Mientras Bolivia aumenta el número de embajadas y consulados por doquier, Suecia los disminuye en parte para modernizar y efectivizar sus servicios en asuntos de relaciones exteriores y en parte por efecto de la crisis y la necesidad de hacer economías. Hace pocas horas el gobierno tomó la decisión de examinar el funcionamiento de su Cancillería, las representaciones en el exterior y el nivel de competencia de sus labores encomendando a un experto Peter Egardt que realizará su misión bajo las siguientes premisas.
El objetivo es cómo poder alcanzar una administración más flexible que facilite la concentración en asuntos prioritarios. Deben salir recomendaciones para una presencia más moderna y actualizada del Reino de Suecia en medio de las exigencias de la globalización. El proyecto que será resultado de la investigación propuesta tendrá que considerar una más estrecha colaboración con la Unión y los países nórdicos, ha recomendado el ministro para asuntos externos Carl Bildt considerado uno de los más experimentados cancilleres de toda la UE.
La adhesión de Suecia a la Unión cuya presidencia ejerce actualmente juega un rol preponderante en las relaciones con los demás estados a nivel mundial y el análisis de los problemas que trae consigo la globalización, los cambios en la política de medioambiente y la migración. En el menú figuran la asistencia consular, la cooperación para el desarrollo y la necesidad de una intensiva promoción empresarial. Como están enterados nuestros lectores el pacto social que gobierna éste Reino concede un rol preponderante al empresariado cuyos intereses son tan importantes como los de los trabajadores en todas las decisiones políticas que se asumen.
Ahora mismo la Cancillería ha cerrado cuatro consulados en Kaliningrado, en Cantón, en Los Angeles y Nueva York considerado muy importante y se transformará en Honorario para coordinar tareas con otros 17 consulados honorarios de Suecia en los EEUU. A partir de marzo 2010 cerrará también la Embajada en Colombo, Sri Lanka cuyos asuntos serán atendidos desde Nueva Delhi. Hasta el término de la gestión fiscal, el ministro Bildt ha prometido ahorrar 50 millones de coronas (aprox. 50 millones de bolivianos) reduciendo en 100 personas el servicio exterior, sin bajar los niveles de eficiencia ni la calidad de los servicios.
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Sería injusto no explicar que si por un lado se están produciendo ajustes, por otro se está dando paso al subsidio globalizado a los países más pobres por la vía de los organismos como la ONU, la UNICEF, la UE, y las oficinas de ayuda directa como Cruz Roja, DDHH, IDA y otras que administran programas específicos de ayuda al Tercer Mundo. El investigador Egard trabaja como Gerente de la Cámara de Comercio Exterior de Estocolmo y ha prestado servicios en la Cancillería.
En medio del cuadro de austeridad, eficiencia y buena administración cuesta entender que Bolivia hubiese nombrado recientemente un embajador, siendo que el de Suecia desde Buenos Aires atiende todo el Cono Sur. No existen argumentos sólidos que no sea el dispendio en el gasto ya que el ilustre desconocido que llegó a Estocolmo sin nivel idiomático y de profesión ingeniero agrónomo tendría teóricamente que atender la península formada por los Reinos de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia (no es Reino sino República). Cuando Choquehuanca presentó en La Paz a su correligionario masista como diplomático, dijo que tendría como tarea “abrir los mercados de Suecia para productos bolivianos” sin decir cuáles son éstos ni las proyecciones económicas del potencial mercado. Recordemos que el primero y único embajador que tuvo Bolivia licenciado Medardo Navia nombrado por el MIR persiguió los mismos objetivos, aunque sin éxito. Eso sí Navia un profesional reconocido con dominio del inglés y del sueco, logró un estrechamiento diplomático apreciable en especial con agrupaciones de la Socialdemocracia y sembró las bases para futuras labores. Después de Navia la embajada permaneció en acefalía y los encargados de negocios que ocuparon la oficina obtuvieron ningún resultado notable y se limitaron a cobrar sus sueldos de la Cancillería.
El ejemplo de austeridad que nos está brindando Suecia con la disminución de su presupuesto de gastos en el servicio exterior al mismo tiempo que persigue la modernización y coordinación de acciones con la Unión Europea, sirva para adecuarse a la realidad, sin sobredimensionar las expectativas de una diplomacia de improvisación y muchos desaciertos.