Un patrullero detuvo a cuatro miembros de esta comparsa; uno sacó una credencial del MAS e intentó intimidar a los policías.
¿Quiénes son o fueron los T-La Clavo, cuyo nombre en Santa Cruz es sinónimo de miedo, bravuconadas y fechorías?
2002. Una balacera entre comparsas, causó el fallecimiento de una enfermera y más de una docena de heridos.
EL DÍA
Jueves, 18 de Febrero, 2010
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Los T-la-clavo aparecen con carnet del MAS
Un patrullero detuvo a cuatro miembros de esta comparsa que según vecinos de la plazuela Callejas golpearon a tres jóvenes que los denunciaron. Mientras eran arrestados uno sacó una credencial del MAS e intentó intimidar a los policías.
La Policía detuvo la noche del martes a cuatro personas, dos de ellas miembros supuestamente de la temida comparsa los T-La-Clavo que el año 2002, uno de ellos mató de un disparo en la calle Ballivián a la enfermera Zulma Cavero durante una riña callejera entre comparsas.
Según el informe policial, un patrullero dependiente del Batallón de Seguridad Física se trasladó hasta la plazuela Callejas donde a denuncia de los vecinos 15 comparseros, entre hombres y mujeres, golpearon a tres muchachos en una pelea callejera y los intimidaron con armas de fuego. La Policía logró identificar a cuatro de los agresores, dos hombres y dos mujeres que fueron conducidos desde la calle Cobija hasta celdas policiales.
En ese ínterin, uno de los arrestados que fue llevado hasta el puesto policial del distrito 1 (estadio Tahuichi) de nombre Juan Pablo M. sacó una credencial del Movimiento Al Socialismo y se identificó como militante activo queriendo obligar a los uniformados a que dejen libre a sus demás compañeros. “Ustedes tienen la obligación de soltarnos porque somos del MAS”, decía cuestionando a un subteniente E.C.D. mientras era captado por cámaras de televisión.
El abogado de los agredidos, Néstor Higa, informó que los comparseros llevaban la bata de los T-La-Clavo y golpearon a sus clientes y los amenazaron con armas de fuego. “Tengo entendido que de uno de los arrestados la madre es policía (Mario Franco M.)”, afirmó.
La fiscal Mirtha Mejía, que atendió el caso de uno de los cuatro denunciados, informó que las víctimas presentaron su desistimiento para que no se les siga un proceso. “No entiendo cómo uno de ellos vino a parar a Crimen Organizado si debía estar con el resto en División Personas, pero ya presentaron un desistimiento”, confirmó.
Ref. Fotografia: EXCESOS • Personal municipal limpia el piso de una plazuela ensuciada y pintarrajeada
El comandante de la Policía Nacional, Óscar Nina Fernández, dijo que este año se registraron 63 muertos: 8 suicidios, 18 homicidios, 1 asesinato, 11 fallecidos en accidentes, 25 fallecidos por diferentes causas. El 2009 fueron 73 fallecimientos durante carnaval.
En Santa Cruz, el comandante de la Policía, Humberto Echalar, ponderó el comportamiento de las personas en este carnaval debido a que redujeron los hechos violentos a comparación de otros años. El 2009 se atendió 480 casos entre muertes y accidentes. Este año 432.
63 muertes deja el carnaval en toda Bolivia, 10 menos que el 2009.
9 muertes registró la Policía en Santa Cruz entre asesinatos y suicidios.
NOTA DE ARCHIVO:
Los T-La Clavo usa el carnaval para sembrar violencia
La Razón, 14 de febrero, 2005
Víctor Hugo Méndez, muerto este año
Mientras la noche del domingo de carnaval caía, y las comparsas bailaban y daban rienda suelta a la alegría de la fiesta cruceña, el cuerpo sin vida de Víctor Hugo Méndez, de la comparsa T-La Clavo, yacía inerte en calle Ballivián del centro de la ciudad. El disparo de un desconocido le provocó la muerte. Tres años antes y en la misma calle, una balacera entre comparsas, causó el fallecimiento de una enfermera tarijeña y más de una docena de heridos. En ambos casos Méndez fue protagonista central con una macabra coincidencia.
