Ego de Evo Morales humillado


Daniel A. Pasquier Rivero

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El ego del Presidente estaba a punto de estallar, henchido por victorias reales que apuntaban a la hegemonía política de su partido en todo el país, el miedo calado en la médula de sus opositores, y los cantos de sirena de toda una cohorte de bufones y adulones que lo han convencido de que es más poderoso que el mismísimo Dios cristiano, ya que él solito acumula todo el poder, mientras que el otro ha necesitado por lo menos a  tres personas,  la Santísima Trinidad, para ostentar el poder que tiene. Pero como en la fábula, tanto se hinchó en su vanidad, que si no ha estallado, el domingo pasado estuvo a punto.



Tanto se jugaba Evo en esta convocatoria que no dudó en dirigir personalmente la campaña, opacando a sus propios candidatos que, disculpen, los hacía aparecer como una comparsa de opitas a los que había que  agarrar de la mano para que crucen la calle. No podían hablar a nombre propio, no podían ofrecer ni proponer nada sin el aval de quien ostenta tener la plata (los recursos del pueblo), llegando al ridículo de viajar a La Paz a pedir la anuencia antes de hacer alguna oferta a sus potenciales seguidores. Por último, no podían prescindir ni del Vice quien, a diferencia del Presi, además se mostraba  duro, amenazante, triunfalista, despiadado con los adversarios políticos, a quienes mandó el mensaje literal “no se va a tener piedad con ellos”. Sin duda,  los que  observan desde lejos y sin el apasionamiento de ser boliviano, dirían que estas  elecciones  eran una prueba de fuego para Evo y su gobierno,  que ahora le han quemado los dedos y enfriado los ánimos. En plena avenida Monseñor Rivero, un parroquiano a media fuerza al borde del sollozo repetía “Nos ganaron, compañero, nos ganaron”; a ese no se la charlan. 

La defensa de la democracia, el respeto a los Derechos Humanos, de la autonomía votada por el pueblo y no la concedida como “gracia de su Majestad, el centralismo”, el fortalecimiento del Estado de Derecho, se ha ratificado en 4 de 9 departamentos, se ha consolidado a través de gobiernos municipales en 7 de 9 capitales; los resultados son aún más contundentes  pues ciudades intermedias y pequeñas, tanto en occidente como en oriente,  le han dicho NO a la palabra del Presidente. Evo pierde credibilidad entre su gente y en sus regiones símbolo, Oruro, Achacachi, Quillacollo, Potosí, Sucre.  Es la constatación de una pésima  administración de cinco años, improvisando, mostrando a propios y extraños falencias garrafales que hacen retroceder lo avanzado más de 20 años. La política de gas e hidrocarburos no encuentra rumbo y la corrupción ha sepultado hasta ahora cualquier intento serio de darle solución. La política minera estatal, sobre todo con el Mutún,  no da pie con bola después de cuatro años, aunque sigue ilusionando con la danza de miles de millones de inversión y la creación del polo de desarrollo industrial del sudeste. El sector agroindustrial en retro, con tantas trabas y controles, sólo para justificar la importación, ¿comisión?, de alimentos y generar la dependencia. ¿El narcotráfico? bien, muy bien. 

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El ego de Evo resoplaba “más del 80%” antes de la votación; hoy, quiera o no reconocerlo, ha perdido y en pocos lugares ha ganado con holgura, en muchos, ha perdido asambleas y consejos, lo que exige para su gobernabilidad contar, con respeto democrático, con la oposición, o se paraliza el Estado. Por ahora, fiel a su ego, que es ciego, ha retomado las amenazas, el cuestionamiento de los resultados electorales en los recintos donde ha perdido (esto ya es de risa, “quiere ganar en mesa lo que ha perdido en las urnas” dice M. Talavera), y persiguen a los opositores  ganadores y  perdedores por igual, con “indicios” de nada. Es una reacción desesperada, una triquiñuela mediática simplona, tratar de desviar la atención a los resultados de la derrota.

El horno no está para bollos, justo cuando los amigos que están en apuros, requieren buenas nuevas.  Cuba en los estertores de un régimen despótico incapaz de ofrecer una solución en democracia a la dictadura de 50 años de los Castro y el PCC, que han dejado atónito al mundo ofreciendo como única salida al pueblo cubano “el suicidio colectivo”,  antes que soltar  presos de conciencia dispuestos, estos sí, a hacer valer el “libertad o muerte”; a Raúl Castro sólo se le olvidó citar el método a utilizar, cámara de gas, pastillas letales gratis o si habrá que adquirirlas en los free shop de la cadena Meliá, o  lanzada voluntaria a los tiburones del Caribe, quizás algo más innovador.   La Venezuela de Chávez ha salido más original, pues para resolver la crisis de falta de energía ha reducido las semanas a 2 o 3 días laborales,  así ahorran energía y los que tienen plata se divierten. Chávez invierte 5.000 MD en armas  para combatir al imperio (con un PIB 600 veces mayor, sólo en EUA) que atormenta sus pesadillas. El bloque, perdiendo imagen, sin comida, sin energía, sin esperanzas ni futuro, mientras Brasil se convierte en exportador de petróleo y Chile,  de gas. ¿Es  racional ofrecer plantas nucleares de la mano del otro imperio ex zarista comunista?

Conclusión: el país no es un sindicato. Sin el control de los gobiernos regionales Evo y el MAS habrá perdido, pero  la democracia en el país ganó, casi se podría decir que ha resucitado, y el proyecto “de cambio” vuelve  nomás, más  temprano que tarde, a ser compartido, discutido, cuestionado y consensuado para su aplicación. El pacto social que no se quiso hacer, o no se consiguió en la Asamblea Constituyente, se impone ahora, casi en el último minuto, gracias de nuevo al voto del soberano,  pues no es otro su  significado,  traducir la voluntad económica, política, cultural y social del país. De restablecer los equilibrios democráticos se encargarán más de 300 alcaldes, cientos de asambleístas departamentales, casi dos mil concejales que, aunque sea por sentido de sobrevivencia, no van a ser títeres del centralismo.

El Día