Roberto Méndez Herrera
José Arthur de Gobineau, más conocido como Gobineau, y a veces referido como “El Conde de Gobineau” fue un diplomático y filósofo francés que vivió entre 1816 y 1882 y pasó a la historia de la humanidad porque en su teoría sobre la desigualdad de las razas inspiró a Hitler para que creyéndose superior exterminara a nada menos que seis millones de judíos.
Pues bien, ese pensador parece haberse reencarnado en alguno de los gobernantes trasnochados del actual Gobierno que impulsaron el discurso que los indígenas son seres superiores, inclusive más que las piedras, a las que les atribuyen hasta hacer el amor.
Y a nombre de los indígenas elaboraron la Constitución Política del Estado que dicho sea de paso no fue debatida en ninguno de sus 411 artículos y que ahora, para continuar en esa sintonía, sabiendo que son sus aliados y que se han convertido en intocables, les han dado sus cuotas de poder en todas las instituciones del Estado y son un pilar fundamental cuando se trata de poner candados; por ejemplo, en el Poder Judicial y en el Poder Electoral a fin de no ceder espacios a los otros, a los carablanca, que quieran osar ocupar alguno de los cargos, desde luego porque somos inferiores.
Y todo el tiempo impulsaron la idea de la autodeterminación de los pueblos que hasta los mismos indígenas creyeron que eran superdotados llegando al extremo de hacer justicia por sus propias manos en Uncía, Potosí; por ejemplo, donde cuatro policías fueron linchados y el Estado no puede ingresar al territorio ni sabe cómo castigarlos.
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Y cuando de pronto los indígenas también se rebelan y deciden cobrar en platita contante y sonante por la explotación de sus recursos naturales no renovables también se declaran en conflicto con el Gobierno de Gobineau que ahora está en una encrucijada y no sabe cómo frenar una marcha que avanza hacia La Paz. Dicen que no hay inventor que no experimente su propio invento…
El Día