Pando, es la punta de lanza del plan de colonización concebido por el gobierno para la amazonía y el oriente. De acuerdo a los cálculos de los estrategas del MAS, Pando, por su escasa población, podría ser el laboratorio propicio en el cual se aplique un experimento destinado a variar de manera sustancial, primero la orientación electoral y luego la propia raíz cultural de toda la región oriental del país.
El presidente Evo Morales no acepta que existan regiones que no se asimilen a su proyecto indígena-autoritario y los sucesos del 11 de septiembre del pasado año en Porvenir no fueron sino la expresión de un plan que recién está comenzando a ser aplicado pero cuyas consecuencias son fácilmente previsibles.
La virtual ocupación militar de Pando a partir de esa fecha no produjo los efectos que esperaba el ministro Juan Ramón Quintana y los pandinos se expresaron mayoritariamente contra la nueva Constitución, a pesar del permanente clima de amedrentamiento.
Los incas movilizaban ayllus cuando era necesario. A los grupos trasladados se les llamaba mitmakuna o mitimaes.*
El traslado de más de 4 mil familias «collas» a Pando tiene un claro objetivo electoral. Se vio que ni las amenazas ni la ocupación podrían doblegar a los pandinos y por tanto se optó por este recurso que era muy utilizado bajo el dominante imperio incaico con el nombre de “mitimaes”.
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Los historiadores señalan que en el imperio incaico la función política y estratégica de estos desplazamientos fue la necesidad del imperio de dividir a las poblaciones que suponían una amenaza a las elites incaicas, de esa manera estos reasentamientos servían para debilitar el peso de una población para la resistencia.
Es así que amplios sectores de la población eran trasladados de una región a otra unas veces como premio a su adhesión y otras como castigo. De ahí de que en Bolivia los quechuas sean la etnia mayoritaria aún cuando no eran originarios del Kollasuyo. Los propios aymaras fueron víctimas de este sistema de dominación.
Los Patzi, los García Linera y algunos otros «indigenistas» del gobierno seguramente asesoraron para reflotar la estrategia del incario y aplicarla sobre el rebelde oriente. El pretexto es la distribución de la tierra, pero queda claro que esto no es más que una coartada ya que los propios campesinos pandinos han señalado que no se les ha dotado de tierras por lo que resulta absurdo que se las quiera dar a obligados inmigrantes de Potosi, La Paz, Oruro y otras regiones, casualmente afines al MAS.
Es evidente que 4 mil familias pueden variar de manera sustancial el mapa electoral en un departamento en que los votantes no llegan a 30 mil. El cálculo del gobierno apunta inicialmente a sumar estos miles de votos para ganar 2 senadores en Pando y asegurar el control absoluto del MAS en la cámara alta.
El operador del plan, el ministro Quintana, no piensa aplicar este proyecto en forma pacífica y la cada vez mayor militarización de Pando es una muestra de ello. Ha sido designado como responsable de ese departamento para las elecciones de diciembre y ha prometido que no volverá a fallar como ocurrió en el referéndum constituyente.
El argumento de que el incremento de la presencia policial y militar en Pando y el norte del Beni se debe a la intención de evitar la penetración brasileña y peruana no es más que una patraña grosera.
Si se toma en cuenta la experiencia pandina, la mayor presencia militar no ha logrado frenar ni siquiera al contrabando y, por el contrario, este se ha incrementado si tomamos en cuenta los 33 camiones de Juan Ramón Quintana. Lo mismo ocurre con los recursos forestales respecto a los cuales se rumorea, el favorito de Evo Morales ha puesto mucho interés en el último tiempo.
Por tanto queda nuevamente claro que los policías y militares tendrán como principal misión la represión de la población originaria pandina en cumplimiento de un plan de colonización aymara-quechua.
*Dibujo: T. Ávalos (internet)