El 2002, se lo acusó y luego sentenció de haber realizado los disparos que terminaron con la vida de Zulma Cavero, una joven tarijeña que observaba por primera vez la fiesta cruceña. El pasado domingo 6, Méndez estaba bebiendo y conversando con otros seis amigos, todos con las poleras de los T-La Clavo. Llegando a la medianoche, se inició una discusión de pronto se escucharon cinco detonaciones. Una de ellas impactó en el torax de Méndez, causádole la muerte instantánea. A su lado estaba su primo, Víctor Hugo Barrientos, quien había llegado de EEUU, y que también fue alcanzado por las balas. El joven falleció luego en una clínica privada.
Este año, el temor se apoderó nuevamente de Santa Cruz. Los recuerdos del enfrentamiento a tiros entre comparsas el 2002, preocuparon y alertaron a la Policía. Pero pese a que la fiesta no fue suspendida, las autoridades comenzaron a tomar recaudos para evitar una ola de violencia.
El nombre de los T-La Clavo volvió a retumbar con fuerza en la sociedad cruceña, que los catapultó a la fama, a través de los medios y los señaló como simples delincuentes, cuando sus integrantes aseguraban que sólo eran un grupo de amigos.
Pero ¿quiénes son o fueron los T-La Clavo, cuyo nombre en Santa Cruz es sinónimo de miedo, bravuconadas y fechorías?
Para muchos, una pandilla, para otros un grupo de choque organizado y para ellos una comparsa o fraternidad barrial, cuyo único error «fue no dejarnos humillar con nadie», como declaró Méndez, en una de sus últimas entrevistas, antes de salir de Palmasola el 2003.
T-La Clavo surgió del barrio Conavi, ubicado entre el tercer y cuarto anillo. Una zona urbanizada por el antiguo Consejo Nacional de Vivienda, en la que vive gente de clase media baja. El grupo apareció en los años 90. Se trataba de amigos de la zona que se reunían en la placita del barrio. Su fama fue creciendo con el rumor de sus hazañas en las peleas con otros grupos y por la apariencia de sus integrantes. Se decía que todos eran «fisicudos», porque la mayoría asistía a gimnasios, practicaba boxeo y artes marciales, reconoció Méndez.
«Nos tienen envidia, todos somos deportistas, buenas gentes, pero si nos buscan nos encuentran», aseguraba. De esa forma, cualquier hecho con violencia que sucedía era vinculado al grupo, que quedó estigmatizado.
«Nos peleamos seguido porque no falta un cunumi que nos jochee», dijo Mario N., otro T-La Clavo, en una entrevista al Nuevo Día. El grupo quería estar en lo alto de Santa Cruz, pero no los aceptaban como comparsa.
Y es que lugar, discoteca, bar o centro que iban causaban problemas, destrozos y gente herida. Eso sí, nunca les faltó buena compañía femenina, que admiraba su apariencia y su genio.
No se trata de un grupo marginal. Varios de sus integrantes son profesionales, muchos abogados, el resto estudia en universidades privadas y hasta en sus filas figura un conocido futbolista del medio local.
De ahí, que las comparsas tradicionales de Santa Cruz nunca reconocieron a los T-La Clavo como parte de su carnaval. «Son unos 20 pandilleros», dijo Guillermo Capobianco, entonces presidente de la Asociación Cruceña de Comparsas Carnavaleras (ACCC) el 2002, quien incluso los denunció ante las autoridades policiales. Proceso que no prosperó por el «temor a las represalias». El grupo fue rechazado a entrar en el corso desde el 2001. «¿Te la Clavo? ¿Qué nombre es ese? No, esos no saltan en nuestro carnaval», dijo otro dirigente de la ACCC al descartar su ingreso, según los mismos miembros del grupo. «Decían que el nombre era muy atrevido».
Pero de una u otra manera, los T –La Clavo siempre se las ingeniaban para ser noticia y estar en el comentario de la gente, así sea a fuerza de patadas y puñetes.
Por eso su nombre sonaba con más fuerza en los carnavales. Los hechos violentos los hacían temibles. Varios jóvenes los acusaron por haberlos golpeado, pero luego optaban por no seguir el proceso. La Policía los tenía fichados, pero no los podía detener sin una denuncia formal.
Con la fama, llegaron los contactos con grupos de poder. Varios de sus integrantes fueron contratados como seguridad por la Universidad Mayor Gabriel René Moreno. También se los utilizó para presionar a autoridades ediles en apoyo del ex alcalde Roberto Fernández. Pese a su historial de violencia, solo Víctor Hugo Méndez y Durling Chávez, tenían antecedentes.
