Sobre la filosofía política de Winston Churchill

image [1] (Fragmento)

En un mensaje dirigido al pueblo italiano en 1944, (Winston) Churchill expuso siete «tests prácticos y bastante sencillos» que permitirían reconocer la libertad en el mundo moderno. Todavía pueden aplicarse hoy en día:



«¿Hay libertad de expresión para criticar y oponerse al Gobierno que esté en el poder en ese momento?»

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«¿Tiene el pueblo derecho a expulsar a un gobierno con el que no está de acuerdo, y cuenta con mecanismos constitucionales que le permitan ejercer su voluntad?»

«¿Hay tribunales de justicia libres de la violencia del Ejecutivo, de amenazas de violencia por parte de la muchedumbre, y libres también de cualquier dependencia de los partidos políticos?»

«¿Administrarán estos tribunales la justicia haciendo uso de leyes transparentes y sólidas que el hombre asocia de forma natural con los principios de la decencia y de la justicia?»

«¿Habrá juego limpio para los pobres y para los ricos, para las personas privadas como para los funcionarios del Gobierno?»

«¿Se mantendrá, se hará valer y se exaltará el derecho del individuo, supeditado a sus obligaciones para con el Estado?»

«¿Está el campesino o el trabajador que se gana la vida con su labor de todos los días, sustentando también a su familia, libre del miedo a que una macabra organización política controlada por un partido único, como la Gestapo, creada por partidos fascistas y nazis, llame a su puerta y le condene a la esclavitud o a los malos tratos sin un juicio justo y público?»

Esta extensa cita demuestra que para Churchill, así como para la centenaria tradición inglesa de libertad dentro del imperio de la ley, la cuestión crucial era que el poder político no debe prevalecer sobre los estilos de vida espontáneos y reales de la gente. Estos estilos de vida se materializan en hogares con gente real, personas que los han heredado de sus antepasados y que los pasarán a sus descendientes. En ese diálogo espontáneo entre generaciones, se irán adoptando estilos de vida que a su vez se irán adaptando a las circunstancias. Pero bajo ningún concepto pueden ser rediseñados por la voluntad arbitraria de un poder único. La gente, en tanto que individuos o personas, estaba ahí en primer lugar, antes de los gobiernos, y el objetivo de estos últimos es proteger la vida, la libertad y la propiedad de los primeros.


[1] Conferencia en el Campus FAES 2006, de João Carlos Espada, Director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Católica de Portugal. Editor de la revista trimestral Nova Cidadania. Presidente de la sección portuguesa de la Internacional Churchill Society. Miembro del comité directivo del World Movement for Democracy y del comité ejecutivo de la Michael Oakeshott Association.