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A lo largo de dos horas y media, el presidente Morales abundó en generalidades y comparaciones con el pasado “neoliberal” y aparte de las consabidas frases hechas no delineó acciones concretas para el futuro.

image Quienes esperaban siquiera una pizca de autocrítica en el discurso-informe emitido por el presidente Evo Morales, quedaron muy decepcionados. Hizo una extensa  comparación entre su gestión y las pasadas pero solo en lo que podía resultarle favorable. Mencionó las cifras macroeconómicas pero eludió recordar cuales fueron las condiciones que posibilitaron que estas fueran positivas.

Una vez más pudimos comprobar que la lectura no es el fuerte del presidente de todos los bolivianos. Se desenvuelve con bastante soltura a la hora de improvisar sus discursos, pero entra en terreno deleznable cuando tiene que acudir a las hojas para leer algunas cifras o algunas frases textuales.



Hubo pasajes del discurso que llamaron la atención. Uno de ellos no sabemos si debemos considerarlo producto de ese sutil humor del que de vez en cuando hace gala Evo Morales. Al informar sobre la situación energética, particularmente en el sector eléctrico, agradeció la cooperación venezolana para, dijo, alcanzar niveles de eficiencia.

Si tomamos en cuenta la aguda crisis que confronta Venezuela en el sector eléctrico y que ha obligado a Hugo Chávez a disponer un severo racionamiento, la información que dio el presidente no puede ser menos que preocupante ya de esa forma es posible que también deberemos   prepararnos para soportar una situación similar a la venezolana.

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Otro de los temas que abordó fue el de la corrupción, pero como ya es su costumbre su enfoque  fue evidentemente sesgado y llegó a atribuir a la oposición la corrupción imperante en YPFB. Defendió a brazo partido a los ex presidentes de la entidad Jorge Alvarado y Manuel Morales Olivera, quienes incurrieron en serios actos de corrupción por lo que debieron salir de la empresa pero sin embargo nunca se abrió un proceso en su contra. La ministra anticorrupción, Nardi Suxo no mostró la misma celeridad que muestra en los casos que involucran a opositores y tanto Alvarado como Morales, fueron absueltos de entrada.

Jorge Alvarado intentó hacer un negocio particular siendo presidente de YPFB al vender gasolina al Brasil, en tanto que Morales se dio un bonito viaje a Cuba en compañía de varios de sus colaboradores, especialmente “colaboradoras” conocidos como los “rugrats”. Alegaron que viajaron para recibir asesoramiento de los cubanos en materia de industrialización de hidrocarburos, lo que equivalía a pedir a los esquimales asesoramiento en materia de producción de frutas tropicales.

En el recinto de la Asamblea Legislativa Plurinacional, de inmediato se comenzó a comentar que la inesperada defensa de ambos que hizo el presidente es el preámbulo para ocupen importantes cargos en la estructura del Ejecutivo. Por cierto el presidente no nombró ni de pasada el tema de su antes estrecho colaborador Santos Ramírez.

No se escuchó un  mensaje conciliador y, por el contrario, por momentos el discurso se tornaba decididamente belicoso y autoritario. Se decía a la oposición que si no acomodaban a los planes del gobierno sencillamente se les pasaría por encima.

Se trató en suma de un mensaje en el que a lo largo de dos horas y media, el presidente Morales abundó en generalidades y comparaciones con el pasado “neoliberal” y aparte de las consabidas frases hechas no delineó acciones concretas para el futuro.

Se comenta que el presidente no estuvo muy conforme tampoco con la esmirriada presencia internacional. Cinco presidentes, cuatro de ellos  los más allegados como Chávez, Correa, Lugo y Bachelet  además de un presidente de una ignota República Saharauí y un príncipe español no fueron suficientes para satisfacer la egolatría de una persona que dice estar en la visión de todo el mundo.