Bolivia, el país de las maravillas, donde solo los necios no se sienten contentos en medio de tanta abundancia. La coca y la «Pachamama» hará fluir miles de empleos para los desocupados.
Mallkus y Mamatayas del departamento de Oruro, realizaron anoche en el Palacio de Gobierno, una ceremonia de agradecimiento al Presidente Evo Morales.*
No es novedad que el presidente es reacio a discutir aspectos de índole económica y que es en el diseño de maniobras políticas cuando se encuentra en su elemento. De las decisiones económicas casi ni se entera y delega estas a su ministro Luis Arce, quien «brilla» por sus desaciertos.
Resulta difícil decir si esto es bueno o malo o si las cosas andarían mejor si Morales se involucrara en el tema, porque a pesar de los optimistas cálculos de los funcionarios gubernamentales y la machacona publicidad oficial, las perspectivas de la economía nacional, no son nada alentadoras.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra al presidente Morales lo que quiere ver y le ha dibujado un país surrealista a su gusto y sabor pero los hechos, los testarudos hechos, van en dirección contraria.
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No se trata solo de la pérdida de por lo menos 25 mil empleos a consecuencia de la suspensión de la ley de preferencias arancelarias andinas (ATPDEA). Es claro que el actual gobierno dispone de una cantidad importante de recursos como no ocurría en los anteriores, pero esta situación no se da gracias al gobierno sino a pesar de él.
A esto se suma los ingentes recursos que envía Hugo Chávez como pago a la total adhesión del gobierno boliviano a sus políticas lo que le ha permitido aplicar un plan totalmente prebendalista en la más pura expresión de la política tradicional, tan criticada por los masistas.
Los del gobierno se jactan de trabajar «veinte horas por día», lo que no dicen es que de esas 20 horas, 19 están dedicadas a hacer política y política partidista, en tanto los programas económicos y sociales que debían ser de prioridad, son abordados apenas y también para hacer campaña política como ocurre con el famoso «Bolivia cambia, Evo cumple» financiado por el gobierno venezolano y cuyos recursos, en gran parte, son desviados para apoyar a sindicatos y gremios afines al MAS.
La ausencia de una política económica coherente y seria tiene al país frustrado y sin avizorar la luz al final del túnel y, lo que es peor, dependiendo del humor del presidente «bolivariano» y de su buena disposición a seguir enviando recursos, que están alrededor de los 100 millones de dólares anuales y que no son un regalo, es un crédito que engrosa la ya abultada deuda boliviana que en algún momento se tendrá que pagar.
Se sabe que por este tiempo ha cundido la preocupación en el palacio de Gobierno porque Chávez habría anunciado una significativa reducción de este monto debido a que el precio del petróleo no ha logrado recuperarse y no existen perspectivas inmediatas de que lo haga a mediano plazo.
Esto significaría para el gobierno un duro golpe tratándose de un año electoral y Evo tendrá que hacer los «ajustes» necesarios en la millonaria campaña electoral que ha puesto en marcha. De todos modos siempre correrá con amplia ventaja porque seguirá contando con los petrodólares, con recursos estatales y los aportes de funcionarios públicos y de cocaleros, mientras que sus eventuales contrincantes deberán arreglárselas como puedan.
En estos días, el presidente está llamando seguido a conferencias de prensa (sin marginar como lo venía haciendo a los periodistas nacionales) en las que dibuja un país de maravillas: la economía fluye, los inversionistas se pelean por venir, suben las exportaciones y el empleo, hay un millonario superavit (y bajísima ejecución presupuestaria), no hay corrupción y los bolivianos tienen el bolsillo lleno.
No es que Evo sea un redomado mentiroso, lo que ocurre es que las arcas del gobierno están muy bien, Bolivia es la fundida y está cada vez más lejos de los mercados internacionales que mueven la economía del mundo. La confusión del presidente es porque cree que el país se reduce al Poder Ejecutivo.
*Foto Abi