El racismo de “Cambio”


CARICATURA CAMBIO Una caricatura publicada por el diario gubernamental Cambio, donde aparece un indígena del Oriente con rostro idiotizado y manipulado a control remoto por el “Tío Sam”, mereció la crítica feroz del dirigente masista Rafael Puente, ex viceministro de gobierno y ex prefecto interino de Cochabamba. Cuestiona Puente esta “visión racista” en cuyo fondo “se encuentra la convicción de que los indígenas no son quién para discrepar y si aparecen discrepando no es porque ellos mismos tengan una concepción diferente, sino porque son manejados por un agente enemigo”. Las críticas de Puente se suman a las vertidas por el también ex viceministro Alejandro Almaraz, quien acusó al gobierno de calumniar a los indígenas y de violar sus derechos. Tardíos desmarques, podrá decirse, pero reveladores del proceso de descomposición interna del bloque oficialista. La lucidez suele ser hija del desengaño.

Sindicato de legisladores

Festejando la promulgación de la Ley del Régimen Electoral tuvo Evo Morales un nuevo lapsus de veracidad, al felicitar al vicepresidente García Linera por la eficacia de “su sindicato” de legisladores. La frase deja una vez más en evidencia la inexistencia de división de poderes en la actual Bolivia, con una mayoría parlamentaria que se limita a refrendar con brazos automáticos los proyectos emanados del Ejecutivo. Para esto, mejor eliminar la Asamblea Legislativa y ahorrar su cuantioso presupuesto, sustituyéndola por un Ministerio de Legislación. ¿Recordará el presidente que en su discurso de toma de mando en enero de 2006 prometió que no habría rodillo parlamentario en su gobierno?

Carne de cañón

Después de todo, no hay que extrañarse demasiado por lo que el gobierno le está haciendo a los indígenas. La misma utilización con posterior descarte sucedió en los procesos revolucionarios clásicos de signo marxista-leninista, que de alguna forma inspiran al modelo oficial. La clase obrera fue también la carne de cañón manipulada por una nueva élite burocrática, que tras consolidar su poder suprimió el derecho de huelga e instauró la más cruda explotación a cargo de un capitalismo de Estado. Eso hasta que el campo comunista comenzó a derrumbarse con la única revolución proletaria auténtica del siglo XX: la protagonizada por el sindicato Solidaridad en Polonia. Dicen que la historia tiende a repetirse…



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