Cuando la victoria sabe a podrido

En las últimas elecciones y referendos Pando adquirió un enorme significado simbólico, aunque el número de votantes en el departamento no tiene mucha incidencia en el conjunto nacional. De hecho los cerca de 40 mil votantes pandinos podrían equivaler a los de un barrio mediano en las ciudades de Santa Cruz o La Paz.

image

Cobija. Militantes del MAS ejercieron un violento acoso sobre los vocales del Órgano Electoral.



El MAS identificó al departamento de Pando como una cabecera de playa desde la cual podía perforar los proyectos autonómicos y por eso intentó por todos los medios desestabilizar a las autoridades regionales que de manera independiente a los reparos que se podría tener sobre ellas, fueron elegidas por el voto popular.

El intento más agresivo y sangriento se produjo el 11 de septiembre de 2008 cuando, siguiendo una estrategia diseñada por el entonces ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, un grupo de campesinos masistas se dirigió hacia Cobija, con la evidente intención de derrocar al entonces prefecto, Leopoldo Fernández.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Sin embargo la propaganda gubernamental presentó los hechos como una inaudita agresión en contra de humildes campesinos que solo exigían se respete su derecho a la tierra. Las repercusiones de estos luctuosos acontecimientos se perciben hasta ahora, pero como siempre, el gobierno presenta una visión sesgada y unilateral de los hechos, acomodada a sus intereses y objetivos políticos.

Después de los hechos de violencia, el presidente Morales y el vicepresidente García Linera hablaron de sentar la presencia del Estado en ese departamento y lo hicieron, aunque de una forma poco deseable. El “Estado” que se impuso en Pando es un Estado policíaco, interviniendo la prefectura departamental contra toda norma y trasladando a Leopoldo Fernández a La Paz, donde lo tienen encarcelado sin juicio alguno, en franca violación de sus derechos constitucionales y sin respeto alguno a su condición de autoridad electa por el voto popular.

La presencia militar se acrecentó en la región, con el vicealmirante Bandeira nombrado a dedo como prefecto, pero el objetivo no era preservar la integridad del territorio nacional o luchar contra el narcotráfico y el contrabando. Sus intenciones eran claramente represivas y lo demuestra el hecho de que cientos de pandinos continúan asilados en la vecina república de Brasil, sin poder retornar a sus hogares porque serían de inmediato apresados y arrojados a las cárceles paceñas.

En Pando nunca ganó el MAS, lo cual era considerado una afrenta. No se podía tolerar que un pequeño departamento opusiera tanta resistencia a las intenciones hegemónicas de Evo. Para las campañas en Pando y Beni el oficialismo usó más recursos que en La Paz o Santa Cruz lo que muestra la abierta intención de hacerse de departamentos que se habían convertido en un símbolo de la lucha contra el centralismo gubernamental; con despiadada presión sobre la Corte Electoral lo ha logrado en Pando y el MAS va ahora por el Beni, de la mano del siniestro e inescrupuloso ex ministro Quintana.

En el emblemático caso de Pando, para alcanzar el objetivo no se reparó en métodos. Prebendas, chantaje, traslado de migrantes para inflar el padrón electoral y abierta orden a los conscriptos para que votarán por el candidato Luís Flores, caracterizaron la campaña del MAS en ese departamento. Sin embargo, al parecer eso no fue suficiente y tuvo que mediar la amenaza del presidente Evo Morales a la Corte Departamental. Retomó también sus consabidos métodos de "vigilias”, “cercos” con los que acostumbra a imponer sus decisiones.

De todos modos el MAS se hizo de unas decenas de votos adicionales y obtuvo una “victoria” pírrica en Pando, por cuanto está desprovista de legitimidad. El propio Evo Morales, cuando veía a su candidato perdiendo habló de un fraude pero cuando logró imponerlo como ganador dejó de hacerlo. Para él todo se reduce a su propia conveniencia. Todo es malo si no se acomoda a su omnímoda voluntad y todo es bueno si le dan lo que quiere.

Las elecciones generales fueron las últimas en las que tanto ganadores como perdedores aceptaban los resultados, así sea a regañadientes. Los resultados del 4 de abril expresaron la voluntad del pueblo boliviano a favor del pluralismo y del equilibrio entre el poder central y el regional, sin embargo, el presidente y su entorno no son capaces de leer esta realidad.

Por el contrario las declaraciones y acciones del gobierno muestran que se ha retornado a las épocas en las que las maniobras post electorales decidían quien ganaba o quien perdía. O, peor aún, en lo sucesivo solo podrá ganar quien decida Evo Morales, porque esta claro que el próximo zarpazo será la toma del Órgano Electoral, a través de la designación de vocales afines al MAS por la Asamblea legislativa de amplia mayoría oficialista. Ese es su plan pero no el del pueblo boliviano que con seguridad encontrará el camino para preservar la democracia.