Sencillamente vergonzoso lo que ha hecho el gobierno boliviano con su decisión de suspender a la magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Rosario Canedo. Se trata de una doble afrenta a ella como mujer y otra contra la justicia, que con todos los bemoles que tiene en Bolivia, es la única que puede garantizar la convivencia en un Estado civilizado.
La ministra Rosario Canedo, ayer, en el hemiciclo parlamentario, donde mantiene su huelga de hambre (Foto de La Prensa)
La gente ha sido testigo de muchas sesiones parlamentarias francamente bochornosas pero la de este jueves, sin duda, ocupará un lugar destacado por el inusitado despliegue de cinismo, abuso y arbitrariedad que hizo gala la bancada oficialista.
En esta sesión no solo se pisoteó normas procedimentales legislativas sino que se pudo ver como un «valiente» diputado indígena del MAS se paró detrás de la magistrada Canedo para insultarla mientras esta hacía uso de la palabra. Además, un grupo de voluminosas diputadas masistas gritaban ¡flaca! a una diputada opositora que tuvo el buen tino de no intentar sobrepasar el cerco que le habían puesto sus robustas colegas oficialistas. Las diferencias físicas eran más que evidentes y las consecuencias de un enfrentamiento, previsibles.
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Como se dijo en otras oportunidades, en este como en otros casos, la legalidad es lo que menos importa. Lo que busca el gobierno del MAS es anular a la Corte Suprema de Justicia como se lo hizo antes con el Tribunal Constitucional y el Consejo de la Judicatura.
Evo no quiere control constitucional ni judicial alguno y espera en el 2010 poder designar mediante la Asamblea Legislativa Plurinacional que presume será enteramente oficialista, a los nuevos operadores de justicia que responderán a su mandato.
La suspensión de la magistrada Canedo y la inminente paralización de la Corte Suprema de Justicia por la falta de quórum en sala plena, no es más que otro paso dirigido a instaurar un Estado totalitario, donde las decisiones vengan del ejecutivo que se erigirá en el árbitro supremo e incontrastable de toda la vida nacional.
Esta decisión fue mostrada de manera descarnada en el hemiciclo donde la bancada masista hizo ostentación del poder que disfruta en la actualidad y que sueña con hacerlo absoluto a partir del seis de diciembre.
Todo hubiera resultado hasta cierto punto gracioso si es que esta sesión no representara un adelanto de lo que sucederá en el futuro si es que el MAS alcanza su objetivo de tener un control absoluto del Parlamento, lo que implicaría que tendrá también el poder judicial bajo su total control. La «legalidad» masista ha demostrado que puede ser muy perniciosa para los disidentes y para los derechos y libertades de los ciudadanos del país.
Hasta el diputado «satuco» Gustavo Torrico, que se apresuró a declararse en huelga de hambre para contraatacar la medida de la magistrada Canedo, se dio el lujo de decir que el proceso había sido llevado adelante respetando todas las normas, lo que equivale a que el carnicero del barrio nos diga que la teoría de los quantos de Max Planck influyó en la formulación de la teoría de la relatividad.
Ya es costumbre que la mayor parte de los diputados masistas no entiendan ni jota de lo que se está tratando (varios apenas saben firmar para cobrar su dieta) y solo están atentos a la orden de levantar la mano y bajar la mano.
Pero la grotesca payasada no quedó ahí. Los policías encargados de la custodia cumplieron escrupulosamente la orden emitida por el presidente de diputados, Edmundo Novillo, de no dejar pasar ni una sola frazada con la que pueda abrigarse la magistrada Canedo que decidió declararse en huelga de hambre en el hemiciclo.
En suma, Rosario Canedo, fue víctima de la arbitrariedad masista y del inclemente frío que azota de manera permanente al vetusto edificio parlamentario. Ella, que en el pasado asesoró y defendió a Evo Morales de un proceso por narcotráfico, dijo que se trata solo de una muestra de lo que nos espera a todos los bolivianos si el MAS consolida su hegemonía en la cita electoral de diciembre.