El viceministro Sacha Llorenti empeñó en Washington la palabra del Gobierno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) e inmediatamente, Valentín Meléndez, miembro de ese tribunal, se hizo eco del compromiso. “Esperamos una invitación formal para que podamos visitar Bolivia”, dijo Meléndez, quien minutos antes le había recordado al funcionario boliviano el incumplimiento de una recomendación de la CIDH del 2006 para recomponer el vapuleado Poder Judicial a través del nombramiento de las autoridades correspondientes. El representante también le llamó la atención por la falta al compromiso de buscar soluciones amistosas a los problemas políticos internos del país. Llorenti seguramente se habrá sentido incómodo por tanto jalón de orejas. El asunto es que la CIDH es muy distinta a la OEA de Insulza que se ha venido portando bien “cuatacha” con Chávez y sus amigos. La CIDH no es una instancia política como su organización matriz; sus análisis e investigaciones son netamente jurídicos ¿Habrá invitación?
Bajo el penoco – El Día