El «look» indigenista


“Sectores de indigenistas infantiles, izquierdistas infantiles y ecologistas infantiles se oponen al aprovechamiento de recursos naturales no renovables”. No lo dijo algún empecinado neoliberal ni algún trasnochado miembro de la Escuela de Chicago, sino el mismísimo Rafael Correa, presidente de Ecuador y activo militante del club chavista.

image Evo y Rafael Correa no pierden oportunidad de mostrarse luciendo camisolas y sacos con motivos indigenistas.

La frase fue lanzada en una de sus intervenciones en ocasión de la VII cumbre de presidentes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) que se efectuó el pasado fin de semana en Cochabamba y estaba referida a la actitud de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador que al parecer se creyeron el cuento de que ellos son los propietarios absolutos de los recursos naturales.



Naturalmente de la frase de Correa se puede inferir muchas cosas. En primer lugar que el respeto a los derechos ancestrales de los pueblos indígenas no pasa de ser una simple frase, oportunista y demagógica, que está siendo enarbolada por los presidentes “bolivarianos” con fines estrictamente utilitarios, esto es, de manipulación política.

Que los pueblos indígenas tienen derechos que fueron desconocidos durante siglos es evidente. Sin embargo esta situación está siendo muy hábilmente instrumentalizada por algunos gobernantes que se han alineado con los postulados del venezolano Hugo Chávez.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Sucede que a pesar de los altisonantes discursos, la situación de los pueblos indígenas no ha variado sustancialmente. Si en el pasado fueron excluidos sistemáticamente de la toma de decisiones ahora han sido incluidos pero en términos casi grotescos y con atribuciones muy limitadas: solo deben asistir a las concentraciones y depositar su voto en la orientación que, además, les marca el dirigente que en definitiva es quién se beneficia con los favores del gobierno.

La publicitada “inclusión” de los indígenas solo ha servido para encumbrar a esa nueva casta de rostro moreno, a quienes su raza, no ha impedido que se conviertan en los nuevos chupasangres; el destino de sus pueblos les interesa muy poco porque están ocupados en enriquecerse no solo aprovechando su paso por el gobierno, sino también captando ingentes recursos del exterior y de las ONGs, en nombre de los indígenas.

Otro elemento que debe ser considerado es la facilidad con que los argumentos propios se pueden volver contra uno mismo. En el caso del Ecuador se hablaba de la recuperación de la riqueza minera para que beneficie a los pueblos indígenas pero ocurre que cuando estos quieren imponer sus propios términos se convierten súbitamente en “infantiles”.

De igual forma se descartan de inmediato las líricas frases sobre la convivencia en íntima armonía con la naturaleza, con la “pachamama”.

El caso de Bolivia no es muy diferente. Evo Morales se olvida del derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre el destino de los recursos en sus territorios originarios cuando es una empresa con intereses venezolanos la que debe realizar la prospección petrolera en el norte de La Paz, o cuando sus cocaleros invaden parques nacionales y territorios de las etnias para extender los cultivos de la hoja «sagrada».

Tal como van las cosas, tanto en Ecuador como en Bolivia, países en los que existe una fuerte presencia indígena, acabará pasando lo que al aprendiz de brujo que no puede controlar las fuerzas que el mismo desató y acabarán desandando lo andado, abandonando los discursitos de balcón para revelar sus verdaderas intenciones que nada tienen de «revolucionarias» y mucho de hipócritas.