De la producción de kilos a toneladas de cocaína


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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: Potosí grita

  2. Bajo el Penoco, El Día: A la salud de Chávez

  3. Los Tiempos: Un mensaje autocrÍtico y conciliador

  4. El Deber: Soluciones a medias

  5. La Razón: Soluciones creativas

  6. Cambio: En el Día de las FFAA

  7. La Prensa: El diálogo, llave de la paz

  8. El Diario: De la producción de kilos a toneladas de cocaína

  9. El Mundo: Igual o peor

  10. Opinión: Bolivia, es eterna frente a cualquier improvisación superficial y pasajera

  11. Clarín, Argentina: Previsibilidad y seguridad jurídica para el progreso


El Día: Potosí grita

Potosí es el mejor ejemplo que se puede utilizar para ilustrar que Bolivia es un Estado fallido y es, por supuesto, el mejor exponente también del fracaso del llamado “proceso de cambio” que impulsa el MAS.    Las calles de las principales capitales del país siguen pobladas de mendigos potosinos y las regiones de donde provienen son, desde hace décadas, las principales expulsoras de emigrantes. Los labriegos, acobardados por la sequía y la pobreza más indigna que se pueda soportar en Bolivia, se van a Argentina a cosechar tabaco, algodón o caña, aunque también se los ve llegar al norte cruceño en época de la zafra azucarera. Que los ayllus del norte del departamento decidan “institucionalmente” dedicarse al contrabando de autos o al narcotráfico, forma parte de la misma desesperación por la supervivencia.



Potosí fue el soporte fundamental de la corona española en esta parte de América del Sur y cuando ya en la República, en manos de los hijos de quienes esquilmaron los recursos naturales potosinos, las minas de estaño de Oruro se volvieron más prometedoras que las vetas de plata del Cerro Rico. Potosí no sólo perdió su brillo económico sino también el poder que ejercía en tándem con Sucre. El Estado boliviano, a su vez, apenas dejó socavones vacíos y todo un pueblo con el futuro incierto.

El mismo modelo de Estado, centralista, indiferente y autoritario apenas cambió de domicilio. Ni siquiera El Alto, un verdadero gueto que observa desde arriba cómo las élites paceñas devoran los recursos que les arrebatan a Llallagua, a Vinto, a Camiri y a todas las regiones del país, ha podido siquiera recoger las migajas de la comilona. La Paz nunca podría parir un Montero, un Warnes, ni siquiera un Yapacaní o La Guardia, porque ese modelo sólo sabe acaparar y es el que ha dejado a los potosinos sin nada. Es el que se propone dejarlos sin litio, así como la gente de Puerto Suárez tal vez nunca saboree los beneficios del Mutún.

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Quién lo diría, durante los últimos años Potosí ha estado viviendo un nuevo auge minero, gracias a los excelentes precios internacionales. Su gente casi ni se entera de la bonanza y lo poco que se ha podido aprovechar gracias al liderazgo de un potosino brillante y esforzado como René Joaquino, ahora se lo arrebata una ley dictatorial disfrazada de autonomía.

Los potosinos han sido tal vez los mejores aliados del “cambio”. Ni siquiera la constante fidelidad expresada en las urnas, que los llevó incluso a rechazar la autonomía en el 2006, ha sido garantía de la atención de un Gobierno que los usó, de la misma manera que lo hizo con los indígenas del oriente. Y el abandono de Potosí seguirá siendo el mismo, no porque este Gobierno sea insensible, sino porque con sus leyes y su política de hiperconcentración está perfeccionando el mismo modelo político que ha parido un fracaso tras otro en Bolivia.

Ahora los potosinos gritan “Federalismo”, como lo hicieron en el pasado. Ellos fueron los pioneros en plantear el cambio de paradigma. Tal vez ese factor sumado a la desesperación que implica la pobreza, la marginación y la postergación, sean mejores acicates que los gritos de autonomía que enmudecieron en otras partes del país.

 

Potosí pide Federalismo porque históricamente el Estado le falló. “El cambio” que trajo el MAS también los ha postergado.

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Bajo el Penoco, El Día: A la salud de Chávez

El presidente venezolano, Hugo Chávez, está celebrando -quién sabe con qué-, la caída de las importaciones de whisky, gracias a los controles cambiarios implementados recientemente por el régimen bolivariano. Venezuela se había mantenido como el sexto mayor importador mundial de escocés, pese al dizque socialismo imperante en el país. La explicación sobre el elevadísimo consumo de whisky está en los llamados “boliburgueses”, una nueva clase social compuesta por burócratas y leales al régimen chavista, que mantienen un estándar de vida muy superior a los que no hallan ni leche, ni queso ni suficiente carne en los supermercados venezolanos y que tienen que bañarse en tres minutos como máximo para ahorrar energía. Que nadie se haga ilusiones, que whisky siempre va a haber para el entorno revolucionario. Si hasta en Cuba, donde escasea casi todo, los jerarcas del castrismo fueron sorprendidos en una quintita disfrutando de unas “rebeldes” bacanales. ¿Qué tomarán los compañeros del Chapare no? ¿Con qué brindarán nuestros plurinacionales? Con chichita seguro no es.

