Entre radicales y oportunistas


MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

La Organización de los Estados Americanos (OEA), la asociación internacional más antigua de mundo, tiene una larga historia de luces y sombras que compartimos todos, por acción u omisión.

Ahora, la OEA está en la sombra, enfrascada en un debate monocorde entre los que han conformado una nueva, extraña y sumisa mayoría. Este alineamiento en una corriente radical, tiene distintos motivos. Hugo Chávez, Andrés Ortega, Rafael Correa, Evo Morales y hasta Cristina de Kirchner reaccionan, primero, por su tropezón en el empeño de extender el populismo (el del Socialismo del Siglo XXI) en el continente y, en segundo término –no menos importante para ellos–, porque el cambio en Honduras es una advertencia: "cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar".



Hay otros que ostentan su condición de demócratas circunspectos y se uncen al carro de los radicales para evitar que se ponga en duda su impoluta imagen. Son los oportunistas que ocultan su cobardía intelectual; en otras palabras, son los que le “sacan el trasero a la jeringa”. Así, la verborrea y los insultos de los militantes del socialismo del siglo XXI, surten el efecto intimidatorio que buscan: adormecer las convicciones democráticas.

La actitud sibilina de los demócratas testimoniales tiene mucho que ver con los dobles standards de la OEA. Toleran las violaciones a la Carta Democrática Interamericana y, a la vez, condenan medidas inevitables de salvación, ante ostensibles peligros desatados por quienes, ungidos en elecciones populares, emprenden el camino de la autocracia.

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Estos pragmáticos, ahora aliados vergonzantes del populismo chavista, deliberadamente ignoran que en el eje Venezuela – Nicaragua – Ecuador – Bolivia se restringen las libertades democráticas, se persigue a los ciudadanos, se procura acallar la prensa y se desconocen los derechos humanos. La Carta Democrática Interamericana que se esgrime para deslegitimar al gobierno interino de Honduras, es ignorada para las víctimas de la negación de la libertad. Es difícil aceptar que éstos pragmáticos crean honestamente que el gobierno “bolivariano” y sus acólitos siguen los postulados contenidos en el Artículo 3 de dicha Carta: “…respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”; “…celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”; “…separación e independencia de los poderes públicos”.

Es más: los venerables “demócratas”, pasan por alto las encendidas amenazas de Hugo Chávez Frías, de sumergir en un “baño de sangre” a Honduras, de invadir con sus fuerzas militares el territorio de esa nación. El uso de la fuerza –y aún la amenaza- está vedada y es inadmisible, más aun para exportar modelos políticos. Resulta insólito, entonces, que no se haya condenado la injerencia venezolana en Honduras.

El presidente venezolano es, precisamente, el más vociferante en la exigencia de sanciones y de uso de la fuerza en Honduras. Chávez exige todo y, con  estridencia, procura acorralar a los que piensan diferente. En esto juega un papel importante el miedo a que le toque el turno –esto será inevitable- de responder por la tiranía impuesta a los venezolanos.

La Honduras de la libertad ha resuelto retirarse de la OEA cautiva del populismo.  Hay un decir popular, cuando se menciona a un pelafustán: “es mejor perderlo que encontrarlo”; este es el caso de la actual OEA.


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