Los opositores le anticipan a Evo lo que harán para defenderse de su gobierno y así aseguran la derrota antes de empezar la guerra.
Fotos: Ortiz (izq) en una protesta contra Chávez y los diputados Montenegro y Marisol Abán, son puntales en la campaña de denuncia sobre los abusos del régimen masista.
Existen parlamentarios y dirigentes opositores que lamentablemente no se preocuparon por darle una ojeadita a los muy citados pero poco leídos “El Arte de la Guerra ” de Su Tzu y al otro clásico “De la Guerra” del general alemán Klaus von Clausewitz.
Particularmente este último teorizaba sobre las estrechas relaciones que existen entre la guerra y la actividad política. Concretamente afirmaba que la guerra era la continuación de la política, por otros medios.
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Hay que aclarar que el estratega alemán en ningún momento quiso decir que la política, como la guerra, debía también ser resuelta a balazos o cañonazos sino que en ambas existen elementos y criterios estratégicos comunes.
Una vez aclarado este punto se debe decir que un elemento estratégico imprescindible tanto en la guerra como en la política es el sigilo. Esto significa que el adversario no debe conocer de ninguna manera cuales son los pasos que se ejecutaran para obtener el resultado deseado en toda confrontación, que es simple y llanamente la victoria.
Si el enemigo conoce nuestros planes, la disposición de nuestras tropas y nuestra estrategia de ataque, naturalmente tomará las previsiones necesarias para repeler la acción y de acuerdo a los dos teóricos de la guerra, el resultado no puede ser otro que la derrota.
En el último tiempo dirigentes opositores han anunciado con gran despliegue publicitario, su asistencia a diversos foros internacionales para denunciar los abusos que está cometiendo el gobierno de Evo Morales en diversos campos, cuya visión ha sido frecuentemente obstruida por ese velo que ha tendido la propaganda masista en los ojos de la comunidad internacional.
Las pasadas horas dos nuevos emprendimientos han sido anunciados con varios días de anticipación a que se concreten y que por las consideraciones tácticas y estratégicas citadas anteriormente, estarían destinados al fracaso.
El primero: el viaje de una comisión del Senado para entrevistarse con personeros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA para denunciar las muertes y ejecuciones producidas durante el actual gobierno, además de las detenciones y persecuciones contra dirigentes políticos y cívicos de la oposición.
El segundo, el viaje de algunos diputados a Irlanda, Hungría y Rumanía con fines de investigación en relación al caso de los tres supuestos terroristas acribillados durante el operativo realizado en el hotel Las Américas de Santa Cruz.
En ambos casos todos los detalles ya han sido anunciados con total candidez lo que naturalmente le facilita al Ejecutivo a que tome las previsiones para desbaratar los argumentos que puedan esgrimir los denunciantes y, además, inicie un intenso trabajo a través de las embajadas y sus amigos en organismos y fundaciones internacionales para conformar un lobby que muestre al gobierno de Evo Morales como el eterno agredido.
Y como de costumbre seguro que se acudirá al trillado argumento del “racismo” y se volverá a mostrar a Evo como el blanco de una oscura conspiración oligárquica que no se resigna a perder sus privilegios.
Esta manía (recordemos lo que le ocurrió al cívico Nuñez en Suiza) de anunciar con anticipación por los medios lo que se piensa hacer ya sea para enfrentar o denunciar los abusos del «monstruo» todopoderoso que encarna Evo y el MAS, resulta incomprensible en experimentados políticos y muestra a una oposición que encima de padecer la implacable arremetida oficialista se mete auto goles.
Es muy probable que los resultados de las gestiones para mostrar la realidad de lo que ocurre en Bolivia serían mucho más positivos si en lugar de una evidente intención figurativa existiera una planificación más rigurosa tanto en términos tácticos como estratégicos.
Lo que está ocurriendo en Bolivia es muy grave y justifica a plenitud todas las denuncias que los cívicos, políticos, empresarios u otros ciudadanos quieran hacer sobre el tema; por ello no esta bien que gestiones que debieran ser muy serias aborten por mera figuración mediática. Con esta «estrategia de la derrota» lo único que se logrará es que los abusos continúen y que la imagen de “pobre indiecito agredido” que Evo Morales explota con habilidad, se refuerce en la comunidad internacional.