Puro desconsuelo. El llanto de las hijas de Diego por el resultado adverso es la síntesis de la derrota. Dos visiones: la de España y Argentina.
Las cámaras de televisión mostraron al mundo la imagen del desconsuelo de las hijas de Diego en las tribunas del Green Point.
La boina violeta que Dalma lució desde el primer partido, sus cuernitos cada vez que los alemanes atacaban, la bandera de Giannina, el poncho con los colores de nuestra bandera de su ex Claudia, ninguna cábala alcanzó. Y el final a puro llanto estremeció.
Esa “foto” de Dalma y Giannina Maradona llorando por el resultado adverso que captó rápidamente la señal internacional de la televisión, es la síntesis de la derrota.
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Toda la esperanza, toda la expectativa y todos los sueños que había en torno a esta selección argentina, quedaron diluidos ante este durísimo golpe, ante una derrota posible –no por semejante resultado- pero inesperada.
Cada lágrima de las nenas de Diego reflejan absolutamente el sentimiento de este sueño roto, la eliminación en cuartos de final ante un equipo complicadísimo como el alemán, que no perdonó nunca frente a nuestro arco y nos embocó en cuanta oportunidad tuvo.
Esto es fútbol. Y en cuatro años, en Brasil 2014, tendremos la revancha. Es cierto, habrá que digerir este mal trago. Pero la pelota siempre da nuevas oportunidades, como la vida misma. Clarín.
La visión de España:
El ‘tapabocas’ de todos los tiempos
Maradona, roto en la rueda de prensa
Maradona alentando a Messi. El mediocampista fue el que más disparó hacia el gol, con siete finalizaciones. Foto: Reuters
Löw hizo primero la rueda de prensa porque él estaba hundido
‘Es una trompada de Muhammad Alí, no tengo fuerzas para nada’
Reproche a un periodista: ‘No me hagas esto, yo te respeté’
‘Le dimos ideas a Alemania que nunca tuvo’, explicó sin dar grandeza
ÁNGEL GONZÁLEZ | ELMUNDO.es
El tapabocas de todos los tiempos. Ya no hubo show en el banquillo ni con los periodistas, ni gritos parranderos de «¿vos sabes quién el mejor del mundo? Yo tengo a Messi, ¿vos a quién tenés?», en el paroxismo de un triunfo tras otro. Porque ‘El Diego’ bipolar, que es más símbolo que entrenador, largaba sobre lo divino y lo humano sin importarle su cargo y hasta rearbitró partidos ajenos: de ‘penales’ que no le pitaron a fulanito, de ‘offsides’ que favorecieron a la menganita España, que un tal ‘referí’ cantó como Bocelli para favorecer a futanito… El contraste fue ‘el Diego’ triturado por el rodillo alemán, sin argumentos, sin voz y sin ganas de seguir, de silencios rotos que sufren más que las palabras. ¿Y ahora qué, Diego?, se preguntaba Argentina mientras su mito inconsolable realizó su rueda de prensa de perdedor después que Löw porque estaba aún hundido en el vestuario y le costaba asumir la realidad: «A los 50 años que voy a cumplir el 30 de octubre, esto es lo más duro que me tocó vivir, porque estar al frente de tantos jugadores y buenas personas… Es una trompada de Muhammad Alí, no tengo fuerzas para nada». [¿Debe dimitir?]
Su catálogo de bla, bla, bla imposible de igualar por cualquier otro ‘Mr’ vivo no fue tal «en el peor momento de su vida». Todo hacía pensar que sus críticos tenían la güadaña lista tras la patética clasificación en Montevideo (0-1) en la que espetó a los periodistas en el éxtasis de su mezquindad: ¡Qué la chupen y la sigan mamando!. Pero no hurgaron sobre el ídolo ‘moribundo’, ni en la metastasis argentina del fracaso. «Me di cuenta de que adentro, como técnico y como jugador, el fútbol que gusta a la gente es éste, ir adelante, tocar, jugar. No se cumplió el sueño pero se encontró un camino, el de respetar al fútbol argentino, de tocar la pelota, de volver a las raíces. Me puedo ir mañana, pero me gustaría que estos chicos siguieran demostrando lo que son y haciendo ver el verdadero fútbol argentino, sin misterios, sin peleas».
Eso sí, le molestó la pregunta sobre el heredero Messi, que se va del Mundial con un rosco vacío, sin gol y sin corona que valga: «Ha jugado un gran Mundial, y si no marcó fue porque se fue un poco la pelota o porque los arqueros rivales fueron figuras». Y prosiguió: «Quien diga que no siente la camiseta es un estúpido», sobre todo «tras verlo llorar en la cancha».
¿Una nueva era?
La sufrida clasificación mundialista tuvo su epílogo final con una barrida de cabo a rabo y sin discusión, que él no vio así: «Le dimos ideas a Alemania que nunca tuvo». Y del futuro, ‘d10s’ dirá: «No sé si voya a seguir aquí, en este cargo. Tengo que hablar con mi familia y éste no son los momentos». La gloria del banquillo de D10s duró dos semanas mundialistas hasta que la primera máquina ataque-defensa masacró su táctica partida.