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Los Tiempos: Un mensaje autocrÍtico y conciliador

NUESTRA PALABRA

Es de esperar que las buenas intenciones expresadas en el mensaje presidencial se plasmen pronto en actos que las ratifiquen

En un ambiente signado por las tensiones, las agresiones verbales, el recrudecimiento de resentimientos alimentados por las pugnas políticas de los últimos años, y muchas manifestaciones de mutua hostilidad que en algún momento hicieron temer que la exacerbación de los ánimos derive en brotes de violencia, el pasado viernes se realizó en Santa Cruz los principales actos de conmemoración del 185 aniversario de la independencia de Bolivia.

Felizmente, los malos presagios no fueron confirmados por los hechos. Y no porque no haya habido suficientes motivos para temer que los actos del 6 de agosto en vez de reforzar los vínculos que nos unen a los bolivianos se convirtieran en todo lo contrario, sino porque, a pesar de los muchos factores que conducían a que los enconos se reaviven, llegado el momento de actuar se impuso la cordura, y todos, aunque en muchos casos de muy mala gana, finalmente optaron por moderar su ímpetus.

Quien más sorpresas dio en ese sentido fue el presidente Evo Morales, quien ante la sesión de la Asamblea Legislativa Plurinacional y las autoridades invitadas, entre las que destacó el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, dirigió un mensaje al país cuyo tono conciliador y contenido autocrítico fue muy bien acogido por todos. Fue tan distinto a todos los anteriores que incluso sus más enconados adversarios tuvieron que reconocer que les agradó ver a un mandatario con la mano extendida como una invitación a la reconciliación y no con un puño cerrado provocador, como en otras oportunidades.

Pero tan importante como el tono fue el contenido del mensaje presidencial pues por primera vez en sus cinco años de gestión tuvo el valor de poner énfasis en la autocrítica y no en los ataques a quienes lo precedieron y a quienes hoy critican muchos de sus actos.

Con una actitud humilde que fue muy bien acogida, identificó los cinco puntos más débiles de su gestión gubernamental, con lo que tácitamente dio la razón a quienes ya con mucha anticipación y buena fe advirtieron que por concentrar toda la atención en las reformas políticas, el Gobierno estaba descuidando peligrosamente otros importantes aspectos de la vida nacional. Hasta hace poco, esas observaciones eran interpretadas como actos subversivos, por lo que resulta tranquilizador saber que en el ánimo presidencial hay una mejor disposición hacia el juicio crítico de la gestión que encabeza.

Ha sido tan positivo el efecto causado por las dos características del mensaje presidencial -el tono conciliador y la visión autocrítica—que sería lamentable que queden sólo en palabras. Muy bueno sería, en cambio, que pronto sean respaldadas por los hechos, para lo que oportunidades no faltarán. Podría empezar el presidente Morales, por ejemplo, por instruir la inmediata suspensión de la organización y entrenamiento de grupos paramilitares o "milicias populares", o la sistemática, ilegal e ilegítima defenestración de autoridades ediles y departamentales. Sólo en la medida en que sean respaldadas por los hechos, las palabras presidenciales podrán ser recibidas como señales de esperanza.

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El Deber: Soluciones a medias

Moros y cristianos admiten los daños del contrabando a la economía nacional. Se estima que sobrepasó los mil millones de dólares la pérdida que le significa al TGN el recrudecimiento de tan censurable actividad. Acreditan la merma datos relativos a las gestiones del periodo comprendido entre los años 2000 y 2008, interregno en el cual la cifra ascendió de 350 a sólo 846 millones de dólares.

¿Cuál es la causa esencial para que año que pasa aumente el volumen del contrabando con tan negativos efectos en los recursos fiscales del país? La fuente verdadera del problema radica en la desocupación real, mal que en forma creciente castiga a los estratos sociales bajos del país (campesinos, sectores populares urbanos y clase media empobrecida). A fin de ganarse el pan de cada día, miles de miles de bolivianos que sufren toda clase de carencias, entre las que principalmente figura la del trabajo asalariado, se atrincheran en la economía informal. Se calcula que ésta congrega nada menos que al 51% de la población total del país. La actividad ferial y artesanal se ha convertido en una suerte de esponja de absorción de la mano de obra desocupada. No se sabe con exactitud qué porcentaje de aquella cifra corresponde al contrabando, pero se presume que sea bastante considerable si nos atenemos a ciertos datos de valor indicativo al respecto. Nos referimos al intenso tráfago clandestino de mercaderías y productos desde las fronteras con Chile, Brasil, Argentina y Perú, hacia todas las regiones del país. Lo realizan, en creciente número, en el altiplano, pobladores campesinos, pero también gente de clase media y, en no pocos casos, empresarios de rango mayor que de este modo engrosan más aceleradamente su acervo patrimonial.

El gobierno actual parece decidido a luchar con firmeza en la erradicación del contrabando, a fin de garantizarle al Estado la percepción integral de ingresos por concepto de impuestos a los productos y bienes de importación. Quiere hacerlo con una ley que endurece al extremo las sanciones punitivas a cuantos sean sorprendidos haciendo contrabando. A los respectivos decomisos seguirá ahora la cárcel, no por meses, sino por años. El temor a que esto verdaderamente ocurra ocasiona ya ciertos revoltijos sociales en barriadas citadinas que viven del contrabando, a las que sin duda seguirán otras en zonas rurales.