El punto culminante de su fama ocurrió hace tres años. Semanas antes del carnaval del 2002, en el parque Urbano se armó una pelea campal entre los miembros de los T-La Clavo y los Cambas Patrones, de la que no hubo ganadores ni perdedores. La revancha estaba a la vuelta, el último día de carnaval, las comparsas bailaban por la calle Ballivián, cuando de pronto comenzó una trifulca y luego se escucharon disparos.
Producto de ello resultaron heridas 15 personas, entre ellas una joven enfermera, Zulma Cavero, quien falleció días después. Los integrantes de ambas comparsas fueron acusados formalmente del hecho. Aunque ambos se acusaron de haber iniciado la balacera en la calle.
Luego de la investigación, dos T-la Clavo, Víctor Hugo Méndez y Durling Chávez y un Patrón, Roly Salvatierra, fueron juzgados y sentenciados a tres años de cárcel. El único que fue a Palmasola fue Méndez, quien cuando gozaba de libertad condicional fue detenido por disparar y portar armas en el barrio de Conavi.
El jefe de los T-La Calvo salió en libertad en el 2003 y no se volvió a saber de él, hasta el pasado domingo 6 de febrero, cuando luego de protagonizar una discusión en la calle Ballivián fue muerto de un balazo, justo a pocos metros donde falleció la joven tarijeña, hace tres años.
La Policía maneja la hipótesis de una venganza o ajuste de cuentas, pero hasta el momento sólo hay pistas y rumores, mientras la fama de los T-La Clavo, vuelve a tener vigencia.
Hace días, un T-La Clavo declaró a los medios cruceños que varios grupos de delincuentes y antisociales, utilizan el mismo nombre, para cometer sus fechorías. «Por eso nos culpan de todo, cuando sólo somos un grupo de barrio», aseguró.
Un grupo que se alimenta del miedo de los demás
El nombre de la comparsa tiene un mensaje sexual y violento a la vez.
Los grupos juveniles eligen sus nombres para representar su forma de ser, causar temor y diferenciarse del resto.
Los T-La Clavo no son la excepción. Su identificación tiene dos connotaciones, la sexual y la violencia. Con lo que logran el objetivo de ser, supuestamente, auténticos. Muchas de las poleras o casacas, tienen un símbolo en la T (se escribe sólo la T) con un cuchillo. En otras se observa los genitales de varón.
Originalmente, el grupo estuvo compuesto por varones. Son entre 25 y 30 miembros fundadores. En los últimos años, el grupo creció hasta conformar los T-La Clavo Junior, del que fue partícipe el hijo del ex alcalde y jefe de la UCS, Johnny Fernández. Su relación con los grupos de poder se comprobó cuando los medios cruceños informaron que uno de los dos muertos era hijo de un ex presidente del club Blooming y conocido empresario agroindustrial y ganadero.
«En realidad es un grupo de jóvenes, en su mayoría profesionales y estudiantes, que protagonizaron o fueron denunciados por varios hechos violentos», señaló el coronel Rolando Fernández, ex comandante departamental de Santa Cruz y ex director nacional de la PTJ.
Sus colores son el anaranjado y blanco. Con esos distintivos estaban la noche del martes de carnaval del 2002, cuando participaron de un tiroteo con la comparsa Patrones Cambas. Y con ese color de camisetas fueron encontrados sin vida Víctor Hugo Méndez y Víctor Barrientos, entre la medianoche del domingo pasado y la madrugada del lunes. La Policía recolectó en la ya famosa calle Ballivián otras poleras y pañoletas con los colores y la inscripción T-La Clavo. Un símbolo que ha tomado fuerza y presencia en la cultura joven de Santa Cruz.
LA FICHA DEL LIDER
Sin vicios • Víctor Hugo Méndez vivió y murió en su estilo. Era pesista y practicaba el fisicoculturismo y las artes marciales. Aseguraba que nunca fumó y que tomaba poco, pero cuando lo buscaban, no se escapaba de ninguna pelea.
En el deporte • Antes de salir de la cárcel de Palmasola ofreció una entrevista a El Nuevo Día en la que expresó su deseo de participar en una competencia de fisicoculturismo.