Letizia le hizo olvidar los 500 años


“La historia del pasado es para el pasado”, dijo Evo para conseguir ¿la condonación de deuda?, ¿seducido por  la realeza? o para mostrarse moderno y democrático.

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El discurso del presidente Morales tiene muchos pliegues y repliegues y en cada oportunidad es preciso hacer varias lecturas para, en primer término, identificar lo que realmente quiso decir y no le alcanzó su más que limitado vocabulario. Es necesario también precisar la oportunidad y las circunstancias para establecer porque dijo lo que dijo.



Lamentablemente seguir todo este procedimiento no garantiza que se podrá determinar que es lo que quiso decir Evo pero no existe otro sistema. El que pretenda que detrás del discurso de Evo Morales existan aspectos racionales se equivoca de medio a medio ya que la lógica cartesiana de la que se ufana su compañero Alvaro García no es para él.

Luego de este necesario preámbulo podemos entrar en materia. Sucede que Evo durante su visita a España sencillamente se salió de madre y soltó tal sarta de incongruencias que el propio viceministro de Descolonización, Roberto Choque, tuvo que salirle al paso e indicar que las lanzó a “título personal” en una actitud que es muy seguro que le cueste la pega.

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No es desacertado decir que “lo pasado pertenece al pasado”. Por el contrario supone una actitud realista sin que ello signifique claudicar de principios y concepciones. Pero ocurre que Evo al indicar eso durante su visita a España, simplemente pateó el tablero, fue inconsecuente y abandonó todo el discurso del que se nutrió durante su gobierno.

Los 500 años de injusticia, de opresión que se iniciaron con la conquista española fueron parte de la matriz del discurso masista y Evo, al ensayar uno más conciliador, simplemente los dejó sin brújula y en calzoncillos.

Resulta ahora que todo el discurso sobre «los siglos de opresión de los indígenas» no fue más que la instrumentalización política de un problema que evidentemente existió pero que ahora no vale la pena recordar ni hacernos de mala sangre por un problema ocurrido hace tantos años.

Sin embargo, debemos preguntarnos si el discurso de Evo fue más producto de las circunstancias, de la condonación del 60 por ciento de la deuda bilateral, el encanto de la princesa Letizia y de los reyes Juan Carlos y Sofia, o si realmente implica una cuestión principista, lo cual dado sus antecedentes es mas que dudoso.

Evo es un camaleón y con su pragmatismo ha demostrado que es capaz de abandonar principios básicos si lo requiere la coyuntura y si desea mostrarse ante el mundo como un demócrata sin atisbos de racismo o intolerancia. Es seguro que si para alcanzar este objetivo debía mostrar a la conquista como algo positivo para los pueblos indígenas lo hubiera hecho sin el menor empacho.

Resulta, no obstante, difícil de creer que Evo haya abjurado de ese fundamentalismo indigenista del que ha hecho gala durante estos sus cuatro años de gobierno y que sus colaboradores, a marchas forzadas, le han dado forma de un remedo de ideología.

Por tanto, lo más seguro es que concluida su visita de campaña electoral a España y colmado su ego de haber cenado con la realeza, la retoma  de su discurso confrontacional ya para consumo interno, es cuestión de horas, en tanto sus “ideólogos” ensayan los más imaginativos recursos retóricos para explicar este momentáneo abandono de los preceptos del fundamentalismo indigenista y retrógrado. 

Fotos Abi