Juan Del Granado tiene grandes expectativas para el 2015, pero al mismo tiempo asegura que el Movimiento Sin Miedo no trabaja con agenda electoral. Ha comenzado a difundir lo que él llama los desafíos de la transformación y los errores de la conducción, pero se niega a ser llamado “oposición”.
Claudio Rossell Arce / Pulso
El ex alcalde de La Paz y líder del Movimiento Sin Miedo (MSM) ha reaparecido para explicar lo que su partido ha definido como los cuatro desafíos del proceso de cambio y los cuatro errores en la conducción oficialista.
Para evitar confusiones, al inicio de la entrevista le preguntamos si habla como Juan Del Granado o como MSM. “Nunca te voy a hablar en primera persona, eso no existe en nuestro movimiento, por eso no he sido candidato a la Alcaldía. Era posible, perfectamente posible ganar la Alcaldía sin Juan, lo hemos demostrado, y va a ser perfectamente posible que seamos la primera fuerza el 2015 sin Juan”, dice en su habitual estilo enfático.
—Antes de iniciar la entrevista nos decía que el MSM está definiendo su identidad en términos de ni oficialista ni opositor; sin embargo, todo proceso democrático necesita un opositor.
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Consideramos que sobre todo después de diciembre se ha abierto la segunda etapa de largo aliento del proceso de transformación, la primera se resume en la nueva CPE, en los cambios trascendentales del rol del Estado, en el protagonismo de los pueblos originarios, en la recuperación de los recursos naturales y sin duda en un rediseño del país frente al exterior; son los cuatro parámetros que nosotros identificamos como los que presiden los cambios de la primera etapa. Esta segunda etapa la situamos como la etapa del despliegue de la transformación, de la construcción estatal, y por tanto caracterizada por una gran capacidad de conducción del proceso; es una etapa de largo aliento.
Hemos planteado en esta segunda etapa del proceso de cambio al menos cuatro desafíos estructurales, que nos permiten orientar nuestra acción partidaria, lo que debería ser la acción del Gobierno y, ojalá, lo que debería ser el accionar de la sociedad. Consideramos que es un tiempo de revalorización de la política en un marco distinto; no debería ser un tiempo en el que discutamos si el cambio va, si la transformación es buena o mala en sí misma, como fue en el periodo anterior, cuando los sectores conservadores, prefecturales, cívicos planteaban su oposición a la transformación, hasta el punto de exacerbar los niveles de oposición hasta la confrontación. Nos parece que definir esta segunda etapa como de construcción redefine los términos de la política, se trata de que el conjunto del país en sus expresiones más diversas, regionales, sociales, sectoriales, políticas, ideológicas, dé su visión de cambio en un proceso de largo aliento, ya no es quiénes están a favor o en contra, sino cómo ve cada quien el proceso de cambio, la construcción del nuevo país.
—Esto que me está diciendo excede los límites de un partido tradicional…
Absolutamente. Nosotros hemos planteado cuatro grandes desafíos para la transformación. El primero es el desafío de la construcción autonómica, que supone no solamente una ley marco sino el complejo tejido de competencias, de recursos, entre tres o cuatro niveles que ya están habilitados: el central, por supuesto, el departamental, el municipal y hacia adelante se va a plantear el nivel indígena originario y el regional; una construcción muy compleja.
Un segundo desafío es el económico productivo, o sea cómo el rol de Estado en la recuperación de los recursos naturales da paso no solamente a una política de bonos y de ahorro interno, sino a una política de transformación productiva, de industrialización, y a partir de ello a una elevación sustancial de la calidad de vida del conjunto de la población, que es el desarrollo, que es el Vivir Bien que dicen los masistas.
Un tercer desafío es el de la construcción legislativa institucional; hay una nueva superestructura a construirse, ya no solamente cinco leyes, ya no solamente la Constitución, sino nuevas instituciones, nuevas relaciones en la sociedad, del Estado con la sociedad, de los niveles autonómicos… en fin, hay una nueva institucionalidad a construir y hay algunos pasos que se han dado.
Y un cuarto desafío es el de la construcción de la sociedad plurinacional, que es la construcción de la sociedad de iguales; ésta que hemos pregonado tanto y que no hemos podido hacerla en 185 años, que tiene que ver con 36 naciones, que tiene que ver con oriente y occidente, con aymaras, con occidentales, etc. Estos son los cuatro desafíos y pensamos que el Gobierno está encarando mal los cuatro desafíos.