Löw sabía del potencial de los suyos y lo aplicó. Decían los sabios que con Mascherano, como único mediocentro, y cuatro atacantes como Máxi, Tévez, Messi e Higuaín era una selección tan potente arriba como vulnerable atrás. Pero se ganaron partidos como quien espanta moscas alrededor de Messi y D10s estaba henchido de felicidad hasta el día que Alemania le endosó la mayor goleada a Argentina desde desde el 4-0 ante Holanda el 26 de junio de 1974. «Ellos hicieron las ocasiones que nosotros no pudimos concretar. Sabíamos que a balón parado eran muy peligrosos y a la primera que tuvieron nos marcaron. Eso les dio la movilidad que hasta ahora no habían tenido», explicaba sin dar mayor poderío al mejor bloque del mundial.
Diego fue ungido como seleccionador nacional en octubre de 2008 tras la renuncia del Coco Basile en una maniobra envolvente y populista del ‘don Vito’ Julio Grondona (78 años), ‘todopoderoso’ presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA. Carlos Bilardo, el catequista maradoniano de México’86, amenazó con presentarse a la elecciones de la AFA. Y el señor Grondona cortó la rebelión con una decisión protecionista para su poder omnímodo y sus ‘ópacas’ cuentas bancarias. Algo así como: ‘Tú, señor Bilardo, serás mi secretario técnico. Hable con el Diego para que se haga cargo de mi albiceleste’. Dicho y hecho cuando la razón hablaba de un tal Carlos Bianchi como emperador de los títulos en Boca. Pero el ‘Virrey’ Bianchi, con Grondona en la poltrona desde la dictadura militar argentina, allá por 1979, nunca será el técnico de todos los argentinos mientras él viva. Eso dice la leyenda. Por lo menos, los dos protectores, fueron a consolar a su ‘D10s’ caído antes que diera la cara ante el mundo.
La visión de la prensa de Argentina:
“Este es el golpe más duro que me tocó vivir”
Sintió como pocos la inesperada goleada, puso en duda su continuidad y dejó un análisis sorprendente del partido. Para Diego, «fue como una trompada de Muhammad Alí».
CIUDAD DEL CABO / Adrián Maladesky, enviado especial – CLARÍN
Le patinan las palabras, quizás porque el nudo en la garganta es demasiado grande. Debe ser difícil encontrar un argentino más devastado que Diego Maradona en este momento. Mientras en el Green Point Stadium se arrían las banderas como las que dicen Sólo le pido a Dios, El mundo la tiene adentro, Gracias Doña Tota, Que la sigan chupando, Maradona trata de explicar la derrota más contundente de la Selección en Mundiales desde el 4-0 de Holanda en 1974. Es más que una eliminación, es un golpe a la fe de millones de creyentes.
Ahora, al Maradona técnico le patinan los conceptos. Dice: «Habíamos hablado mucho del juego aéreo de ellos y en el primer centro nos hacen el gol. Después les facilitamos las cosas y Alemania empezó a tener ideas que no había tenido en todo el Mundial. La diferencia estuvo en que ellos convirtieron y nosotros no. El resultado no refleja lo que pasó en la cancha».
El Maradona hombre queda mejor parado. Habla del orgullo que siente por haber dirigido a estos jugadores: «Les quiero agradecer públicamente a ellos y al cuerpo técnico». Defiende a Messi: «Después de verlo llorar en el vestuario… Esos que dicen que no siente la camiseta de la Selección son unos estúpidos. Lío jugó un gran Mundial». Sostiene una idea: «No se cumplió el sueño pero se respetó al fútbol argentino, se volvió a las fuentes. Me puedo ir mañana, pero me gustaría que el que venga siga este camino, el del verdadero fútbol argentino, sin misterios, sin peleas, terminar con esta historia de que el que juega en el exterior no puede jugar en la Selección porque es millonario… El final no ha sido el esperado, pero ellos vinieron aquí por la gloria».
El Maradona hombre está quebrado y hace dudar al Maradona técnico. ¿Seguirá? «Habrá que pensarlo bien… Todavía no lo pensé, tengo que hablar con mi familia, tengo que hablar con los jugadores… De lo que sí estoy seguro es que el fútbol que le gusta a la gente es éste, tocar, ir al frente, llevarse por delante al rival…»
Vuelve el Maradona técnico, el que chocó contra sí mismo y repite el impacto, el que vio un gran equipo que nadie más vio, un espejismo que se convirtió en ilusión y cuya explicación quizás sea justamente Maradona, su presencia, la religión, la fe…
«Yo estoy tan desilusionado como todos los argentinos. No creo que en un país en que se respira fútbol alguien pueda estar contento con esto. No sé con qué compararlo… quizás con el día en que dejé de jugar, pero esto es más duro porque la ilusión era meternos entre los cuatro mejores y no pensábamos en otra cosa que ganarle a Alemania. Es lo mas duro que me tocó vivir, es una trompada de Muhammad Alí, ahora no tengo fuerzas para nada». Y se va Maradona, después de escribir otro capítulo de su vida, nunca gris.