No es dable cuestionar la medida gubernamental, pero tampoco dejar de cuestionar su eficacia real. Sabido es que mientras la desocupación siga trepando en los respectivos índices, nada ni nadie podrá acabar ni restringir en forma más o menos drástica el actual volumen de internación ilegal de productos y bienes al país. ¿Recrudecimiento de las penas? No ayuda mucho, porque la necesidad de hacer cualquier cosa con tal de ganarse el pan para sí y su familia, determina que en quienes confrontan esta urgencia, la sanción pierda todo efecto intimatorio.

El contrabando en Bolivia tiene raíces de orden estructural que urge progresivamente erradicar. Hacerlo no es cuestión de meses ni de un año, sino de un largo periodo de políticas de desarrollo económico-social en una clara proyección de generación de empleo. Con lo simplemente punitivo, la cosa se queda a medias. No tendrá que pasar mucho tiempo para que percibamos cómo el contrabando prosigue a pesar de la ley gubernamental.

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La Razón: Soluciones creativas

Podría decirse que se ha roto por el momento la tradicional sordera de búsqueda de soluciones y ha quedado establecido como posible arreglo factible, el otorgamiento de un corredor desde Bolivia, entre la frontera del Perú y el FFCC Arica-La Paz, con terminal en el puerto de Arica.

Para alcanzar estos objetivos, ha debido correr mucha agua bajo los puentes históricos. El proceso expansionista de usurpación data del Mensaje a las Cámaras por el presidente general Manuel Bulnes el 13 de julio de 1842 y ley de 13 de octubre del mismo año, que declaran la “propiedad de las guaneras de las costas de la provincia de Coquimbo en el litoral del desierto de Atacama, y en las islas e islotes adyacentes”. La relación de los sucesos de la época la hizo magistralmente el canciller Antonio Quijarro en su Memorándum al Congreso Nacional de 1883. Que culminan con la toma de Antofagasta hace 131 años.

De entonces a la fecha, han sido varias las oportunidades de búsqueda de solución a esta vergüenza de América, que se encuentran detalladas en la obra El Tratado de paz con Chile de 1905 y en la “Circular dirigida a las legaciones de la República” por Alberto Gutiérrez en 1921, así como en “El libro azul”  de la Demanda Marítima Boliviana de mayo del 2004.

Estamos viviendo un momento donde coinciden circunstancias favorables con personajes de excepción capaces de abordar a fondo el problema y encontrar entendimientos vinculantes. Por un lado el recién elegido  presidente Sebastián Piñera de los llamados duros en reconocer a Bolivia una salida soberana al Pacífico y por el otro el presidente Evo Morales, con la estabilidad política que le da un segundo mandato constitucional y evidente liderazgo popular.

El ministro de Defensa de Santiago, Jaime Ravinet, haciendo eco de lo dicho por el ex comandante en jefe del Ejército, Gral. Juan Emilio Cheyre, declaró que “Chile cree que éste es un gran momento para resolver el tema marítimo” —en sorprendente declaración— dada la coyuntura con Bolivia. Centrando el meollo de la cuestión en los siguientes términos: “El compromiso del presidente Piñera es buscar soluciones a la Agenda de 13 puntos (que incluye el tema marítimo), y ciertamente explorar soluciones factibles y realistas que puedan satisfacer las aspiraciones bolivianas, pero a la vez cautelar los intereses chilenos”.  Entre ellos, se encuentra el reclamo del Perú ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por  35.000 kilómetros de área limítrofe marina hoy en manos chilenas.

El mandatario Piñera fue claro al afirmar que existen “limitaciones” en Chile para dar una posible salida al mar a Bolivia y que requerirá de mucho tiempo.

En el “Abrazo de Charaña”, Bolivia no se hallaba preparada para aceptar un trueque de territorios y menos aún contra aguas territoriales por suelo firme en Potosí, lo que motivó su fracaso con la reiterada ruptura de relaciones.

¿Estaría Bolivia en condiciones de hacerlo hoy o implicaría la caída del régimen de Evo Morales pese a su apoyo mayoritario?
Es importante mantener las conversaciones mediante la Agenda de los 13 puntos elevándolas a nivel ministerial para ganar la lucha contra el tiempo, sin exclusiones, empezando por el 6º referido al problema marítimo, pues es la clave de todos los demás, para evitar beneficios unilaterales como el acceso libre  al mercado boliviano, a sus recursos naturales y, sobre todo, a la condición de puente con Brasil que le representa su alternativa comercial del gigante suramericano y el anhelado corredor bioceánico con terminal en megapuertos chilenos.

En 1904, Bolivia fue forzada a ceder su soberanía territorial y marítima a cambio de libre tránsito. ¿Por qué no pensar en reotorgar parte de esa soberanía a cambio del tránsito de Chile? Mientras unos llegan al Atlántico, otros no llegan al Pacífico.
Requerimos “soluciones creativas” de ambos lados.