—En todo caso estamos de acuerdo en que esto es efectivamente la agenda del Gobierno, al menos en el discurso…
Así es, pero esta es la agenda que proponemos. Lo que nosotros estamos haciendo es un ordenamiento de cuatro procesos, de cuatro desafíos que en nuestro criterio marcan no los próximos meses sino los próximos años; toda la gestión gubernamental puedes resumirla ahí. Creemos que el Gobierno está encarando mal los cuatro desafíos; en primer lugar el desafío autonómico, una visión hegemonista como la que sigue desplegando el MAS está creando condiciones adversas para el desarrollo autonómico. Empieza por crear normas para destituir gobernadores y alcaldes; la primera norma que el Gobierno adopta en esta segunda etapa, la Ley de Transición, no facilita la transición, sino que más bien crea condiciones para destituir ya no solamente alcaldes sino también gobernadores opositores.
En segundo lugar, la acción del Gobierno está claramente orientada a tomarse las alcaldías. La construcción autonómica supone la diversidad en la gestión estatal, ya sea central, local, departamental; una visión hegemonista es absolutamente contraria a la construcción autonómica, donde vas a tener alcaldes de un partido, gobernadores de otro y asambleístas de uno distinto, es obvio; y lo que hemos tenido recurrentemente son expresiones de esta visión hegemonista, el copamiento que el MAS quiere hacer de todo el escenario institucional: el caso de Sucre, el caso de Potosí, al menos en este caso se ha cumplido lo que hemos planteado, que sea uno del mismo partido que el destituido el que asuma la conducción; eso no ha ocurrido en Quillacollo, tampoco en…
—Pero eso depende de la correlación de fuerzas en cada Concejo Municipal…
Claro, dejar en manos de un Concejo, o de una Asamblea, que tienen correlaciones distintas a las del Alcalde o Gobernador. Pero además no está bien asumido el desafío autonómico con una Ley Marco con deficiencias, con un sesgo centralista, con mezquindad en la distribución de recursos y con una visión de poca gobernabilidad democrática en las entidades autonómicas. Peligroso, muy peligroso. La construcción autonómica está en serio riesgo por una visión hegemonista del MAS, por una visión poco democrática del MAS.
En el desafío económico productivo estamos peor. Saludamos la estabilidad macroeconómica, la política redistributiva de bonos no la vemos mal, pero el propio Presidente ha reconocido que estamos absolutamente rezagados en inversión y en desarrollo de productividad e industrialización. Esto es muy grave, porque al cabo de cuatro años y medio no ha cambiado esencialmente la calidad de vida de la gente, no hemos cambiado el modelo de acumulación y estamos en riesgo de que se malogre una coyuntura tanto nacional como internacional favorable. El ejemplo más visible de este estancamiento es lo que está ocurriendo en Yacimientos (Petrolíferos Fiscales Bolivianos, YPFB): hace un año, en septiembre, el Banco Central firmó un convenio de 1.000 millones de dólares de crédito para Yacimientos; ha pasado un año y no se ha invertido un solo dólar, y estamos ante el riesgo de que nuestras reservas internacionales de gas, que van a ser certificadas en el curso de las próximas semanas, hayan disminuido notoriamente, precisamente por la falta de inversión. Si disminuyen nuestras reservas de gas o no se incrementan de manera razonable está en riesgo la industrialización, está en riego el nuevo modelo de acumulación. El Gobierno no está haciendo lo adecuado; ahí hay una visión excesivamente estatista, contraria a una visión plural como establece la Constitución Política del Estado (CPE) para la construcción económica y productiva.
En el caso de la construcción legislativa institucional, los errores son más visibles: los proyectos de ley, los proyectos de nuevas instituciones que deben estar establecidas en nuevos instrumentos legislativos están mal hechos, son poco prolijos, pero lo que es más grave: no hay escenarios de debate parlamentario, ni dentro ni fuera del Parlamento; estas cinco leyes importantes todas ellas están mal hechas, el MSM está preparando las leyes modificatorias de las leyes aprobadas; no han sido aceptadas nuestras observaciones, salvo de manera parcial en la Ley Marco de Autonomías, y por tanto no se han generado ni siquiera espacios de debate nacional. Es muy precaria la construcción institucional.
En cuarto lugar, la construcción del Estado plurinacional: creemos que se han exacerbado los conflictos, la diferencias, que hay una sistemática visión de confrontación étnico cultural, que no ha sido superada, y que hay una visión de confrontación regional territorial que se sigue planteando.
—¿Esta exacerbación es atribuible al Gobierno?
