Agresión a control remoto

La política de lanzar la piedra y ocultar la mano es una característica de los tiempos que corren, al punto que ya nadie le cree al presidente cuando dice que lamenta las agresiones contra la oposición.

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El candidato Reyes Villa tuvo problemas para llegar la noche del 7 de septiembre, a la sede de la Corte Electoral ante la reacción violenta de los seguidores del MAS. (Foto ANF)



El pasado 7 de septiembre los grupos que se apostaron en la plaza Abaroa, en las afueras de la Corte Nacional Electoral, para agredir a los candidatos opositores fueron enviados desde el palacio de Gobierno y recibieron dinero de manos del propio viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, ex defensor de los derechos humanos y ahora promotor de grupos de choque.

En principio estos grupos, conformados principalmente por miembros de ese engendro masista llamado “Comité Cívico Popular” y los “ponchos rojos”, se ubicaron primero en la plaza Murillo pero luego, sus dirigentes fueron convocados al parqueo aledaño al palacio donde recibieron las instrucciones de trasladarse hasta la plaza Abaroa, cosa que hicieron puntualmente.

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Por otra parte, la policía solo permitió el acceso a dicha plaza de los militantes masistas no así de las otras organizaciones políticas, con el pretexto de “evitar enfrentamientos”. Estos dos elementos muestran que una vez más, no se trató de una expresión aislada o de una reacción espontánea de algún grupo muy influenciado por la generosa ingesta de “misiles” (alcohol barato), sino de una acción organizada desde las más altas esferas del Ejecutivo.

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Los grupos de choque del MAS apostados el día indicado en la plaza Abaroa

No se trata de la primera acción de estos grupos de choque. Todos recuerdan que en pasados meses y bajo el rótulo de “familiares de las víctimas del Porvenir”, hicieron una vigilia afuera del penal de San Pedro pidiendo que se mandara a Leopoldo Fernández a “convivir con los gusanos”, como lo había prometido el ministro de la Presidencia, Juan «camión» Quintana.

Basta con echar un vistazo a las imágenes captadas en ambos casos para darse cuenta que los protagonistas son los mismos.

Por otra parte se debe recordar que es desde el mismo palacio de Gobierno de donde salen las instructivas para que se evite el ingreso de los candidatos de la “derecha”, como dice el torpe rótulo que se quiere asignar a toda la oposición, a algunas regiones como Achacachi, centros mineros, Chapare y otros.

Por tanto resulta hasta cínico que el presidente y candidato Evo Morales aparezca luego de los golpes e insultos a sus adversarios políticos, lamentando los hechos y que otros miembros de su gobierno hagan lo mismo poniendo cara de inofensivos angelitos.

Pero a Evo el subconsciente le juega algunas pasadas, si bien “lamentó” las agresiones, rápidamente advirtió que estas seguirán y con sus poderes de pitoniso dijo que se tratará de “autoatentados”, o sea que Manfred, Samuel o algún masoquista opositor pagaran con plata de su bolsillo para hacerse apalear y, siguiendo el razonamiento presidencial en relación al ultimo atentado contra la prensa, hasta es posible que los periodistas de Unitel-Santa Cruz hayan disparado contra su propio equipo de filmación y su vehículo.

Lo que queda claro es que la oposición debe cuidarse porque desde el palacio de gobierno se seguirá manejando a control remoto la violencia política y el oficialismo no se privará de recurrir a los métodos más grotescos para impedir que los otros candidatos puedan hacer sus propuestas a la ciudadanía.

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