El sargento Gerardo Jherar Flores, aprehendido recientemente por el robo de tambores de coca, es el cabecilla del grupo de confianza de algunos jefes policiales. Sobrevivió junto a dos de sus camaradas y un ex recluso al triple linchamiento de policías en Epizana el 26 de febrero de 2008. De todos los procesos de investigación por “volteos” (robo) de drogas, disciplinarios y penales, el presunto líder de la red de policías corruptos salió victorioso. Sus camaradas dicen que goza de la protección de algunos jefes.
Policías detenidos imputados por volteo de coca
Policías volteadores sobrevivientes de Epizana seguían delinquiendo
OPINION
Redacción central
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De todos los procesos de investigación por volteos de drogas, disciplinarios y penales, el presunto cabecilla de la red de policías corruptos, salió victorioso. Sus camaradas dicen que gozaba de la protección de algunos jefes. Varias investigaciones fueron cerradas sin esclarecer y sancionar los oscuros intereses que envolvieron la tragedia de Epizana.
No fueron tres, sino seis los policías – y un ex presidiario- los que el 25 de febrero de 2008, se dirigieron a Epizana en dos vehículos sin saber que al día siguiente tres de ellos estarían muertos. Iban con el fin de realizar un “volteo” (robo de droga a narcotraficantes) de droga del que les notificaron horas antes vía telefónica. Un enfrentamiento con los ocupantes del vehículo donde iba la droga, derivó en una cruel muerte para tres efectivos; pero los otros tres uniformados y el ex recluso, lograron escapar con el botín.
Así comenzaba el 13 de mayo de 2008, la nota publicada por OPINIÓN sobre lo ocurrido en Epizana, en base a la información de tres fuentes extraoficiales ligadas a la misma Policía, al mundo del Derecho y al poblado de Epizana, quienes revelaron que la cruel golpiza, la tortura y el asesinato de los tres uniformados fueron alentados por varias personas involucradas en actividades del narcotráfico que ya estaban “cansadas” de que “esos policías” les quitaran la droga.
En el vehículo blanco del policía Wálter Ávila, viajaban él, el sargento segundo de Tránsito Willy Álvarez, a quien le decían “El Loro” y Eloy Yupanqui (los tres asesinados). En un minibús, viajaban el sargento Gerardo Flores, los policías Raimundo Condori y Marco Quiroz, además de un ex recluso por delitos de la Ley 1008 llamado Roberto Cossío Villarroel, alias “el Carita de Ángel”, quien conducía el minibús y está relacionado con la banda delincuencial del Salserín.
El volteo
Los dos vehículos fueron hasta Epizana para hacer un doble volteo, de 12 kilos de droga y de miles de dólares, “como era su costumbre”. Interceptaron una vagoneta tipo taxi conducida por Zenón Soria, en la que supuestamente estaba la droga guardada en macacos, pegada en compartimentos internos del carro.
Los policías hicieron la revisión del vehículo, los acompañantes de Soria se resistieron y se enfrentaron con los uniformados. Uno de los acompañantes salió herido en la nariz.
Existe una versión de que el Carita de Ángel estaba vestido como un coronel de la Policía y junto a Gerardo Flores, Marco Quiroz y Raimundo Condori (estos tres vestidos de civil), fueron a la vivienda de Zenón Soria, para recibir un pago de 5.000 dólares por el paso de la “kurpa” (mercadería de droga). Mientras tanto, Willy Álvarez y Wálter Ávila condujeron el minibús hacia el hospital de Totora, para que curen al acompañante de Zenón Soria y Eloy Yupanqui se quedó en la tranca de Epizana cuidando el carro de Wálter Ávila.
Volteadores huyen
Cuando Zenón Soria entró a una habitación para sacar el dinero, alertó a otros comunarios sobre la extorsión. El Carita de Ángel, Gerardo Flores, Marco Quiroz y Raimundo Condori, logran darse a la fuga con el botín (dinero y droga). Una fuente dice que se dieron a la fuga corriendo y que un tercer vehículo los esperaba a pocos kilómetros. Otra fuente del poblado de Epizana, señaló que el “coronel” (Carita de Ángel) le dijo a Zenón Soria que “los otros tres que se quedaron en la tranca no eran policías realmente”.
Los comunarios se dirigieron a la tranca de Epizana y esperaron que los dos policías (Álvarez y Ávila) llegaran del hospital a bordo del minibús. El tercer policía (Eloy Yupanqui) llegó conduciendo el vehículo blanco.