Absolutamente. Esto es además preocupante cuando ya bajas a un nivel de análisis respecto del rol de los movimientos sociales; constatas que en sus conducciones han sido cooptados por las estructuras partidarias del MAS, o cooptados por la estructura gubernamental del Estado, y entonces en la práctica lo que tenemos son niveles de cooptación y no tanto de participación y protagonismo. Y algo que es más grave: se siguen exacerbando las diferencias étnico culturales y las regionales, entonces creo que no estamos avanzando en una construcción plurinacional.
¿A qué atribuimos que estos cuatro desafíos no estén bien encarados? A graves deficiencias en la conducción del proceso. Estas deficiencias las hemos caracterizado en cuatro órdenes: en primer lugar se trata de una conducción ideológica errática. El Gobierno, la conducción estatal, la conducción del proceso parece que no sabe a dónde va en términos de construcción estatal. El ejemplo es el de un Vicepresidente de la República, que sin duda genera discursos ideológicos, que en marzo del año pasado nos planteó que la conducción estatal tenía que realizarse en términos del capitalismo andino; aquella vez Álvaro García Linera señaló que no había condiciones para una construcción socialista, pero en septiembre, pocos meses después, sin ruborizarse, la misma persona nos dice que de lo que se trata es de construir el socialismo comunitario. Hay un bache grande entre ambos conceptos. Lo que nos preocupa no es lo que diga o no el Vicepresidente, sino que no hay claridad, no sabemos a dónde estamos yendo, sabiendo que hay una CPE que más bien nos marca los márgenes de construcción estatal, pero la Constitución es una visión normativa, no una visión ideológica, por lo menos no completa. Esto es grave, porque si no sabemos qué tipo de sociedad, qué tipo de Estado vamos a construir, nos vamos a equivocar; los excesos ideológicos se explican por esta conducción ideológica errática. No hay un modelo de acumulación; el antiimperialismo de pasillo o de plazuela nos hace daño a estas alturas.
Tenemos en segundo lugar una conducción política intolerante. El MAS no acepta disidencias, al parecer no asume que un elemento conceptual de la transformación es la pluralidad y la democracia, y eso implica otras voces, otros criterios, otras opiniones. Entendimos la polaridad y la confrontación por la manera exacerbada en que se dio en la primera etapa, con motivo de los excesos de los movimientos regionales conservadores, y los propios excesos gubernamentales, pero ahora esa conducción política intolerante, poco democrática está reflejándose con los movimientos sociales, con Potosí, con Caranavi, con la marcha de los pueblos indígenas, disidencias que ya no son de las regiones conservadoras, sino de los propios sectores sociales que son parte de la transformación; ya no es intolerancia con el Movimiento Sin Miedo, que le disputó espacios institucionales muy claros, ahora resulta que la marcha de los pueblos indígenas de tierras bajas se explica por USAID, o la acción de Caranavi se explica por la acción de la derecha, o peor, lo de Potosí se explica por la infiltración o por la enorme habilidad o capacidad que tendría René Joaquino. Ahí hay una conducción política del proceso intolerante, que no admite la pluralidad, que no admite las críticas, y que está manteniendo por lo menos o agravando una política de confrontación destinada a eliminar al adversario. El adversario es connatural a la democracia, la disidencia es connatural a la pluralidad.
En tercer lugar tenemos una conducción gubernamental ineficiente, negligente y en muchos casos corrupta. Esta es una observación que el MSM hizo de manera recurrente en la primera etapa del proceso, que motivó distanciamientos, diferencias, no fue una observación que la publicitamos, porque esa no era nuestra línea de trabajo, pero hoy no somos del Gobierno. No se ha superado la ineficiencia, no se ha superado la improvisación y se llega a extremos casi de indolencia, como es el caso de Potosí. Esto es muy grave, porque la gestión gubernamental no tiene resultados, no está atendiendo las demandas inmediatas y tenemos la fundada preocupación de que está dejando de lado incluso la agenda estratégica; el ejemplo de Yacimientos lo reproduzco acá: una conducción gubernamental que está descuidando la inversión en exploración, una conducción gubernamental que está generando focos multiplicados de ineficiencia en pequeñas empresas estatales.
Y en cuarto pero no necesariamente último lugar está la conducción partidaria prebendalizada. Una conducción partidaria que aparece en el caso del MAS claramente prebendalizada, que aparece en un inicial, al menos, proceso de descomposición, de pugnas y de confrontaciones internas, de sorda pugna por espacios de poder, que se reflejan además en progresivos niveles de pérdida de conductas éticas: entiendo que el señor Surco ha retornado al Parlamento, eso no era pensable hace dos años, un Senador ebrio chocando movilidades… hace dos años no era pensable que Evo Morales lo admitiese nuevamente en el Parlamento.
—¿Está diciendo que los valores que encarnaba el Presidente hace dos años ya no están presentes?
