Rectificar el rumbo de las políticas estatistas del actual gobierno podría estar al alcance de la mano, si tan sólo el presidente Evo Morales fuera becado por un tiempo a Cuba para conocer las reformas privatizadoras anunciadas por los hermanos Castro. Medio millón de empleados públicos serán reconvertidos al sector privado, que duplicará su tamaño en un proceso de tres años. Esto es sólo el comienzo de un cambio histórico que no hubiéramos imaginado poco tiempo atrás: el inicio del castroliberalismo. Como en la China de Deng Xiaoping, que inició su transformación con una simple aceptación de la existencia de pequeñas granjas privadas y culminó convirtiéndose décadas más tarde en una de las principales economías del planeta (con posibilidades de ser la primera en los próximos 50 años), las medidas liberalizadoras iniciales del castrismo provocarán una reacción en cadena que traerá muchas reformas más. ¿Acabará Cuba convertida en el “tigre del Caribe”? Por supuesto que la apertura económica no garantiza por sí sola una apertura política, y ahí está el mismo ejemplo chino para recordárnoslo. Pero convengamos que un pueblo cuyos empleos ya no dependan del Estado, que comience a manejar elementos básicos como celulares, a tener sus propias conexiones a Internet o a desarrollar mayores contactos con el mundo exterior por la vía de los negocios, estará ampliando sensiblemente la esfera de sus libertades y sembrando la semilla de una futura vía a la democracia. La castroika es la enésima confirmación de que el colectivismo socialista no ha funcionado nunca, en ninguna de sus variantes, a excepción de la administración moderadamente distributiva del capitalismo ensayada por la socialdemocracia. Todavía estamos a tiempo de evitar caer en ese pozo del que ahora, los que llegaron a tocar su fondo, quieren salir desesperadamente. Ojalá que Evo escuche más a los hermanos Castro que a Hugo Chávez. Podría ahorrarle al país “una temporada en el infierno”.
¿Y la candidatura al Nobel?
Hace varios meses que ni el gobierno ni sus aliados internacionales dicen ni pío sobre el intento de nominar a Evo Morales al Premio Nobel de la Paz. De hecho, la izquierda radical latinoamericana parece haber optado por promover la candidatura de las Madres de la Plaza de Mayo. ¿Qué pasó? ¿El acercamiento con el belicista y antisemita Ahmadinejad enfrió algunos entusiasmos? ¿El aplauso de Evo por los 500.000 muertos en Irak habrá sido el tiro de gracia?
Conalcam “productivo”
Anuncia el gobierno que promoverá el “rol productivo” de la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), conformada por los pocos movimientos sociales que aún no se han desgajado de la alianza oficialista. Por la vía del financiamiento a dudosos proyectos productivos se realiza un intento bastante obvio de evitar nuevas disidencias, ante las protestas de las organizaciones sociales por su escasa participación en las cuotas de poder del Ejecutivo, copadas por una nueva clase burocrática que sólo pensaba en ellas como tropas de choque. No le auguramos mucho éxito en el plano económico a este “rol productivo”, conociendo los documentos internos de ciertos proyectos impulsados por la estatal Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA), donde se da cuenta del papel negativo asumido por los sindicatos agrarios afines al MAS, que torpedearon esas iniciativas. La lógica sindical y la lógica productiva no parecen llevarse bien de la mano.
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