En el anecdotario de la novela negra montada por aquellos a los que la historia luego les irá descubriendo los verdaderos rostros e intenciones, a pesar de las máscaras o antifaces, apareció la funesta figura de un hombre que supuestamente operaba en la célula “terrorista” del desaparecido Rozsa, quien fungió dentro del guión como el “Testigo Clave” y se convirtió en su momento en el denunciante que el gobierno paseaba de tanto en tanto con gorra, lentes oscuros y una chamarra con el cuello levantado que le cubría parte del rostro y las orejas.
El “Testigo Clave”, sirvió en realidad en los inicios del caso de objeto de publicidad para sembrar terror y miedo, razón por la que se hacían con él apariciones rápidas en la televisión, anunciando que pronto presentaría su declaración, una declaración que fue demorada por varias semanas, incluso más de un mes, porque en realidad esta estaba en constante estado de confección y sufría aditamentos o recortes según el caso, pues el “Viejo” fue en un primer momento usado como el anzuelo para que todos se sintieran vulnerables y objetos posibles y pasibles de persecución. Es bueno saber que el “Viejo” no fue nunca un testigo sino un rehén del gobierno o un “soplón” en su defecto, y en ambos casos utilizado para armar y enredar el caso de “terrorismo” a gusto y placer, lo que en verdadera jerga equivale al uso de estrategias de chantaje e inculpación a todos aquellos que se cruzaran en el camino de los que concentraron poder y potestad en sus manos y que tienen y tuvieron la potestad de acusar por todo tipo de motivos que han ido desde los políticos, pasando por los económicos, hasta caer en venganzas personales, y por último a pedido y placer.
Esto es lo que permite ver que el caso de terrorismo es una vendetta en la que la ideología tiene poco o nada que jugar y en la que se pelea desde el territorio para operar o tener ingerencia, hasta la vanidad y el ego de hacerlo para postrar a los antes mandamases y por último por ejercicio de hacer lo que al que tiene la sartén por el mango le viene en gana.
El caso de terrorismo tiene tanto contenido ideológico como el que tiene una máscara, un pasamontañas o una media nylon que encubre el rostro de quienes en realidad por debajo de cuerdas y en el trasfondo de todos esos disfraces acuñan ambiciosos intereses de lucro a costa de la desgracia ajena, a costa de un pueblo cada día más dolorido, lastimado y mancillado no sólo en sus derechos y libertades sino incluso en su economía, porque llegar a ser sacado de la lista de posibles terroristas no es asunto fácil, depende de muchas cosas que no son fáciles de cumplir porque van desde la genuflexión, pasando por la simpatía a otros temas más difíciles.
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Lo que ha ocurrido en Santa Cruz y que está desgarrando a la sociedad, privando a familias del sustento, privando a personas de sus derechos ciudadanos y fundamentales, convirtiendo a cientos de personas en blanco de persecuciones con privación de libertad, es un asalto colectivo que cumple el fin de sembrar terror ahuyentando a todo pensamiento disidente u opositor, pero que además está dentro de un marco de extorsiones subterráneas que emulan métodos que no son políticos sino que podrían ser más catalogados como una política más propia de la mafia siciliana.
Sabemos que el viejo habló con un diputado, y esa conversación es el primer hilo del tejido macabro para entender el asunto que se preparó con meses de antelación para someter a una sociedad, para tomar todo el poder sobre el Oriente boliviano con este nuevo método de volteo político.
Sabemos que todavía correrá mucha agua bajo el puente, pero también sabemos que las verdades se reivindicarán a pesar de todas las mañas, del uso brutal de la fuerza y de las volteretas que tarde o temprano se van a esclarecer aunque sea al final del túnel.
Lo que está ocurriendo en Pando, había sido previsto en el documento “Plan Marcha hacia el Oriente”, donde se indicaba que la toma de Pando era el inicio de un proceso de represión in crescendo, que tenía inicio con la militarización para tomar a los pobladores del oriente, someterlos, perseguirlos y por último recambiarlos en un proceso de purga étnica con el objeto de hacer desaparecer costumbres, cultura y tradiciones de los pueblos del oriente. Este ahora no es un documento que se pueda tomar como un invento o fruto de una oposición afiebrada, puesto que el plan se está llevando a la práctica con puntos y comas y con políticas concretas, que nadie puede negar que son parte de un plan estratégico.
Recordemos que Pando y Beni, estaban mencionados en el documento como el inicio del plan que también engloba a Santa Cruz que está sufriendo su propia arremetida, que ya ha sido militarizada de manera parcial trasladando a las Fuerzas del Comando Conjunto a la población de San Ignacio de Velasco, punto estratégico para controlar no sólo la chiquitania, sino como el primer bastión de fuerza represiva para iniciar y darle continuidad al plan de “Marcha hacia el Oriente de Bolivia” en el está incluido también el caso de terrorismo.
Según las declaraciones que el diputado Añes hizo conocer de una conversación con el “Viejo”, este indica que las investigaciones todavía estarían abiertas y que le han estado requiriendo una ampliatoria para incluir nuevas personas siguiendo el método que el Viejo señala que empleó el Ministerio Público para que firme la anterior declaración, que él mismo dice que fue después de haber sufrido métodos de tortura entre los que citó haber sido apaleado y quemado con corriente eléctrica y otros aseguran que fue por un cheque pagado por el hermano de un político con un alto cargo en el gobierno.
La historia todavía está en pañales, pero a pesar de ello los primeros pañales muestran que hay una larga historia sucia que se comienza a ventilar.