Por lo menos son valores que no han sido capaces de difundirlos como valores estructurales del comportamiento público en general. Es muy grave. Estas cuatro deficiencias en la conducción pueden explicar que no se asuma los grandes desafíos, y este cuadro puede poner en riesgo en el mediano o corto plazo la propia orientación, los propios resultados, las propias expectativas del proceso de cambio y transformación, y es ahí donde nosotros perfilamos mejor nuestra identidad. No estamos en contra de la transformación, todo lo contrario, pero estamos absolutamente en contra de esta manera cómo se está conduciendo la transformación.
—O en todo caso de los gestores…
Así es. La conducción es una conducción equivocada, y por ello el MSM se plantea como una fuerza, a construir, alternativa a la conducción.
—¿Una “oposición viable”?
No tanto eso. Los términos nos quedan un poquito incómodos, pero sí nos situamos como una fuerza emergente dentro de proceso de cambio que va a oponerse a todo lo que está mal en la conducción gubernamental, y que va a tratar de desarrollar especialmente su actividad política en estos cuatro desafíos de la construcción alternativa.
—El MSM se está proponiendo desde ya como una alternativa.
Hemos descartado, por la dinámica de los acontecimientos, que vaya a modificarse de manera esencial la conducción gubernamental, o sea que vaya a corregir sus errores. Saludamos el discurso del Presidente el 6 de agosto, había contenidos autocríticos, se hablaba de debilidades, hizo hincapié en la conducta ambiciosa de los dirigentes, la falta de inversión, el contrabando, el narcotráfico, habló de construir confianzas con los alcaldes, con los gobernadores, invitó a los empresarios a ser socios de la industrialización y de la inversión, y no hace muchos días el mismo Presidente ha descalificado al propio movimiento potosino. ¿Qué tipo de confianza quiere construir cuando cree que 200 mil personas se movilizan porque hay infiltrados, porque hay traidores? Entonces no tenemos una visión optimista sobre las posibilidades, o las capacidades del propio MAS para modificar sus desaciertos.
—Se perfilan como fuerza alternativa, quieren ser la primera fuerza el 2015, obviamente se puede aplicar la estrategia que habitualmente utilizó la oposición, o la derecha conservadora: hacerle la guerra al que está en el ejercicio del Gobierno para cebarse del descontento, ¿qué más va a hacer el MSM?
No estamos situando la alternativa nuestra de manera encasillada en los tiempos electorales próximos. Obviamente tendremos un primer gran desafío el 2015, pero es probable que los desafíos vayan más allá. De momento el desafío principal está en el adecuado desarrollo de aquellos espacios institucionales que nos ha confiado el voto popular: estamos presentes en 100 concejos municipales, en asambleas departamentales, en alcaldías y tenemos una representación pequeña pero cualitativamente importante en la Asamblea Nacional, entonces es ahí donde vamos a desplegar nuestro accionar institucional. En el caso de las alcaldías sí tenemos que hacer una gestión distinta, y tenemos condiciones y experiencia para hacerlo; es ahí seguramente donde más vamos a aportar en la construcción autonómica. Los otros desafíos tienen más que ver con las mayorías parlamentarias, con la gestión del Gobierno central, pero nuestra visión es de mediano y largo plazo. El mediano plazo está vinculado con las responsabilidades institucionales que nos han dado los electores, el largo plazo sí está vinculado a una propuesta nacional alternativa que vaya a disputar en elecciones nacionales, el 2015 y el 2020.
—Al inicio me dijo "el 2015 seremos la primera fuerza sin Juan Del Granado".
Lo decía como una posibilidad. Esto tiene que ver mucho con la visión reduccionista que a veces tienen los analistas políticos y la prensa política. La pregunta obligada después de abril de todos los periodistas ha sido si voy a ser candidato el 2015, que me parece que es una de las preocupaciones que también tiene el Gobierno (está revisando mi gestión de 10 años con 20 auditores de la Contraloría, que lo hagan); parece ser que en el Gobierno como en los medios y los círculos de análisis hay la preocupación sobre una candidatura mía. No está planteada una candidatura mía hoy día.
—Pero es porque no está planteada ninguna candidatura en absoluto.
Normalmente los partidos, tanto de la derecha como de la izquierda, han construido alternativas políticas en torno a candidaturas, así no haya elecciones, y éste, creo, es un error porque podemos labrar candidaturas, podemos labrar o perfeccionar liderazgos, pero si no hacemos una construcción ideológica, si no hacemos una construcción programática, una construcción organizacional, no vamos a tener destino como fuerza alternativa. En esa construcción estamos.