Narcotráfico: auge que lastima

Abrumada de trabajo y sintiendo la escasez de recursos humanos y de equipos apropiados, empezando por personal, medios de comunicación y transportes y desde luego armas, debe encontrarse la Fuerza de Lucha contra el Narcotráfico, frente al auge que de manera extraordinaria en nuestro país, registra la fabricación, la compra-venta y seguramente el consumo de las drogas heroicas, muy en particular la ya tan universal cocaína.

eldeber Editorial El Deber

Y si abrumada en extremo sin duda está la referida Fuerza de Lucha, nosotros los naturales de este país nuestro de tan escasa fortuna, no podemos sentirnos más lastimados por tal estigma que nos acompaña a todas partes y, muy particularmente, cuando salimos de viaje al exterior y enfrentamos los puestos de control de migraciones. En esos puntos, el recelo y el desprecio con que nos miran no es ni siquiera por el rasgo de terroristas que tan gratuitamente nos han colgado algunos sujetos de taras incurables, sino más bien por el de narcotraficantes del que al parecer no se libran ni nuestras hermanitas de la caridad, perdonando la insólita alusión.



En nuestra calidad de lastimados por el estigma de narcotráfico que llevamos adherido a la piel, buscamos racional e irracionalmente cómo sacudirnos de él. Nos parece, de vez en cuando, que tal o cual expediente es bueno para lograrlo. Pero ni llegamos a servirnos de él cuando un nuevo y mayúsculo caso de elaboración y tráfico de estupefacientes nos sepulta en sus tan deshonrosas peculiaridaes y por uno u otro lado nos contamina a todos en alguna medida o más grande o más pequeña.

Y lo peor es que ese baño contaminante que nos alcanza a la generalidad se repite todos los días o cuando menos tres o cuatro veces a la semana. Si lo dudan, pues allí están las notas de los medios de comunicación de las cuales la compra, venta, consumo, además de la elaboración de los estupefacientes,  vienen a constituir una especie de columna vertebral.

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Es cierto que este asunto del narcotráfico no concierne con exclusividad a la época presente, al tiempo que corre. El narcotráfico apareció hace cincuenta años, medio siglo y aún más allá de ese tiempo de por sí remoto. Pero lo que sí es de verdad incuestionable es que a lo largo de esos sesenta o más años de penosa realidad en nuestro medio, nunca el narcotráfico tuvo la gravitación alarmante que en la actualidad le es inherente de modo indisimulable.

¿Será que se ha masificado el consumo de las drogas heroicas, especialmente de la cocaína? ¿Será que seduce el tráfico como medio de rápido enriquecimiento? ¿Será que no hay mucho que escoger a la hora de definirse por un medio para ganarse la vida? ¿Será que no es muy difícil conseguir que los represores del narcotráfico o los todopoderosos de turno hagan de la vista gorda? La respuesta correcta a una de estas preguntas sin duda pondría en claro el cuestionamiento.