Renzo Abruzzese – [email protected]
¿Y la izquierda nacional? Esta es una interrogante que requiere respuestas secuenciales, la primera de ellas es que la izquierda se ha depurado al perder a sus elementos más radicales por la vía de la Indigenizacion, proceso por el cual la intelectualidad marxista radical es absorbida por las teorías indigenistas arcaicas. Sin darse cuenta, esa fracción “revolucionaria” recorría el mismo camino que antes recorrió la izquierda italiana bajo la egida del Duce. La combinación resultó en todos los casos explosiva y creo las condiciones de los regímenes totalitarios tanto de corte fascista como estalinista, versión que Lipset había definido como el “Fascismo Rojo”. En la Italia del 30s. se fundieron las vertientes socialistas de la mano de Benito Mussolini, flamante ex director del periódico Avanti del Partido Socialista de Italia y la fracción de nacionalistas radicales. En el caso que nos ocupa la vertiente socialista y las vertientes indigenistas se fusionan en el MAS cumpliendo así el patrón observado en la formación de regímenes totalitarios, por contrapartida, este desplazamiento permitió diferenciar con claridad las características y naturaleza que media entre una izquierda democrática y aquella que, desgajada de sus orígenes, terminó en el actual régimen a titulo de izquierda nacional.
La segunda respuesta hace a la “fuga” de intelectuales. La formación de una “inteligentzzia” orgánica es una característica insoslayable de todo proceso político, empero, lo que vemos acá no señala el surgimiento de una clase intelectual ligada orgánicamente a la visión oficial del régimen. La versión indigenista (que en su momento fue el sustento ideológico del régimen) se encuadra en las vertientes arcaicas y fundamentalistas bajo cuya sombra agazapada la fracción marxista rebusca un arsenal conceptual para ajustarlo forzadamente a la coyuntura, el producto es una intelectualidad colonizada, una izquierda-indigenista de corte antidemocrático.
La tercera respuesta tiene que ver con la confiscación de la categoría que nos ocupa. Así como la mayoría de las dictaduras del siglo pasado se forjaron en nombre de la democracia, las actuales se forjan en nombre de la izquierda por oposición a la derecha. Lo cierto es que esta argucia político constituye una confiscación del calificativo, en tanto y en cuanto en los hechos reales los regímenes de corte populista actuales están mas cerca de los modelos dictatoriales que de los democráticos, y la izquierda verdadera es, por definición; democrática. La izquierda democrática de este continente, no tiene nada que ver con los regímenes que en su nombre pisotean los derechos ciudadanos y reeditan las prácticas despóticas, son en este sentido la reserva moral de los ciudadanos libres. Que los proyectos totalitarios se hubieran apropiado del concepto, tampoco significa que la izquierda democrática hubiera dejado de existir, de hecho, a pesar de las difíciles condiciones en que se desenvuelve, (cercada por el poder mediático de los regímenes actuales, amedrentada, judicializada y perseguida, con la voluntaria anuencia de organismos internacionales) su presencia y rearticulación empieza a despertar temores en las altas esferas del poder instituido, no tanto porque el rememorar el pasado reciente como el periodo mas oscuro de la humanidad ha dejado de ser un discurso eficiente, sino, porque la propia sociedad se percata cada vez, y con mayor certeza, que la verdadera democracia solo es inherente a la izquierda democrática.