Paloma Cervilla
Monumental bronca a Zapatero en el Senado. Unos tres minutos de cruce de abucheos entre los grupos popular y socialista trasladaron ayer al Parlamento la crispación que ha generado el «decretazo social» del Gobierno y que ya empieza a pasarle factura al presidente.
La sesión de control al Gobierno de ayer en el Senado devolvió a José Luis Rodríguez Zapatero a la realidad de la calle, ya que no sólo tuvo que enfrentarse a la bronca de los populares, sino a las primeras protestas de los funcionarios por su recorte salarial. No fueron más de veinte, pero un grupo de trabajadores de la Cámara Alta, vestidos de negro y con unas dianas de papel colgando del cuello, intentaron acercarse al presidente para hacerle llegar su malestar. No fue posible, ya que el equipo de seguridad y el gabinete del presidente rodearon a Zapatero y lo llevaron arropado al hemiciclo para evitarle el encuentro. Pero el gesto quedó ahí.
Lo que no pudo evitar nadie fue el cuerpo a cuerpo del portavoz popular, Pío García-Escudero, y Zapatero. El Grupo Socialista intentó salvar la intervención del presidente puesto en pie y con un largo aplauso. Pero fue peor el remedio que la enfermedad porque el Grupo Popular intentó silenciar los aplausos socialistas con gritos de «¡Zapatero, dimisión!» y golpes en la bancada. El escándalo fue monumental, tres minutos de gritos y aplausos, con un presidente del Senado, Javier Rojo, incapaz de poner orden: «No se puede tolerar este comportamiento», dijo.
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La bronca no respondía tanto a la intervención de uno y otro como al estado de ánimo de ambos grupos. La pregunta de García-Escudero se refería a si los recortes sociales garantizarán un «crecimiento más sólido», y, después de una tibia respuesta de Zapatero, se lanzó en tromba: «¿Dónde está el gran defensor de los derechos sociales? ¿Dónde están, señor Zapatero, sus razones ideológicas? Porque le miro y no le reconozco». Después de esta andanada, lo definió como un «impostor político» y le lanzó la puntilla final: «No está en condiciones de liderar nada. Esta legislatura está ya tan agotada como usted. Si le queda un ápice de dignidad, convoque ya elecciones».
Zapatero trató de defenderse y esgrimió sus logros sociales, ya que entiende que su grupo «se siente con toda la legitimidad». Puso en la diana al PP y aseguró que «no le preocupa ni la crisis ni el desempleo, sólo las elecciones. Perdieron las elecciones de 2004, de 2008 y perderán también las próximas».
ABC