Al descender de los carros, unos furibundos comunarios, cansados de sus volteos, los esperaban allí y en cuanto descendieron, comenzaron a golpearlos. Los policías corrieron a refugiarse en la caseta de Cono Sur. No se sabe qué ocurrió con el minibús, se especula que fue robado por algún comunario oportunista, otros dicen que el Carita de Ángel, Gerardo Flores, Raimundo Condori y Marco Quiroz, huyeron a bordo del mismo.
El crimen
El resto de la historia es de conocimiento general. Luego de unas horas, los comunarios destrozaron la caseta de Cono Sur, sacaron a los policías a la fuerza, los encerraron en la posta de salud y resolvieron lincharlos si el Comandante de la Policía no iba hasta allá para conocer las denuncias de los “volteos”.
Al teniente coronel Ricardo Pacheco, le dieron un plazo hasta las 8 de la mañana, para que venga el Comandante o un fiscal. Pacheco pidió refuerzos y un fiscal, pero ninguno llegó. El plazo fatal se cumplió. Los comunarios esperaron una hora y media más y ante la desidia de las autoridades policiales y fiscales, decidieron ejecutarlos.
Wálter Ávila, Willy Álvarez y Eloy Yupanqui, pidieron perdón y clamaron por sus vidas, pero de nada sirvió. Fueron golpeados brutalmente, quemados con agua hirviente y finalmente estrangulados con unas sogas azules.
Volteadores “apadrinados”
El cruel linchamiento de sus camaradas no intimidó al grupo sobreviviente. Según fuentes allegadas a la misma Policía, los “volteos” continuaron en diversos puntos de la carretera que une al Chapare con Sacaba (especialmente en la zona de los túneles), en el Valle Alto (Punata, Cliza y Epizana) y en Quillacollo (Suticollo y Sipe Sipe).
El sargento Gerardo Flores fue identificado como el cabecilla del grupo. Nunca estuvo prófugo. Estaba destinado al módulo policial 23 cuando ocurrió la tragedia de Epizana. Fue destinado a Orden y Seguridad por algunos meses, mientras era investigado y luego, increíblemente, fue designado a la Policía Caminera, un destino muy apetecido porque le permite a estos grupos, dedicarse con más facilidad a los volteos y a la extorsión en los diferentes caminos y carreteras del departamento.
“Para ir destinados a las trancas de Suticollo, Epizana y otros, se paga, porque allí se recupera con creces lo invertido, el Comandante actual parece que no estaba enterado de ese sistema y por eso lo ha denunciado a Flores”, señaló una de las fuentes.
También aseguraron que el “sistema de los volteos”, funciona desde hace varios años y que en Epizana ya hubo reacciones violentas contra algunos policías. “Golpearon a unos oficiales de apellidos Tapia y Lobo, el último se salvó de la muerte y lo amenazaron con matarlo si volvía por allá, lo de Epizana sucedió porque ya no aguantaron tantos volteos”.
Por muchos años, el grupo mayor de volteadores estuvo “apadrinado” por algunos comandantes, subcomandantes y jefes de personal, entre ellos un jefe policial de La Paz. “Por eso ningún proceso contra ellos prosperaba, si los agarraban, todo se mantenía en reserva y luego los soltaban, así ocurrió en abril de 2008, pero el 1 de septiembre de 2009, con el volteo de tambores de coca, cayeron el sargento Gerardo Flores, Raimundo Condori y también estaba el Carita de Ángel, pero escapó”, describió una de las fuentes.
A diferencia de los otros comandantes, el actual jefe policial, Carlos Quiroga, reaccionó instruyendo el envío inmediato de Gerardo Flores a la justicia ordinaria, pues, además, había víctimas que, con nombre y apellido, se atrevieron a denunciarlo. “Esta vez hay denunciantes, pero hay jefes a los que no les conviene que Flores hable y tendrán que apoyarlo”, advirtió un uniformado.
Al menos ocho policías y un ex recluso eran la base de la red de corrupción
El sargento Gerardo Jherar Flores es el cabecilla del grupo de confianza de algunos jefes policiales. Según sus camaradas, Flores fue articulando el grupo de volteadores cuando trabajaba en la seguridad de la cárcel de El Abra.
Está casado con una mujer policía que el año 2008 (cuando ocurrió lo de Epizana y otros casos) estaba destinada a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn). Según los policías denunciantes, ella era una de las que tenía acceso a información confidencial en la Felcn (sobre el recorrido de narcotraficantes) y le proporcionaba esa información a su esposo. Otra fuente de información para Gerardo Flores, era Roberto Cossío alias “el Carita de Ángel”, un ex recluso de la Ley 1008, que le fue presentado por otro policía llamado Javier.
