Son 25 hombres y mujeres a los que persiguen 3.300 militares y policías. Los primeros, en fuga certera por los montes intricados del norte de Paraguay. Los segundos, en una carrera denodada contra el calendario para apresar al menos a algunos de "los más buscados".
El Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) tiene en vilo a un país entero.
La organización ha sido señalada como un peligroso grupo criminal responsable de secuestros y atentados. Pero también ha sido sindicada como una guerrilla izquierdista dispuesta a "disparar y matar" para revertir las injusticias socioeconómicas en un país donde el 50% de la población vive por debajo de la línea de pobreza.
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La presunta amenaza guerrillera justificó así la promulgación, el pasado 25 de abril, de un "estado de excepción", que por 30 días otorga atribuciones extraordinarias a las fuerzas de seguridad para detener sospechosos sin mayores trámites.
A la declaración, le siguió el mayor despliegue militar que ha visto Paraguay desde el retorno a la democracia, en 1989: el presidente Fernando Lugo sacó a la calle a más de 3.300 efectivos, arma en mano y ropa de fajina, que se convirtieron en presencia cotidiana en cinco departamentos norteños.
Pero, hasta ahora, el operativo Py’aguapy –tranquilidad, en guaraní- ha dado magros resultados. La detención de un supuesto integrante de la "red logística" del EPP. El cerco sobre un hombre señalado como líder que, herido y descalzo, se las ingenió para burlar a las fuerzas de élite y escabullirse en el monte. Y no mucho más.
Noticias: BBC.