Soplidos de Presidente


Quizá no soplen vientos pero sí brisas de cambio y, bajo el paraguas del ideario socialista, los robos, las corrupciones y otras barbaridades, cual chat, ventean en tiempo real.

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Oscar Díaz Arnau*, La Razón



Siguen soplando vientos de cambio, de proceso de cambio. No son tiempos de injerencia de un poder sobre otro, son tiempos de coordinación de poderes. El Gobierno quiere hacer que se vea bien lo que antes se veía mal. Viene soplando por lo menos una brisa de cambio, ¿de cambio de mentalidad?

Evo Morales es la encarnación del cambio, del proceso de cambio. Por su mente pasan las ideas que con frecuencia parecen suyas, y por ahí pasa cada idea… Nada de qué preocuparse. El cambio, como vuelta de página del neoliberalismo a otra que con frecuencia se parece a la anterior, nunca es fácil de leer.

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Antes, los presidentes miraban de arriba al pueblo y le hablaban en difícil para marearlo, o directamente lo ignoraban. Con gobiernos hambreadores, tenía que transcurrir algo de tiempo para que el pueblo se enterase de los robos, las corrupciones y demás miserias del capitalismo, y frecuentemente el pueblo terminaba decepcionado. Los tiempos han cambiado, estos son tiempos de cambio. Ahora, el Presidente mira al pueblo desde las bases, le habla en facilito y lo decepciona de frente. Quizá no soplen vientos pero sí brisas de cambio y, bajo el paraguas del ideario socialista, los robos, las corrupciones y otras barbaridades, cual chat, ventean en tiempo real.

El país avanza hacia el cambio, que está en proceso. ¿Proceso de cambio de mentalidad? O a qué va el Presidente a los cuarteles para pedir “nuevos oficiales con orientación ideológica”; que se cuadren frente al proceso, al proceso de cambio. Qué pretende cuando se dirige a los periodistas y les reclama porque son los únicos sindicalizados que no responden al proceso, al proceso de cambio. ¿Y cuando olvida las arraigadas costumbres de la protesta y el bloqueo (que él mismo inculcó en el pueblo) al exigir subordinación, sin chistar, al proceso de cambio?

¡Qué Presidente más particular! Y, ya era hora de que Bolivia tuviera uno, un presidente que sople, aunque sea, un céfiro de cambio. Para bien o para mal pero que sople, que haga algo.

El proceso parece irreversible y el cambio tiende a comenzar por la mente; tanta falta que hacía una buena jabonadura de cerebro. No importa si el cambio se arremolina en una madeja de delirios, exabruptos y ansiedades que con frecuencia se asemejan a memorables probaditas de la inteligencia neoliberal. No importa si el cambio se encaja sin vaselina; Presidente patológico, que no escatológico. Vamos, nada importa, nunca será fácil el cambio. Vamos que el puerto de destino merece la pena.

Como la prensa no es independiente y está ligada al pasado, al no-cambio, señorita periodista no pregunte, usted pertenece a la vieja estructura de pensamiento, usted es un resabio del neoliberalismo. Artillería pesada contra la prensa pasada: “¿De qué medio es usted…? Quiero que saques textualmente lo que digo, voy a controlar si hay libertad de expresión, ¿entendido?, ¿has escuchado?”. Yo sí, y muy bien. Hay libertad de expresión, y a buen costo; de esto parece que trata la frecuente alusión a la dignidad. Proceso de cambio. Sople, Presidente, que a alguna parte vamos.

*Oscar Díaz Arnau
es periodista y escritor.