Daniel A. Pasquier Rivero
El mundo se horrorizó frente a la escena del degüello de perros en Achacachi. Los “poncho rojo” simulaban con su furia las ejecuciones deseadas del Comité Cívico de Chuquisaca y Santa Cruz. ¿Desconocían la dimensión del acto de barbarie? En Europa los noticieros cortaron la escena en la Tv, los comentarios verbales de los principales medios de comunicación reflejaron el sentimiento de repudio de la comunidad occidental a semejante práctica primitiva y cruel. Era el repudio a la irracionalidad, donde los sentimientos altruistas, la conciencia humanitaria global, no tienen cabida.
No hay piedad donde no hay racionalidad. Las mutilaciones de genitales en mujeres, el tráfico de menores y de órganos, la prostitución inducida con fines de lucro, la promoción de la adicción a drogas fuertes, la cacería de pueblos enteros por simples motivos de color, religión, etnia, etc. ya no son admisibles, revuelven las tripas abdominales e intelectuales a cualquier ser humano sano y bueno.
La libertad no tiene precio y menos la libertad de conciencia. El ser humano les ha puesto un precio tan alto que no ha dudado en jugarse la vida por defenderla: Sócrates, Espartaco, Jesús de Nazareth, Tomás Moro, Katari, Lincoln, Gandhi, Washington, Soltzenitchen, Mandela, los mártires héroes de la independencia, Ibáñez, los Domingos y los protagonistas de la gesta del 11%. Tampoco es corta la lista de los que aplastaron la libertad y la vida.
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Pero esa es la historia, una batalla entre fuerzas a favor y en contra de la libertad. El 21 de octubre de 1869 José Martí era condenado a presidio y trabajos forzados, por oponerse a un régimen opresor. Cuba en 1959 tenía una cárcel por provincia, seis; hoy se calculan más de 350, en las que se reparten disidentes y opositores a la dictadura de Castro. Zapata, el último mártir, “libre al fin”, para escarnio y juicio a los autores de las tres “palizas” por día. La dictadura no acepta la existencia ni la necesidad de la oposición, cuando por el contrario esta es garantía de mejor gobierno, de estabilidad y paz social. La democracia, con sus imperfecciones, se fundamenta en el respeto a las minorías. Y bajo ningún artificio la democracia debe servir para sacramentar la violación a los derechos humanos. Llegado un punto, hasta los compañeros de viaje prenden la señal de alerta. Francia ha “llamado solemnemente” a la liberación “urgente de todos los presos políticos en la isla”. No se puede esperar a la muerte de Guillermo Fariñas, sicólogo de 48 años, 14 días en otra huelga de hambre en Santa Clara, pide la excarcelación de 26 presos políticos en mal estado de salud. De los 75 de la Primavera del Terror, 43 purgan condenas de hasta 28 años en prisión; 8 están con licencia “por serias enfermedades”, es decir, morirán físicamente libres porque la prisión ya hizo su trabajo. ¿Y Lula da Silva duerme con esto? ¿Y la diputada B. Tejada pide respeto a Cuba?, si es eso lo que se está exigiendo a los Castro.
¿Dónde va el Estado Plurinacional? Una verdadera líder, Dña. Sabina Cuellar, madre de un montón de hijos, viuda, disidente del MAS y que dio la cara por la oposición lo ha expresado todo en una frase “que Evo dicte las sentencias”, sí, porque ha concentrado en él todos los poderes. El ministerio público se afana en agilizar solamente los casos que atañen a opositores y candidatos el próximo 4A, mientras los 70 muertos de los primeros tres años del MAS no encuentran satisfacción ni culpables; los atentados contra periodistas, a plena luz del día, por agentes de la policía o del gobierno, no se esclarecen; y los ejecutados en el Hotel Las Américas, a pesar del reclamo internacional, duermen el sueño de los justos.
Esto no es cuestión de derechas ni de izquierdas. No hay Derecho, ni hay derecho a tener así a la ciudadanía. Se atropellan y se suspenden de hecho las garantías constitucionales. La CPE, evidente, no se la leyó antes de su aprobación, pero esto ya se debió remediar, al menos para los primeros artículos: “la soberanía reside en el pueblo” (art. 7), no le pertenece a una persona y el porcentaje de votos recibido no justifican nada fuera de la ley; el “ama llulla” del art. 8, además de ser un mandamiento para los católicos, convierte el “no seas mentiroso” en mandato constitucional, sin embargo las promesas, la firma de contratos, la noticia en los medios oficiales, no coinciden con la realidad del país; el gobierno está obligado por la CPE, aunque no le guste, a “construir una sociedad justa” (art. 9.1) y eso no se hace desconociendo derechos a unos y atolondrando a otros con “supuestos derechos de superioridad”; el art. 10, a la letra, “Bolivia es un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz”, parece un error en la CPE, en realidad se quería decir “promueve la cultura de La Paz y el derecho a La Paz”
Esto es fruto de la corrupción de los dirigentes y de todo el sistema político. Si es criticable el accionar dictatorial de este gobierno, también lo es, y lamentable, el espectáculo bochornoso que está ofreciendo la escasa oposición. En menos que canta un gallo ya salieron a relucir las mezquindades y ahora se pelean hasta por una silla. Claro, algo más (MAS) hay detrás. Son los zorros viejos los que mueven los hilos; los jóvenes todavía son una promesa, algunos han dado señales de que les sería suficiente una beca para un posgrado al exterior. Santa Cruz no se merece esto. El país tampoco.
Es hora de que la “resistencia a la opresión” sea asumida por todos. Hay que romper el círculo vicioso de revancha, persecución y desconocimiento a los derechos fundamentales del ciudadano. Aunque hoy no lo crean, de seguir en esta lógica, mañana les tocará huir a los oficialistas. Es la ley de la selva. Las fuerzas democráticas tienen que insistir en el respeto a la ley, una para todos, unidos en la defensa del Estado de Derecho, en el reclamo incesante por el respeto a los Derechos Humanos, porque no habrá Patria sin democracia, no habrá Patria sin libertad.