Los que quieren «mano dura»


Cuando Evo está de viaje, el vicepresidente Álvaro García no deja pasar la oportunidad para hacer sentir a los ministros y viceministros su peso dentro del gobierno. Esta vez el pretexto fue la ola de protestas por el ínfimo incremento salarial establecido a despecho del país en bonanza que quiere mostrar la propaganda gubernamental.

imageFabriles intentan tomar el ministerio de trabajo y la policía utiliza agentes químicos el pasado martes. (Foto Anf)

García Linera no es precisamente una persona mesurada o equilibrada en el trato a sus subalternos y el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti y el viceministro Gustavo Torrico tuvieron la oportunidad de comprobarlo personalmente. Poco faltó para que Álvaro les mentara la madre al llamarles la atención por no haber previsto los conflictos sociales debido a la cuestión salarial.



Les dijo que debían haber tomado las previsiones necesarias para evitar que los acontecimientos tomen el curso que ya tomaron y se hayan tornado en una seria amenaza para el actual gobierno. Maestros, fabriles, trabajadores en salud y de otros gremios, con sus movilizaciones y exigencias están marcando el punto de inflexión en las relaciones entre las “organizaciones sociales” y el gobierno.

Estas organizaciones fueron controladas durante los últimos cuatro años mediante una serie de cargos para ellos o sus allegados o prebendas que incluían vehículos, sedes sindicales y dinero contante y sonante. Ante la inminencia de las protestas, el vicepresidente reprochó que no se haya redoblado la dosis con las consecuencias que ahora son visibles.

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Los dirigentes tuvieron que ponerse las pilas y entender que son dirigentes sindicales y no asalariados del gobierno como parece suponer el máximo dirigente de la COB, Pedro Montes, quien ha sido cuestionado por su absoluto sometimiento al gobierno y la “alianza estratégica” con el MAS que lo llevó a participar en las “huelgas de hambre” de Evo Morales.

Se critica que la COB haya caído en semejante grado de dependencia respecto del gobierno llegando a extremos que no se vieron ni durante los gobiernos del MNR, cuando se llegó a hablar de un “poder dual”.

La molestia del vicepresidente García surge también por la efervescencia que se ha producido en filas policiales y militares ya que todavía están en la memoria los sucesos de febrero de 2003. Sabe que el descontento en las instituciones armadas puede ser el detonante de situaciones que escapen al control del gobierno con las consecuencias fácilmente previsibles.

Los organismos de Inteligencia cubanos y venezolanos ya están trabajando para desarticular cualquier expresión de descontento entre los militares y policías y han elaborado propuestas que incluyen amplias “depuraciones” en el camino de establecer unas Fuerzas Armadas y una Policía “revolucionarias” y militantes del «proceso de cambio» que impulsa el oficialismo.

Dentro de este criterio, cualquier elemento que no esté identificado con este proceso, lo que significa decir con el gobierno del MAS, está sobrando en las instituciones policiales, cuyos generales, oficiales y tropa fueron severamente advertidos por Garcia Linera, Lllorenti y hasta por el pinche viceministro Torrico de que si se atreven a deliberar (es decir, cuestionar la política del gobierno) serán echados de la institución.

Por otra parte la propuesta del vicepresidente para crear un organismo de “inteligencia” (una UTARC remozada) que hay que aclarar dependería directamente de su persona, estaría dirigida a solucionar las falencias que considera existen en la prevención y represión de conflictos, a los cuales englobará de manera genérica como parte de conspiraciones terroristas y separatistas.