Dos sangrientos asaltos en cosa de unas pocas horas, permanentes accidentes en las carreteras con el saldo de decenas de fallecidos, linchamientos de policías en ayllus de Potosi y en localidades cochabambinas habitadas por comunarios narcos; atracos a la orden del día en La Paz y El Alto, en Santa Cruz y Cochabamba, muestran el alarmante incremento de la inseguridad ciudadana en tanto las autoridades gubernamentales y policiales solo atinan a salirse por la tangente sin intentar buscar soluciones.
Por suerte en esta oportunidad a los masistas no se les ocurrió atribuir a una oscura conspiración del “imperio” o de la oposición, la dramática situación de los bolivianos en cuanto a su seguridad se refiere.
¿Autoridades de la inseguridad?: El ministro de Gobierno, Sacha Llorenti (centro) y sus viceministros de Régimen Interior, Gustavo Torrico (izq); y de Seguridad Ciudadana, Miguel Vásquez (foto Abi)
Al viceministro de Régimen Interior, Gustavo Torrico (el satuco), que siempre tiene algo a la mano para sorprendernos, no se le ocurrió otra que decir que los pasajeros, que tenemos la desgracia de tener la necesidad de trasladarnos de un punto a otro del territorio nacional utilizando el transporte terrestre, debíamos ocuparnos de nuestra propia seguridad ya que el gobierno “no puede colocar policías cada 20 metros ”.
De la gestión de Torrico solo se puede recordar una campaña de “desraybanización” de los vidrios de los vehículos a la cual seguramente considera como la máxima expresión en materia de seguridad ciudadana. En relación a este punto se debe recordar que se vendieron algunas autorizaciones para poder mantener los vidrios rayban pero de las recaudaciones no se tiene noticia alguna.
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En términos generales se puede decir que Torrico se aplazó en materia de seguridad ciudadana y como ya es su costumbre trató de eludir su responsabilidad acudiendo a argumentos destemplados. Pareciera que considera que todo se reduce a su seguridad personal ya que siempre anda acompañado por varios policías que le sirven de guardaespaldas. ¿a qué le temerá?.
El comandante de la Policía , General Oscar Nina no se queda atrás y en su afán de ganarse unos porotos con el gobierno a falta de mayores méritos, agradece el respaldo que afirma da el actual gobierno pero no atina a explicar la poca capacidad operativa que tiene la institución que dirige, la cual no esta exenta de denuncias de corrupción.
De tanto en tanto en ceremonias organizadas para llamar la atención de la prensa, el Presidente hace entrega, con bombos y platillos, de automóviles, motocicletas y algunos insumos para la policía pero son migajas comparado con las grandes necesidades de la institución. Se sabe que los policías que arriesgan el pellejo en las calles no tienen chalecos antibalas, el uniforme y el arma reglamentaria son comprados por cada uno de ellos en reiteradas ocasiones. Si el gobierno dice que esta dando apoyo, tendría que averiguar en que bolsillos de la jerarquía policial se quedan los recursos porque al parecer no llegan a los miles de efectivos que sobreviven con míseros salarios que les hacen vulnerables a la corrupción.
En cuanto al desempeño del ministro Sacha y de su viceministro «satuco», no hay dudas sobre su inoperancia; es probable que a Torrico se le ocurra que también en el caso de los asaltos y atracos, los ciudadanos deben tomar a su cargo el problema y las consecuencias sería el incremento de los salvajes linchamientos que en realidad rebelan la ausencia de Estado.
Otra viuda de policía en la orfandad. La esposa del suboficial Leonardo Condori que fue abatido en el atraco a Vías Bolivia. (foto Abi).
Ya es claro que el gobierno carece de políticas adecuadas en muchos aspectos y la seguridad ciudadana es uno de ellos. ¿Será necesario que se produzcan hechos sangrientos como el de Villa Fátima o del retén en la autopista La Paz- El Alto, o mas el linchamientos, para que el problema sea puesto sobre el tapete y gane un pasajero protagonismo para luego ser olvidado y retomado en una próxima oportunidad?
¿Será posible que uno de los principales acusados del asalto al retén de cobro de peaje en la autopista, sufra un sugestivo «ataque cardiaco» en celdas policiales y todo quede como si nada?. El supuesto atracador era un hombre joven de 40 años y su muerte «súbita» ¿enterrará también detalles sobre cómplices, encubridores y autores intelectuales?
En suma, el ministro Sacha Llorenti, como responsable de la seguridad del país, no debiera limitarse a asistir al velorio de policías fallecidos sino que debe poner en ejecución una estrategia de seguridad ciudadana que evite que estos hechos de violencia entren a formar parte de la vida cotidiana de los bolivianos como lamentablemente está sucediendo. Si las autoridades del área no son capaces debieran renunciar.