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Cambio: En el Día de las FFAA

Las Fuerzas Armadas celebraron ayer 185 años de vida institucional, en un contexto en el que el avance indetenible de la historia las puso como protagonistas centrales del proceso de cambios estructurales que recorre los caminos de la patria. Hoy, sin lugar a dudas, los militares bolivianos se han constituido en el pueblo en armas que cumple a cabalidad los mandatos de la Constitución Política del Estado, ya que su tarea no sólo abarca la defensa de la soberanía patria, sino de sus riquezas naturales y como abanderadas de las políticas sociales que implementa el Gobierno del Estado Plurinacional.

Ayer, miles de soldados, junto a cientos de representantes de los pueblos originarios, rindieron su homenaje a la patria en el día de su creación. Lo hicieron en Cobija (Pando), capital que por primera vez fue escenario de un acontecimiento tan trascendente, porque una vez más el pueblo en armas se dio un abrazo con el pueblo profundo que en el pasado reciente era marginado y discriminado por las élites que gobernaron Bolivia y que alimentaron el Estado colonial, racista y enajenador de nuestros recursos naturales que por voluntad soberana de los bolivianos fue sepultado.

Es que las Fuerzas Armadas han dado muestras más que suficientes de su estricto apego a la Carta Magna y su sometimiento al Gobierno legalmente constituido. Fueron ellas el firme respaldo constitucional que hizo posible -junto con un pueblo movilizado- que no prosperara el golpe cívico-prefectural que, con apoyo de una potencia extranjera, llevaron adelante fuerzas antinacionales -entre agosto y septiembre de 2008- que intentaron derrocar al gobierno del presidente Morales para dividir Bolivia.

Y en este marco, el comandante en jefe de la Fuerzas Armadas del Estado, general Ramiro de la Fuente, aseguró que la institución armada cumple con su rol constitucional para garantizar la estabilidad de la democracia y del Gobierno legalmente establecido. "Se han constituido en guardián y pilar de la democracia, por los innumerables años de respeto a la institución, por la defensa intransigente del orden legalmente establecido y del sistema de vida boliviano", dijo.

El artículo 244 de la Constitución Política del Estado ordena a la entidad militar la misión defender la independencia, la seguridad y la estabilidad del Estado, su honor y soberanía, asegurar el imperio de la ley, garantizar la estabilidad del Gobierno legalmente constituido y participar en el desarrollo integral de Bolivia.

Pero no sólo eso, su Capitán General y Presidente constitucional del Estado Plurinacional instruyó al Alto Mando militar sumarse al combate al contrabando y al narcotráfico. La respuesta ante este llamado presidencial también fue contundente. El general De la Fuente coincidió con el Jefe de Estado e identificó a la corrupción como a la mayor lacra social que enfrenta Bolivia, y comprometió la participación castrense para eliminarla.

El jefe militar garantizó que las Fuerzas Armadas no sólo son las garantes de la unidad e integridad nacional, y de las transformaciones estructurales en democracia, sino que coadyuvarán en la lucha contra el contrabando, el narcotráfico, el tráfico de armas y otros delitos.

Es que el proceso histórico que vive Bolivia necesita del concurso de todas sus instituciones y ciudadanos, y así lo comprendieron los militares. Ayer, uniformados, movimientos sindicales y sociales, y representantes de 36 pueblos indígenas rindieron su homenaje a la patria como "una muestra clara o un mensaje de unidad, defensa de la integridad del territorio y la soberanía en homenaje al gran héroe Bernardino Racua", en palabras de De la Fuente.

En este contexto, lo que Bolivia vivió ayer en Cobija fue un hecho histórico sin precedentes, porque por primera vez la patria se miró en el espejo de su historia y encontró unidos a sus pueblos ancestrales, secularmente marginados, y a su pueblo en armas identificado con los grandes postulados del proceso de cambio.

Porque tal como ocurriera en Sucre, Santa Cruz, Cochabamba y Oruro -entre 2006 y 2009-, Cobija ayer abrazó la tricolor y la wiphala, a indígenas y a mestizos, a bolivianos venidos de los más recónditos confines de la heredad patria. En la capital pandina no sólo se rindió homenaje a Bolivia y a sus Fuerzas Armadas, sino también a las víctimas de la masacre oligárquica que el 11 de septiembre de 2008 tiñó de sangre la región de Porvenir, donde un número aún no determinado de campesinos pagó con la vida su lucha por la libertad y el Estado Plurinacional que hoy edificamos.

Delegaciones de pueblos indígenas y originarios -de tierras bajas y altas-, trabajadores, mineros, cooperativistas, gremiales, municipales, dirigentes campesinos, sindicales y de otros movimientos sociales marcharon junto a oficiales de las Fuerzas Armadas. La Bolivia multicultural que se dio cita en Cobija se reflejó en ponchos, abarcas, polleras, pantalones de bayeta, y en botas y uniformes militares.

Y como punto culminante de la ceremonia castrense, miles de militares comprometieron la defensa de la patria cuando el presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, arengó:

—¡Patria o muerte!, y un coro de voces respondió al unísono:

—¡Venceremos!

