Iberia y British Airways formalizaron ayer su unión con la firma del contrato de fusión por el que se crea la quinta aerolínea mundial por ingresos y la segunda europea en número de pasajeros, con unos 58 millones anuales. Se trata de un paso más en la largamente esperada alianza, que se consumará a final de año tras la aprobación de las respectivas juntas de accionistas y el visto bueno de las autoridades europeas de Competencia. La rúbrica de la unión se ha retrasado una semana respecto al calendario previsto porque estaban a la espera de que FTSE, la empresa que gestiona el índice de la Bolsa de Londres, aceptase por escrito que la empresa resultante -International Consolidated Airlines Group, SA, que se conocerá con el nombre de International Airlines Group, IAG- cotice también en la Bolsa española. Así, el regulador español, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), será el supervisor con competencias en materia de ofertas públicas de adquisión (OPA).
Otro de los posibles escollos de la operación, el agujero en los fondos de pensiones de la compañía británica, no preocupa ya que hay un principio de acuerdo para que British mantenga las aportaciones sin tener que incrementarlas. En todo caso, Iberia tiene derecho a renunciar a la fusión sin penalización si no le satisface el acuerdo final a que llegue la británica con los administradores de dichos fondos en junio. La española tiene tres meses a partir de entonces para estudiar la solución. Además, se ha incluido una salvaguarda, de modo que ni Iberia ni la compañía fusionada aportarán ni dinero ni garantías financieras a los fondos deficitarios.
Noticias de TV: CNN.