El fallecido sargento Willy Álvarez era otra pieza clave en el grupo. Trabajó en el Chapare y conocía mucha gente que le proporcionaba información sobre el traslado de la “kurpa” (droga), pero, además, se encargaba de reclutar algunos camaradas como Wálter Ávila, Eloy Yupanqui, Raimundo Condori, Marco Quiroz y un cabo de apellido Quinteros.
Todo bien pensado
Algunos jefes de personal los ubicaban en puestos claves para poder realizar los patrullajes en el camino o en unidades en las que su ausencia se notaría muy poco, como los módulos policiales alejados. Para disimular sus constantes faltas al servicio, lograron contactar e involucrar a un policía que trabajaba en la central telefónica de Bienestar Social del Comando, Rodrigo Saavedra Olguín, que se encargaba de falsificar bajas médicas para cubrir las faltas de los volteadores.
De todo esto existen evidencias como las bajas médicas falsas y el testimonio de la viuda de Willy Ávarez que aseguró que Gerardo Flores y su marido eran muy amigos, que salían juntos de uniforme fuera de sus horas de servicio, para realizar trabajos relámpagos que ella desconocía. Nancy de Álvarez también declaró que después del linchamiento, el policía Raimundo Condori le llevó víveres (quintales de arroz, azúcar y otros productos), porque se sentía culpable por la tragedia.
También se supo que a principios del año 2008, el grupo ya había sido detectado por una patrulla policial, en la zona de El Cañadón (Chapare), en plena faena, pero no fue presentada una denuncia ante Responsabilidad Profesional.
Una declaración que fue ignorada por los investigadores, en el caso Epizana, fue la del funcionario de Cono Sur, Marco Mamani, quien estaba en la caseta cuando surgió el conflicto y ratificó que vio a unas 15 personas discutiendo, entre las que había tres policías de uniforme (uno de los fallecidos Wálter Ávila, estaba vestido de civil) y un minibús que fue conducido por Ávila y Álvarez hacia Totora, mientras Yupanqui se quedaba en el carro blanco.
El 1 de abril de 2008, luego de la muerte de los tres policías, un informe de Inteligencia alertó sobre la existencia de un grupo de personas que se dedicaba al “volteo” de droga en Quillacollo. Con la descripción física del varón (Nicanor Rojas Díaz), lo siguieron a él y a dos mujeres (Sabina Jaimes y Gertrudes Siñani) desde la Terminal de Buses, hasta un domicilio ubicado a 850 metros al norte del surtidor Iquircollo.
Las tres personas entraron a una casa, hicieron movimientos extraños y al percatarse que afuera había policías, huyeron hacia la avenida. Las arrestaron, los policías requisaron la casa, en una habitación encontraron una bolsa de yute con 6 paquetes envueltos con cinta masquin, que parecían cocaína y pesaban un total de 8.945 gramos.
En la habitación 2, encontraron uniformes de distintas unidades policiales a nombre de Gerardo Jherar Flores Quiroz (Diprove, Felcn, camuflado), una libreta militar de Gerardo Flores, una balanza granera, un revólver con 12 cartuchos de estopines de goma, 22 proyectiles 9 milímetros, una billetera y documentos a nombre de Flores, además de dos placas de vehículo 988-KXG.
Gerardo Flores vivía en esta casa, pero aseguró que una pareja cuidaba de la misma mientras él estaba de viaje y que los paquetes hallados, les pertenecían a ellos, pues sus cosas estaban en otra habitación. Hubo versiones de que la prueba del narcotest dio positivo a droga en la vivienda, pero el laboratorio descubrió que no se trataba de cocaína y que estos paquetes suelen ser usados por los volteadores para engañar a los narcos. El fiscal Miguel Trigo, ni siquiera imputó a las personas arrestadas y explicó que al no existir droga, no podía procesarlos. Gerardo Flores también quedó libre de culpa, “por falta de suficientes elementos de convicción”.
“Siguen operando”
El 9 de mayo de 2008, el policía Marco Antonio Quiroz (señalado por una de las viudas como parte del grupo que fue a Epizana), fue hallado en la plaza Bolívar dentro de una vagoneta, con el ex recluso Roberto Cossío alias el Carita de Ángel, quien se hizo pasar por un coronel en Epizana. El policía intentó justificar el hecho diciendo que tomó los servicios de taxi del ex presidiario.
Una fuente en Quillacollo señaló que el grupo no cesó sus volteos nunca y acotó que la droga robada era comprada por Serafín J. “Es un narco que les mandaba a hacer volteos y les compraba la droga, él vive en Bella Vista, por Marquina y a su hija la agarraron una vez en la casa del Flores. Antes que lo atrapen el 1 de septiembre, con el volteo de los tambores de coca, el grupo se reunía en la casa de Gerardo, que es por el kilómetro 11, al norte del surtidor Iquircollo”, develó.