Los Quintana, los Llorenti, los Rada, los San Miguel y el «vice» se juegan el «pellejo», deben ejecutar medidas para anular al frente opositor.
Quintana (de pie), a su lado Almaráz (izq), los dos hombres clave para el «golpe» electoral que preparan en Pando.
La candidatura Manfred Reyes Villa-Leopoldo Fernandez ha puesto de vuelta y media al grupo palaciego que controla, digita y manipula al presidente Morales y que hasta hace apenas una horas se burlaba por la incapacidad de la oposición para ponerse de acuerdo y articular un frente homogéneo para hacer frente a la candidatura oficial que no está mostrando muchos escrúpulos para concretar su objetivo de perpetuar a Evo en el poder.
Suele ocurrir que llegamos a engañarnos con nuestro propio discurso y llegamos a autoconvencernos de que lo que decimos es una una verdad incontrovertible. Es que existen cortesanos que siempre quieren ir más allá de lo que se les pide y esa es una forma de intentar demostrar su lealtad, aunque todo el mundo sabe lo efímeras que suelen ser esas lealtades.
Esta vez los Quintana, los Llorenti, los Rada y los San Miguel, sin olvidar al «vice» Alvarito, convencieron a Evo de que no había de que preocuparse y que la “derecha”, la “oligarquía” no tenía físico (ni dinero) para hacerle frente y el presidente que suele tragarse estas píldoras decidió que podía dormir tranquilo.
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Sin embargo siempre llega el momento de despertar. Evo sabe que una vez más lo embaucaron al punto que le hicieron creer que es el único, el invencible, el intocable.
Evo intensifica el abuso de los medios estatales. Este domingo estuvo durante horas en la Radio Patria Nueva, entrevistado por sus «periodistas» (Foto Abi).
Evo no se caracteriza por su mesura y menos por buenos modales cuando se da cuenta de que la cosa no es como se la pintaron y esta vez la víctima es, nada más y nada menos, que su ministro favorito Juan Ramón Quintana, quien prácticamente ha trasladado su oficina a Cobija desde donde está haciendo lo imposible para que el MAS obtenga por los menos dos senadores en ese departamento, los cuales le permitirían acercarse a los tan ansiados dos tercios con los cuales suponen tendrán vía libre para establecer el Estado totalitario con el que sueñan.
Sin embargo Evo se ha percatado de que la candidatura Manfred-Leopoldo implica nuevos desafíos en otros departamentos del occidente por lo que ha decidido subir la apuesta en Pando intensificando los traslados. Esta vez para obtener no dos sino tres senadores y se conoce que en ese empeño se juegan las cabezas tanto de Quintana como del viceministro de Tierras Alejandro Almaraz. Tampoco esta libre el ministro Rada que debe acelerar el proceso judicial contra Leopoldo para sacarlo del juego electoral.
El departamento de Cochabamba, que se lo daba por ganado debido a la presencia y al peso del voto cocalero, ha pasado a ser zona de riesgo y por tanto se está programando la reactivación de ciertos mecanismos que permitan la doble y triple inscripción en la zona del trópico así como en la zona del altiplano.
No es casual que el Instituto Nacional de Estadística, en cuyas cifras ya nadie cree, haya anunciado que el padrón electoral debería tener por lo menos 5 millones de inscritos, cifra que por cierto resulta ridícula pero que da la pauta de que el MAS de ganar con un alto porcentaje así sea mediante el más escandaloso de los fraudes y sin preocuparse mucho por el «que dirán» los Presidentes de la región, a los que considera en su mayoría aliados.
Si no dan resultado las dobles y triples inscripciones y el voto comunitario e inducido en el área rural, el MAS tiene un as bajo la manga, es decir el padrón antiguo, ese que le dio a Evo una elevada votación en el referéndum revocatorio y que aprobó la actual Constitución Política del Estado.
En el MAS saben que en esas dos consultas corrieron con ventajas poco transparentes y ahora, con una oposición que se está reagrupando y revitalizando y con una Corte Electoral que no está dispuesta a someterse a las presiones del gobierno, resulta comprensible los correteos del presidente por todo el país y el nerviosismo imperante en el «Palacio Quemado».