Los políticos por demagogia hacen promesas difíciles de cumplir. En ese sentido, una propuesta ha surgido en las últimas semanas, sobre la creación de una moneda regional, incluso se ha sugerido nombres como Sucre o Pacha, tomando en cuenta procesos de integración como el de la Unión Europea, que aglutina a casi la totalidad de Estados del Viejo Continente.
Esto no sucede con América Latina, aunque algunos gobernantes están desesperados por hacer realidad la creación de una moneda regional, dicen que con la finalidad de favorecer y agilizar la balanza comercial entre naciones y reemplazar las actuales monedas de cada país. Pero la ejecución de una iniciativa de tal naturaleza requiere de cierto tiempo, es decir que para el cambio de monedas nacionales se necesita una planificación meticulosa que demandará años. Antes de implantar una moneda propia en Latinoamérica, previamente se tiene que realizar los estudios necesarios, lo que tienen que comprender los gobernantes que participarán en la Cumbre Presidencial del ALBA.
Los mandatarios de la denominada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América deben constituir una comisión que estudie todo lo concerniente a la creación de la moneda regional que, según quienes la proponen, suplirá al dólar en los intercambios comerciales entre estados de la región. Por ejemplo la adquisición de gas boliviano por parte del Brasil es una transacción comercial que se la realiza en dólares americanos, aspecto que es observado por algunos gobernantes que profesan ideologías totalitarias que no se ajustan al momento histórico que está viviendo la humanidad.
En cuanto a la proposición de llamar Sucre a la nueva moneda, no se toma en cuenta que esa dominación correspondía a la moneda nacional de Ecuador, que no tuvo el éxito deseado. Por tal razón fue descartada por algunos gobernantes de países que están de acuerdo con crear un signo monetario de los pueblos de América Latina. Ese hecho tiene que ser motivo de reflexión de los presidentes del ALBA, para no cometer errores que sean motivo de mofa de la gente. Esas incomprensiones revelan que no hay coincidencia de criterios ni la comunicación que es necesaria en todos los procesos de integración regional.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Para imponer una moneda como la mencionada lo primero es lograr la aceptación de todos los países involucrados en el proyecto, sobre todo de aquellos que están catalogados como industriales y que exportan no solamente materias primas, como Argentina, Brasil y Chile, cuyas transacciones las realizan en dólares, sin dejar de mencionar a Uruguay, Colombia, Perú y otros. Para evitar contratiempos y rechazos a la moneda regional, quienes lideran el ALBA tienen que bajar de su pedestal y observar lo que realmente está pasando en la región, donde ha surgido la confrontación entre gobernantes que no comparten ideologías, con críticas y observaciones mutuas que son respondidas en algunos casos con insultos y diatribas.
Además hay que considerar que la creación y puesta en circulación del Euro, moneda del Viejo Continente, llevó por lo menos 40 años, porque el tratamiento del tema se inició en 1969 y en 1999 entró en vigencia. La Comunidad Económica Europea es producto de un proceso de integración al que se van sumando casi todos los países de ese Continente y por tanto aceptan y apoyan los avances en esa materia. Un factor importante para esa unidad es que esos Estados tienen economías sólidas y sus diferencias incluso territoriales han sido resueltas, lo que no ocurre en Latinoamérica.
En cuanto al ALBA como proceso de integración, los países que lo integran en una primera etapa deberían tener como meta el fortalecimiento de la Democracia, dejando a un lado toda clase de atropellos, asumiendo posiciones que reflejen la realidad de la región, al margen de ideologías y posiciones fundamentalistas y radicales. Se tiene que tomar en cuenta, finalmente, que la implantación de una moneda regional no podrá llevarse adelante por el pobre intercambio comercial que existe entre los estados que la conforman, con excepción de alguno de ellos por el petróleo que posee y lo exporta.