No todos los «izquierdistas» son títeres del chavismo

El presidente venezolano distribuye a su antojo las supuestas virtudes y los defectos entre sus colegas del continente y ha decidido que el nuevo mandatario salvadoreño, Mauricio Funes, no puede ser considerado como parte de la «revolución bolivariana” que dice está viviendo America Latina.

imageSucede que Funes, si bien llego a la presidencia encabezando al frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional (FMLN) un grupo que lideró una cruenta guerra de guerrillas en la década de los 80, está muy lejos de personificar las “virtudes” que son mas apreciadas por Chávez, es decir, la obsecuencia a su «Socialismo del siglo XXI» que debe estar unido al fiel cumplimiento de las condiciones impuestas por él, a cambio de su apetecible petro- chequera.

En Bolivia, a través de los medios de comunicación masistas se quiso mostrar la llegada de Funes al gobierno salvadoreño como una nueva muestra de lo que consideran un proceso irreversible de adscripción de cada vez mayor numero de países al proyecto chavista. Sin embargo, los hechos se encargaron de mostrar que el joven presidente Funes, quiere implantar una verdadera democracia y tiene como referentes a líderes como Barack Obama de EEUU y Lula Da Silva del Brasil, según expresó en su discurso de posesión, en el cual no hizo mención al caudillo venezolano, cuyo ego debe estar profundamente afectado.



Los sabuesos del gobierno venezolano olfatearon días antes de la posesión, que Funes no estaba dispuesto a adherirse a toda la vocinglería que caracteriza a eso que algunos reprobados en historia llaman la “revolución bolivariana”. De inmediato don Hugo inventó una excusa para no asistir al acto e intentó influir en sus aliados presidentes para que hagan lo mismo, evidentemente el único que le hizo caso fue su mas obediente seguidor Evo Morales.

Resulta difícil de creer que Evo “por cuestiones de agenda” declinaría asistir a una reunión en el exterior, que tanto le gustan y en las que por su condición de “indígena” le brindan un trato deferente. Lo que pasó es que hubo una instrucción y a nuestro «anti-imperialista» presidente no le quedo mas que cumplirla.

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Chávez alegó que existía un plan para matarlo y por suerte Evo fue mas cauto, no se le ocurrió replicar su teoría sobre el “magnicidio” y acudió a un expediente algo más pedestre como el de la agenda completa.

No es por nada que ni Chávez ni Evo lanzaron los elogios que podrían haberse esperado dirijan a quien llega a un gobierno representando a un ex grupo guerrillero.

Es que Funes, de entrada desterró los odios y resentimientos, llamó a la reconciliación de su pueblo y advirtió que no gobernará para unos pocos sino para todos los salvadoreños, marcando con esto distancia con los gobernantes autoritarios e intolerantes. Eso para Chávez es inaceptable y, en consecuencia, lo es también para Morales.