—¡Subordinación y constancia!

—¡Viva Bolivia, hacia el mar!

La patria está de fiesta y tiene razones para celebrar, porque sus hijos están unidos.

En Cobija no sólo se rindió homenaje a Bolivia y a sus Fuerzas Armadas, sino también a las víctimas de la masacre oligárquica que hace dos tiñó de sangre Porvenir, donde un número aún no determinado de campesinos pagó con la vida su lucha por la libertad.

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La Prensa: El diálogo, llave de la paz

El Gobierno usa el poder para castigar a sus adversarios políticos y a sus aliados de antes que critican su inoperancia administrativa?

El país está nuevamente, como hace algunos años, sumido en un clima de caos, que empieza a manifestarse con violencia, marchas, huelgas, paros, bloqueos de caminos, desabastecimiento de producto en algunas ciudades y represión en otras.

Las imágenes no son nuevas. Son una repetición de años y años de descontento de los pueblos con los gobiernos indiferentes que se dedican a otras cosas y no a solucionar los problemas del país y de sus habitantes.

El Gobierno está obligado, porque ésa es su función principal, a gobernar el país y a dejar de hacer política partidista que lo único que genera es el descontento de los sectores desatendidos.

Ha llegado el tiempo de hacer gestión, de preocuparse por el desarrollo económico y social. De preocuparse por los problemas reales de la gente, de luchar contra la pobreza. Hay, como no puede ser de otra manera, pedidos que pueden resultar improcedentes, como el de los comerciantes minoristas que parecen defender el contrabando. Pero es necesario el diálogo para encontrar soluciones.

Lo peor que puede hacer el Gobierno es obrar con soberbia y suponer que dejando pasar el tiempo, por cansancio o aburrimiento de los ciudadanos, se pondrá fin a los conflictos y a los reclamos justos o injustos de la sociedad.

La solución debe venir por el camino del diálogo, la conversación; por escuchar las razones que originan los reclamos y los conflictos, por atender las peticiones razonables y por convencer a los equivocados que sus pedidos carecen de justicia o de razón. Lo que no se puede es dejar de escuchar las demandas de la sociedad. El diálogo es la llave de la paz.

Los gobernantes han sido elegidos para gobernar, y gobernar es también encontrar los mejores caminos para una convivencia pacífica, feliz y democrática. No es encaramarse en suntuosas oficinas, disfrutar de las ventajas que brinda el poder y usarlo para bien personal, de grupos pequeños o para satisfacer ambiciones individuales.

El Gobierno ha prometido muchas cosas, transformaciones profundas que beneficien a las grandes mayorías nacionales. Ha encarado con decisión el cambio de legislación que sienta las bases de una nueva política nacional de beneficio para las clases más postergadas, pero parece haberse olvidado de ellas a lo largo del camino.

Está usando el poder para castigar a sus adversarios políticos y a sus aliados de antes que ahora critican su inoperancia administrativa y la falta de cumplimiento de sus promesas políticas y electorales.

En el país están sucediendo acontecimientos peligrosos: crece el narcotráfico, aumenta el contrabando, la delincuencia campea en la ciudades, bajan la producción y las reservas de gas, los conflictos sociales afloran como hongos en el territorio nacional y el clima se enrarece incrementando el descontento que lleva incluso a algún gobernador oficialista a unirse a los reclamos contra el Gobierno.

Es urgente frenar con la razón y la democracia esa efervescencia social antes que se escape de control.

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El Diario: De la producción de kilos a toneladas de cocaína

Hechos recientes relacionados con el descubrimiento de grandes fábricas de cocaína, así como la detención de varios productores y traficantes de drogas (como el narco-amauta), están originando en la sociedad boliviana un estado de visible malestar, agravado por el notable crecimiento de presiones internacionales, ya no para frenar la producción de las materias primas de las que se extrae las drogas, sino sólo para tomar algunas medidas que eviten el desarrollo de este flagelo.

Las informaciones en ese sentido revelan que la ilícita actividad de producir coca de manera ilimitada y su derivado, ha adquirido tal envergadura que ahora ya no se habla de captura de algunos kilos de cocaína, como hasta hace pocos años, sino de toneladas. Tales noticias además no se producen con grandes intervalos de tiempo, sino que se han convertido en el “pan de cada día”, con el agravante de que las autoridades encargadas de controlar, evitar y eliminar esa situación no dicen esta boca es mía y con su silencio pareciera que se han convertido en colaboradores y fomentadores de esa labor.

El fenómeno de la alta producción de la hoja de coca ha alcanzado proporciones increíbles, ya que se pasó del cultivo de 12.000 hectáreas del arbusto a más de 35.000, vale decir que casi se triplicó la producción de la materia prima. Pero hay que preguntarse ¿por qué los campesinos de las zonas yungueñas y el Chapare producen más coca? La verdad es que esos agricultores sólo producen coca porque otros cultivos no les dan ganancia. Por tanto, la única forma de sobrevivir es el cultivo y comercialización de la hoja, problema que, de momento, no tiene remedio y como no existe solución, sigue creciendo.

