Humberto Vacaflor Ganam en laprensa.com.bo
Suelen decir que las mulas no eran ariscas: los palos las hicieron. Si las inversiones no llegan a un país, como es el caso de Bolivia, es que fueron ahuyentadas, no necesariamente con palos.
Ahora, el Gobierno nacional está ante un grave dilema. Quiere atraer inversiones pero al mismo tiempo quiere avanzar hacia el socialismo.
Ambos objetivos son excluyentes. O atraes inversiones o eres socialista.
El Gobierno del presidente Morales sabe que este dilema es difícil, pues toca las raíces de sus creencias. Pero algo está haciendo.
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Con mucho sacrificio, el Gobierno ha avanzado en el propósito de negar a los pueblos originarios el derecho que la Constitución les había dado de vetar algunos proyectos industriales que supusieran la explotación de recursos naturales.
Ahora las normas de protección del medio ambiente no incluyen el veto de los originarios. No han sido cambiadas las normas todavía, pero han sido obviadas por decisión del Gobierno. Es probable que se las reforme pronto, aunque sin hacer mucho ruido.
Este sacrificio del Gobierno, hecho en el caso del norte de La Paz y de la mina Corocoro, le ha costado al presidente Morales perder el premio que iba a recibir en la Cumbre de Copenhague como defensor del medio ambiente.
Se han encargado de difundir esta información las organizaciones sociales de defensa del medio ambiente, además de algunos periodistas: los no alineados.
Aunque el sacrificio mencionado ha sido muy grande, el camino para atraer inversiones es todavía muy largo.
Lo único que se ha hecho con el tema ambiental es definir que las naciones originarias no intervienen en la concesión de permisos para la explotación de los recursos naturales: es el Estado nacional el que lo hace. De facto, el Gobierno resolvió un tema que se presentó muy difícil en la Asamblea Constituyente. Lo resolvió dando la razón a los opositores.
Las tareas pendientes para atraer las inversiones comienzan por la definición del tipo de socialismo que buscará Bolivia.
Habrá que definir si todos los medios de producción serán estatizados, como ordena la cartilla del marxismo, o sólo algunos.
Habrá que saber si el socialismo supondrá que la estatización de las unidades económicas abarque a la minería, la agricultura, el comercio, la industria, o sólo algunos de esos sectores.
En fin, que a propósito de las inversiones que hacen falta, el Gobierno está forzado a meditar en lo que se propone hacer. Ha corregido algunos errores, pero el camino sigue siendo muy largo.
Habrá que acompañar este proceso desde los medios de comunicación, que quedan como los únicos fiscalizadores independientes.
Periodista