Armando Jiménez, autor de Picardía mexicana, una de las obras más leídas en el mundo hispanoparlante, con ventas que superan los cuatro millones de ejemplares en más de 150 ediciones, falleció en Tuxtla Gutiérrez (capital de Chiapas) a los 92 años, víctima del cáncer en la garganta que padecía desde hace dos años.
Hace unas semanas, el escritor Luis Miguel Aguilar recordó que “durante mucho tiempo era probable que en los hogares de clase media mexicana hubiera, una Sagrada Biblia, pero con toda seguridad se encontraba oculto en algún anaquel, un ejemplar de Picardía mexicana”. En el libro 3.000 años de humor, publicado en Barcelona, en 1969, se cita a Armando Jiménez como el humorista más destacado de Latinoamérica.
Jiménez nació en 1917 en Piedras Negras, Coahuila. Estudió arquitectura en el Politécnico Nacional de Ciudad de México. Conocido como El Gallito Inglés, fue uno de los más prolíficos cronistas de la vida popular de México.
Picardía mexicana empezó a gestarse cuando Armando Jiménez, a los 18 años, empezó a constatar la desaparición de cantinas, pulquerías, salones de baile, prostíbulos y cabarets, y de todos los personajes que llenaron espacios de la vida nacional. Con sus libros quería dejar testimonio de un México que iba desapareciendo en forma paulatina y también buscaba recoger el ingenio y variedad del habla popular mexicano. También recopiló el volumen Cancionero mexicano, en el que reunió 4.000 composiciones populares. Según rememora la agencia Notimex, Armando Jiménez compiló y prologó las poesías de Carlos Rivas Larrauri en el volumen “Del arrabal”. Sus crónicas, recogidas en los libros Guías de pecadores”, “Jimeneadas”, “Anecdotario”, “Antros y letras y cabarets de antes y de ahora en la Ciudad de México” fueron publicadas en numerosos periódicos y revistas
Jiménez organizó paseos por las cantinas del centro de Ciudad de México, que amenizaba con narraciones sobre la vida cotidiana y nocturna que se desarrollaba en calles, bares, cabarets.. Estos recorridos le servían para recuperar el lenguaje popular.
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Armando Jiménez se sintió orgulloso de haber contribuido a derribar tabúes y prohibiciones que dominaron la vida mexicana, en especial durante la segunda mitad del siglo XX.
La primera edición de Picardía mexicana, compendio de las costumbres del apaís, data de 1960. De aquel libro se desprendieron otros éxitos editoriales, como Nueva picardía mexicana, Dichos y refranes de la picardía mexicana, Tumbaburros de la picardía mexicana y Vocabulario prohibido de la picardía mexicana, que se publicaron con prólogos de autores de la talla de Camilo José Cela, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Pablo Neruda y Gabriel García Márquez.
También es autor del libro Del arrabal, que recoje el lenguaje del hampa mexicano. En el Cancionero mexicano recopiló 4.000 composiciones populares.
Armando Jiménez fue conocido como El Rey del albur; albur es un juego de palabras con doble sentido, por lo general con contenido sexual; con frecuencia reflejaban el machismo en de la época. La mayor parte de los albures hacen referencia a los genitales y a su uso sexual. El albur se convirtió en leguaje de uso corriente; a fines del siglo XX, con la apertura informativa que se produjo en México y gracias a la creciente liberación de la radio y televisión, el habla popular se incorporó al lenguaje cotidiano. En las clases sociales con más recursos, estas expresiones de uso popular sólo se utilizaban en reuniones con predominio masculino. No es raro escuchar ahora chistes verdes y hasta albures que hacen referencia a la superioridad del macho.
Algunos autores recomiendan leer Picardía mexicana para entender a este país, de igual manera que lo hacen, salvando las muchas distancias, con dos libros claves para la psique del mexicano: El Laberinto de la soledad de Octavio Paz y el “Perfil del hombre y la cultura en México”, de Samuel Ramos. Jiménez hace un retrato de lo popular en el lenguaje de los mexicanos. El ensayista recientemente fallecido Carlos Monsiváis abrevó en los albures y en Picardía Mexicana, como puntos de referencia para conocer el habla popular del mexicano.
La Vanguardia – Barcelona