La cuestión de la producción de drogas se ha extendido al altiplano y valles y allí los agricultores que no producen hoja de coca se dedican a fabricar cocaína. Empero, este no es un fenómeno aislado, sino que los campesinos de las zonas altas se dedican a producir droga porque la tierra no les da las ganancias necesarias para vivir y, por tanto, lo que les facilita su existencia es dedicarse al negocio lucrativo de fabricar cocaína, ya que su producción es libre y produce las ganancias que no da la agricultura corriente. Por consiguiente, ahora los pobladores rurales de las zonas productoras se complementan mutuamente con los industrializadores, y ahora no producen kilos sino toneladas de drogas. Según medios oficiales, Bolivia produce unas 200 toneladas de cocaína al año.

Tanta es la gravedad del crecimiento del tráfico de cocaína que, pese a que el Gobierno expulsó a un organismo que se dedicaba a luchar contra la droga, ahora Naciones Unidas se ha pronunciado sobre la situación, la misma que fue respaldada por el Encargado de Negocios de Estados Unidos, quien ha propuesto “enfrentar el problema sin diferencias de ningún tipo”. Ese funcionario expresó que no está en Bolivia “para entrar en conversaciones sobre lo pasado o debates ideológicos”. Enseguida de pedir “trabajo conjunto” para esta cruzada, agregó que se trata de un problema generalizado y que “es ahí donde tenemos que buscar las maneras de cuadrar y trabajar en conjunto”. Vale la pena tomar en cuenta esta iniciativa, pero siempre que, a partir del presente, se deje de lado la táctica de combatir sólo los efectos y se haga los esfuerzos necesarios para atacar las causas que generan el problema.

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El Mundo: Igual o peor

Han pasado tres días en que las autoridades plurinacionales se han esmerado por poner la mejor de sus sonrisas y buscar un acercamiento con todos los bolivianos, llegando inclusive a visitar Santa Cruz, donde no se los trata con todo el cariño que esperaban y Cobija que poco a poco, se incorpora dentro de sus dominios.

A pesar de haber decidido la desaparición de al República de Bolivia, estuvieron muy contentos de celebrar el 185 aniversario de su independencia, mientras el Estado Plurinacional se apresta a recordar su primer aniversario en enero próximo.

El fervor de ellos se sumó al de todos los bolivianos y decidieron rendir su homenaje a Simón Bolívar y a Antonio José de Sucre, dos de los descendientes más ilustres de los colonizadores, que lograron recoger el mensaje de los líderes del pedido de independencia, cuyo bicentenario hemos comenzado a recordar el año pasado.

La tregua ha servido para hacer algunos ofrecimientos, a pesar de que la celebración no ha sido igual para todos e inclusive hubo algunas personas que no dudaron en manifestar su disgusto, como debería suceder siempre dentro de una sociedad democrática.

Aunque con unos toques de folclore, la Asamblea Nacional tuvo oportunidad de reunirse en el campo ferial, precisamente en el lugar donde se dice, existía un arsenal preparado para eliminar al jefe del Estado Plurinacional.

Pero no sólo fue Santa Cruz, Pando también tuvo oportunidad de ser la sede de una demostración de las Fuerzas Armadas, ponchos rojos incluidos; muchos pandinos, al ver los fuegos artificiales, han debido recordar la última incursión de las Fuerzas Armadas, con fuegos de verdad, cuando no perdonaron ni a los pastores protestantes, para demostrar el poder del estado plurinacional en un lugar que se caracterizaba por ser reducto de la oposición, hasta la última corriente migratoria que consiguió mostrar su mayoría en las urnas.

El panorama del 8 de agosto no se muestra nada alentador, por el contrario comenzaremos la semana con una demostración de fuerza de los transportistas, quienes intentan arrebatar de los bolsillos de los ciudadanos, el aumento salarial que el Gobierno se negó a otorgar, ofreciendo a cambio un servicio cada vez menos eficiente, con vehículos destartalados que según ellos mismos lo han reiterado, no están en condiciones de mejorar.

El tema del transporte bien podría ser mejorado con la inclusión de nuevas líneas de trufis, pero el Gobierno ha decidido impedir el ingreso de vehículos de contrabando, aunque por otro lado prepara las normas para legalizar su internación.

Otro tema que queda pendiente en la agenda y que no parece de fácil solución, omitido estratégicamente de los discursos, es el relacionado con los distritos de Potosí y Oruro, el primero lucha por reivindicar los derechos regionales, mientras en una jugada que vale la pena analizar con detenimiento, fue incorporado en el conflicto con un problema de límites que si se lo ve bien, tiene como centro la propiedad de unos cerros con riquezas minerales, aunque los territorios en conflicto tendrán que ser asimilados con esos laimes, jucumanis y cacachacas incluidos que han estado demostrando su bravura, en especial en la región de Uyuni, donde se enfrentaron con unos volteadores de contrabandistas de vehículos con un resultado sangriento, además de otras manifestaciones de lo que es la Justicia Comunitaria que podría expandirse a otras regiones del naciente estado.

