Para hacer frente a la escasez de agua y electricidad, Hugo Chávez promueve duchas de tres minutos
MEXICO (CORRESPONSAL LA VANGUARDIA – JOAQUIM IBARZ)
Gabriel García Márquez escribió en 1957 la crónica titulada “Caracas sin agua”, en la que describía la vida de un alemán que estaba viviendo en Venezuela y que, como no tenía agua para afeitarse, lo hacía con jugo de melocotón. Algo parecido les sucede ahora a los vecinos de la capital caribeña a pesar de que un litro de agua es tres veces más caro que un litro de gasolina. La escasez motivó al presidente Hugo Chávez a promover duchas comunistas de tres minutos para ahorrar agua y energía.
"Hay gente que se pone a cantar en el baño media hora. ¿Qué comunismo es ése?", criticó Chávez. "Yo lo he contado: tres minutos es más que suficiente; yo no quedo hediondo. Un minuto para mojarse, otro para enjabonarse y el tercero para enjuagarse. Lo demás es un desperdicio", dijo. El líder bolivariano incluso exaltó las virtudes tonificantes de la ducha fría.
Entre racionamientos de agua, cortes de luz e inseguridad ciudadana, se desarrolla la vida cotidiana de muchos venezolanos a los que Chávez exige austeridad y ahorro. La situación ha llegado al extremo de que el diario caraqueño TalCual dedicara ayer la primera página a un editorial de su director Teodoro Petkoff, con un título chocante, “Bienvenidos a Ciudad Gotica”. Con un humor que habrá hecho poca gracia a Chávez, Petkoff describía el estado de postración en que se halla Caracas: “Ni gotica de agua, ni gotica de luz, ni gotica de seguridad. Ni gotica de nada”.
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Los apagones se han convertido en parte de la cotidianidad de los venezolanos. Como en tantas otras cosas, se sigue los pasos de Cuba al establecer estrictos racionamientos de agua y electricidad. Un país atravesado por ríos caudalosos –Orinoco, Guárico, Caroní, Guainía- y construido sobre un mar de petróleo lucha para dar de beber a su gente y para mantener encendidas las luces. Una sequía récord, años de mala planificación, falta de mantenimiento y retrasos en inversiones para generar y suministrar energía provocan que los apagones y la falta de agua sean hechos frecuentes en gran parte de Venezuela, lo que ocasiona protestas que Chávez intenta apaciguar sin mucho éxito. La situación se agravó por el despilfarro de recursos en Bolivia, Nicaragua y Cuba que no se destinaron a generar electricidad.
Cada vez hay más manifestantes furiosos que se quejan frente a las oficinas de la estatal Corporación Eléctrica Nacional con sus licuadoras, televisores y estéreos estropeados por las subidas de tensión. Otros queman las facturas de electricidad en protesta por los recurrentes apagones. El mal servicio se agudizó tras la nacionalización de 14 compañías eléctricas desde 2007.
El economista José Guerra denuncia que la propuesta de Chávez “es que volvamos a la Edad Media, es decir, a oscuras; el régimen nacionaliza empresas para después quebrarlas por mal administrador; en lugar de invertir en plantas eléctricas, se dedicó a expropiar empresas que funcionaban bien”.
Chávez intentó desviar su responsabilidad al culpar a los ricos por la escasez de agua y luz. Hizo especial hincapié en que los “ricos le niegan el agua a los barrios pobres porque riegan el césped de sus casas y lavan sus carros (coches)”. Dijo que los millonarios “son los que más malgastan” porque tienen piscinas, jardines, un televisor en cada cuarto y lavan sus coches de manera compulsiva. Obvió comentar que la mayoría de los venezolanos acaudalados están ya fuera del país y que los nuevos ricos son los llamados boliburgueses, chavistas enriquecidos, y mucho, con la revolución.