Un globo, dos globos, tres globos, un niño y un padre sin escrúpulos. Medio EEUU sostuvo la respiración ante las peripecias del ‘niño del globo’.
Falcon Heene, el ruiseñor postizo, junto a su padre Richard, el urdidor del montaje del ‘niño del globo’. | Reuters
TeleTridente
Nico Rey
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21 de octubre de 2009.- Un buen periodista, si elige el enfoque adecuado, puede entender a un gato o a un árabe. El problema es la elección, y si elige mal acabará arañado o desconcertado. (A. J. Liebling)
Un globo, dos globos, tres globos, un niño y un padre sin escrúpulos. Medio EEUU sostuvo la respiración ante las peripecias del ‘niño del globo’. Las televisiones de la aldea global siguieron en directo su ‘angustiosa’ travesía y muchos fueron los medios de comunicación ‘serios’ que dieron la noticia: Un niño desaparece tras salir volando en un globo fabricado por su padre fue el titular.
Al final, ni el niño viajaba en el globo, ni sus hermanos le vieron subir a él y todo era un burdo montaje. ¿Cómo puede un sencillo padre de familia engañar a medio mundo para darse publicidad y promover un programa de televisión? ¿Quién contrastó la información? ¿Dónde estaban los periodistas? Curiosamente, los internautas y los tan denostados blogs comenzaron a poner en duda la historia. Me río yo de los gurús mediáticos y de los santones del papel que todavía piensan que la blogosfera no está a la altura de las columnas de los diarios serios, ¡juás!
El caso de Falcon Heene, el pequeño ruiseñor postizo que nunca llegó a volar, es un ejemplo más de lo fácil que es colarle goles a la prensa. El documental ‘Starsuckers’, que se estrena a finales de octubre en el Reino Unido, mete el dedo en la llaga y relata lo sencillo que es vender exclusivas de pega a diarios sensacionalistas como el ‘Daily Express’, ‘The Sun’ o el ‘Daily Mirror’.
Estos periódicos publicaron noticias rotundamente falsas como que el pelo de Amy Winehouse había ardido o que Guy Ritchie se lesionó un ojo haciendo malabares con una cubertería. No se conformaron con matar al mensajero estos de ‘Starsuckers’, no, trataron de apuntillarlo también tachándolo de mentiroso.
Los reporteros dieron pábulo a las historias y, por supuesto, no se molestaron en hacer la más mínima comprobación. Lo peor de todo es que muchos de estos bulos se difundieron por Internet como la espuma y llegaron a publicarse en webs como las de la BBC o ‘The Guardian’. ¿Alguien lo entiende? No es fácil de comprender, pero tiene su explicación. Basta con fijarse un poco.
El recorte de medios y de personal está convirtiendo a los periodistas en meros funcionarios que no se pueden ni mover de la mesa de redacción. Si alguien quiere investigar algún escándalo se topa con toda una carrera de obstáculos y si trae una noticia comprometida, no encontrará más que peros. El periodismo está cada día más cerca del refrito, del corta y pega y de la vulgar nota de prensa, que del riesgo, la investigación o la crónica.
Siempre hay honrosas excepciones, pero Bob Woodward y Carl Bernstein hoy las pasarían putas para investigar el caso ‘Watergate’ y tumbar así al Gobierno de Nixon. La prensa es el reflejo de la sociedad y si ésta se encuentra dormida, apática y totalmente domesticada, su espejo es una prensa dócil, servil y acobardada. Y así estamos todos, tanto periodistas como lectores, tan arañados como desconcertados. (elmundo.es)