Mientras esperamos ver la forma en que continuará desarrollándose el experimento, tenemos casi la certeza de que las cosas se mantendrán igual para los observadores más optimistas. Esa afirmación comprende entre otras cosas las nuevas arremetidas contra los hermanos cruceños, de parte del fiscal Soza que tiene todavía una agenda aprobada para rato.

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Opinión: Bolivia, es eterna frente a cualquier improvisación superficial y pasajera

Bolivia, está formada por territorio, población y gobierno.  Totalidad nacional  que  genera un acontecimiento más amplio, quizá ilimitado en su proyección histórica y cultural.  Así como los otros países del mundo, el nuestro, tiene principios, valores, creencias, tradiciones, símbolos, costumbres y porque no, prejuicios, mitos y supersticiones.  Tiene un pasado de donde surge su presente y sirve de base para  proyectar lo porvenir.  En ese marco existen  fechas  para recordar acontecimientos fundamentales que influyeron e influyen en el proceso formador de su condición estatal, posee una hermosa bandera, un escudo que representa mucho de lo que es y de lo que tiene.  Hay también próceres que murieron allá donde les tocó defender lo que amaban. Esa totalidad constituye una categoría trascendente, compleja  y apasionante, por la que vale la pena vivir con dignidad y en su caso morir heroicamente.

Es obvio decir que los pueblos  respaldan con su propia existencia su soberanía, su derecho de autodeterminarse, valores sin los cuales quizá la existencia comunitaria no tendría sentido.  Los enfrentamientos más conmovedores y en esa dinámica, los hechos heroicos imborrables, se han dado y se dan por la preservación del territorio.  Aún en los niveles de existencia menos evolucionados, este es un valor por el que la vida misma se convierte en un medio que puede ser sacrificado.  La preocupación implícita en este artículo,  no es por esos aspectos esenciales, por los que todos, suponemos, marcharíamos a los campos de batalla entonando canciones de sublime inmolación.  Algo  diferente y con una complejidad no fácilmente descubrible, ocasiona este trabajo periodístico.

Mi preocupación se refiere a valores superestructurales pero, no por eso secundarios y menos desechables.  Me refiero a las fechas históricas, al idioma, a las creencias religiosas, a los símbolos de la patria, tan entrañables para nosotros que  hoy han sido agregados, con mucha facilidad y por eso  mismo con poco o ningún respeto por la Bolivia histórica, a lo que, supuestamente, debe ser cambiado.

La Constitución Política del Estado, define que el país es plurinacional y respalda ese postulado fundamental enumerando expresamente 36 nacionalidades, en las que no aparece en ningún lugar y para nada la población de las ciudades y también de las provincias, que se califican, así mismas,  como mestizas.  Con seguridad,  más del 70% de la población, hoy por hoy, es resultado de la formación constante de la sociedad boliviana,  que se ha dado en el pasado y  en todo el periodo republicano. Si  decimos que indígenas y originarios, en la hipótesis de existir químicamente puros,  son 30% o menos, corremos el riesgo de incurrir en una exageración.  Aquí en Cochabamba, por ejemplo, no hay un límite a partir del cual podemos decir que comienzan los quechuas, claramente diferenciados de los mestizos.  Este es un departamento, preponderantemente mestizo, lo mismo podemos decir de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija, Beni, Pando e incluso La Paz.  Potosí y Oruro están también por encima de las desagregaciones racistas y plantean sus ideas y programas en la lógica amplia e ilimitada de la República.

En las últimas elecciones, técnicamente hablando, en todas las ciudades se ha impuesto lo que podríamos llamar la clase media  o la sublimación política de lo mestizo.  El MAS que pretende ser representante exclusivo de indígenas y originarios, perdió en La Paz, Oruro, Santa Cruz, Sucre, Beni y Tarija.  En Cochabamba, el acontecimiento tuvo dos dimensiones, por una parte, la oposición en conjunto era y es mucho más que el oficialismo, y por otra, es digno de ser anotado, la campaña y los resultados alcanzados sólo por dos personas, Murillo y Lazarte, que por muy poco no derrotaron a la inmensa maquinaria del oficialismo y a la cantidad de medios y recursos utilizados por tal propuesta.  En la proyección de la Bolivia fundada en 1825 y de la que ahora quieren imponer, artificialmente,  los gobernantes circunstanciales, la tesis relativa al país histórico, es la que se impone fácilmente, sin lugar a ninguna duda.

El oficialismo se equivoca en su pretensión de anular o disminuir algunos símbolos y fechas históricas importantes.  Hasta que surja un nuevo país, cualitativamente superior al que tenemos, no hay ninguna fecha más importante que el 6 de agosto.  Hasta que, en la dinámica de algún acontecimiento heroico,  no surjan otros colores o formas, la tricolor: rojo, amarillo y verde, será nuestra bandera.  Y mientras no haya un idioma suficiente para hacernos entender y entender a los otros pueblos del mundo, tendremos que hablar el español; la religión es mas personal, pero, la mayoría es católica y suponemos que seguirá siéndolo hasta que alguien ofrezca otra forma mas convincente de explicar la existencia del ser humano; la ropa que utilizamos todos los días y que utilizan los indígenas y originarios, es cómoda y resulta agradable para todos.  Se trata de civilizaciones completas, cuya dimensión, ni siquiera sospechan los que hoy pretenden imponer otra historia, otra bandera, otros símbolos y actitudes.  En ámbito del país que somos, hay nacionalidades respetables, que merecen, no sólo consideración y apoyo, sino los espacios y medios necesarios para fortalecer sus propios principios, valores y objetivos. En su dinámica nacional, lo multiétnico no tiene más alternativa que existir en el seno de un país homogéneo, solidario, equilibrado y permanente.

