa caída de las exportaciones bolivianas, producto del derrumbe de los precios de los minerales y de los hidrocarburos. En el primer trimestre se registró una reducción del 27 por ciento, cifra que podría llegar al 40 por ciento a fin de año. Este pronóstico también se repite en los ingresos por la venta de gas, que según los expertos podría llegar al 52 por ciento. El Banco Central admitió ya que el crecimiento de la economía se verá afectado y que subirá el desempleo.
En el capítulo corrupción, que ocupó las portadas de los periódicos durante dos meses y que afectó seriamente la imagen del Gobierno, también surgieron novedades importantes. La semana pasada se confirmó que los 450 mil dólares que le robaron a un empresario que fue asesinado en La Paz, eran para pagarle una coima al ex presidente de YPFB, Santos Ramírez, preso en la cárcel de San Pedro. De la detención de otro jerarca de los hidrocarburos, Guillermo Aruquipa, se habló poco y nada, comparado con el escándalo que se armó en febrero. Tampoco se ha mencionado con detalle lo ocurrido con otro hecho escandaloso y su desenlace aún más vergonzante. Pese a todas las pruebas logradas por una comisión de la Cámara de Diputados, el oficialismo logró imponerse y salvar al ministro Quintana del caso de los 33 camiones. Hoy, quienes aparecen en el banquillo son los que denunciaron y cooperaron para que este hecho se esclarezca.
Un día antes de que se comience a rodar el thriller terrorista, la noticia dominante giraba en torno a la elaboración de un padrón biométrico para reducir las posibilidades de fraude que anidan en el registro electoral que ratificó a Evo Morales y que aprobó la constitución del MAS. El Gobierno ya se deshizo del cuestionado José Luis Exeni, pero hoy, con una Corte Electoral que brilla con caras nuevas y con mejores credenciales, las posibilidades de reinscribir a los electores parece una misión imposible y con un Poder Ejecutivo que hace todos los esfuerzos para tomar la senda trillada por el fraude. Estos son apenas algunos hechos de esta Bolivia llena de sorpresas que por ahora aparecen detrás de las bambalinas de una campaña que empezó con ruidos de bombas, ametralladoras y sangre regada. El gran público está –como en el circo romano-, con el pulgar preparado para expresarse.