Las guerras de Chávez y el «pelusa»


Los dos más grandes majaderos y embusteros de esta parte del mundo se juntaron para montar un show mediático de proporciones y consecuencias imprevisibles. Uno de ellos podría ser calificado de inofensivo. A lo máximo que puede llegar es a meter goles con la mano y decir que fue “la mano de Dios” o a hacer un papelón como director técnico. El segundo es de más cuidado. Prefirió utilizar los ingentes “petrodólares” que dispone para armarse hasta los dientes en lugar de mejorar las condiciones de vida de su pueblo y al parecer está dispuesto a usar sus juguetes bélicos.

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Hugo Chávez junto a Diego Maradona (izq) anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia, el 22 de julio de 2010 (foto AP). A la derecha foto  de archivo: Chavez, Maradona y Morales.



Diego Maradona («el pelusa») y Hugo Chávez, uno en el fútbol y otro en la política, son dos charlatanes que de manera recurrente nos sorprenden con afirmaciones y actitudes que dejan un gran margen de duda acerca de su estabilidad mental. Sin duda existe una gran afinidad entre ambos. Por esto no es casual que Chávez haya anunciado en presencia de Maradona, la ruptura de relaciones con su vecino Colombia.

La cosa es de Ripley. Colombia presenta pruebas de que las FARC y el ELN, los dos grupos narco-terroristas más activos en ese país, usan como santuario el territorio venezolano y Chávez, como siempre pretende “escapar hacia adelante” y rompe relaciones con el denunciante.

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Es más que evidente que Chávez se ha constituido en un factor desestabilizador en la región debido a su abierto y declarado propósito de exportar su grotescamente denominada “revolución bolivariana”.

Para Chávez los problemas internos se han multiplicado en el último tiempo por lo que ha tenido que intensificar la represión contra los opositores y los medios de comunicación, de forma de evitar a todo trance una derrota en las elecciones legislativas de septiembre próximo. Además acude a la vieja y desgastada fórmula de generar problemas externos para tapar los internos.

Las ligazones y el respaldo de Chávez a los grupos armados colombianos son indiscutibles y lo demuestran sus propias palabras. Se debe decir de paso que se tratan de grupos cuyas acciones tienen muy poco que ver con los ideales de justicia social y mucho que ver con el narcotráfico. ¿Acaso es casual que Venezuela sea el país por el que transita la mayor cantidad de cocaína que se dirige a Europa y Estados Unidos?

Sin embargo el Mussolini venezolano exuberante y tropical, pretende tapar el sol con un dedo, mejor dicho con su empalagosa retórica y, peor aún, con acciones desmesuradas que pueden desencadenar un conflicto en la región, un conflicto del cual los bolivianos no podremos sustraernos, por los compromisos de Evo con Caracas.

Y ese es precisamente el problema. Evo Morales ha demostrado en más de una ocasión que es incondicional hacia Chávez y está fuera de duda que de producirse el conflicto que el déspota «bolivariano» tanto busca, Bolivia seguramente, de una u otra forma, se verá arrastrada a él.

Las afirmaciones de Evo en Entre Rios (Cochabamba), que replican otras anteriores, muestran precisamente esta inquietante posibilidad. Se alineó de inmediato y sin analizar nada detrás de Chávez demostrando su palmaria subordinación respecto del tiranuelo caribeño que le da recursos para poblar el país con canchas de césped sintético y para espiar y perseguir opositores pero que se niega a abrir sus mercados a los productos bolivianos.

El gobierno de Evo debe tener en cuenta que Colombia es un país tan hermano como Venezuela y si de inmiscuirse se trata debe hacerlo para ayudar a tender puentes de entendimiento, para ayudar en la búsqueda de soluciones a los conflictos y no para incentivarlos con comunicados oficiales de lamentable parcialidad. Debe recordar también que su propia Constitución define a Bolivia como un país pacifista.