Simplificando la forma de expresar el propósito fundamental de este trabajo, la Bolivia que existe, es la única realidad, a partir de la cual debemos trabajar por un futuro digno de ser vivido, deshacerla con propósitos  sueltos y esporádicos, es una estrategia destructiva, sin contenido ni vitalidad evidentemente sustitutiva.  Destruir lo que hay, sin nada equivalente o mejor, para llenar el vacío o superar el caos desatado por los exabruptos,  supuestamente transformadores, es una forma ingenua  de autodestruirse, ocasionando daño similar  o mayor a los demás.

Es importante  afirmar que el pasado pre colonial es componente determinante en la formación psicobiológica, así como en la proyección futura de lo mestizo. Tenemos  que aprender a sentir orgullo por lo que fuimos, por lo que somos y por lo que seremos.  La dominación colonial queda en nosotros como lo más despreciable.  Nuestra verdadera liberación consiste en no repetir nada de lo que ellos hicieron.  Esto significa hablar del amplio y humano nosotros dejando atrás el diminuto y egoísta sectarismo.

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Clarín, Argentina: Previsibilidad y seguridad jurídica para el progreso

Representantes de las asociaciones empresarias que reúnen a las empresas más grandes del país volvieron a resaltar la importancia que tienen la previsibilidad de las políticas económicas, la seguridad jurídica o la estabilidad de precios, para el crecimiento de la economía. Si bien estas preocupaciones están estrechamente relacionadas con los intereses de las empresas, de cualquier tamaño y nacionalidad, son igualmente importantes para el funcionamiento de las instituciones de la República y para el bienestar económico y social de todos los ciudadanos.

La organización social se basa en una trama de contratos que abarcan desde las operaciones económicas de mayor magnitud, hasta los que en de modo formal o informal realizan las personas permanentemente en su vida cotidiana. Un punto fundamental en ese escenario es la conducta y orientación del Estado y sus funcionarios, dada su incidencia en el establecimiento y administración del cumplimiento de todo tipo reglas.

En el campo de la sociedad el papel del Estado es fundamental para garantizar la efectivización de las normas que regulan las relaciones entre ciudadanos y entre estos y las instituciones y, por lo tanto, el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones.

En el campo específicamente económico, el Estado tiene , entre otras, funciones tan decisivas como administrar los fondos públicos de acuerdo a los presupuestos aprobados por el Poder Legislativo, intervenir en las negociaciones laborales y dictar normas y establecer políticas que influyen en todos los aspectos de la vida económica. De allí que, la calidad de la gestión, la profesionalidad y honestidad de los administradores y la legalidad y previsibilidad de cada acto de los funcionarios es crucial para la sociedad. Cuando esos requisitos no se cumplen, se deterioran las expectativas de las empresas y se demoran las decisiones de inversión, lo cual afecta los ritmos de crecimiento y de creación de empleos. Por este motivo, el preocupación por la previsibilidad y seguridad jurídica es una constante en el ámbito empresario, aquí y en cualquier país del mundo y es también incumbencia del conjunto de la sociedad.

En este contexto se inscriben las coincidencias que tuvieron lugar en la reciente reunión de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA), en la cual se resaltó que, en un marco republicano sólido, es indispensable contar con seguridad jurídica, reglas de juego estables y previsibles y respeto por la actividad privada, para alcanzar un desarrollo sostenido y socialmente inclusivo. Estas expresiones no fueron solamente el producto de una reflexión teórica, sino una toma de posición a las políticas oficiales de confrontación con las empresas, intervención en los mercados y establecimiento o modificación arbitraria y sorpresiva de normas.

Es destacable que, un día después, el Presidente de la Corte Suprema considerara como muy graves las fuertes oscilaciones en materia tributaria, regulación de mercados y salud, que tuvieron lugar en las últimas décadas y resaltara la necesidad de un fortalecimiento institucional.

La preocupación por estos problemas, antecede y excede, por lo tanto, la situación actual, y es un punto central de cualquier programa para consolidar el desarrollo de capacidades productivas, competitividad y puestos de trabajo. Sin reglas claras, sin un Estado eficiente, honesto y respetuoso de la iniciativa privada, el país es condenado a desperdiciar recursos y oportunidades de progreso y relegamiento internacional.

La UIA y AEA coincidieron en señalar la importancia de la previsibilidad y la seguridad jurídica, factores que interesan tanto a las empresas como a la sociedad en general. El funcionamiento eficiente, honesto y previsible del Estado y el cumplimiento de las normas son indispensables para promover la inversión y los puestos de trabajo. Sin reglas claras y sin respeto a la iniciativa privada se pierden oportunidades de progreso.

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