El cuento de la austeridad


En esa vomitiva hagiografía titulada “Jefazo” escrita por el argentino Martín Sivak, que a propósito Evo Morales distribuyó como caramelos en Nueva York, se cuenta que en su primer viaje a la sede de la ONU, el presidente boliviano hizo gala de una austeridad franciscana al punto que los envases para helados eran reutilizados para ahorrar unos centavos, se alojaron en un hotel casi para marginales y compartían las camas

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Algo ha debido pasar en estos cuatro años que la cosa cambió radicalmente. Ahora no se fija en gastos. Llegó en su moderno avión, se alojó en un hotel de lujo y los miembros de su comitiva, entre ellos su portavoz Iván Canelas, fueron vistos en la Quinta Avenida cargando bolsas con logotipo de lujosas tiendas de prestigio mundial y en las que seguramente no se venden baratijas.



Prohibido pensar

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La independencia de criterio y la racionalidad no son atributos muy apreciados dentro del MAS. Lo que rige es el sometimiento absoluto a la voluntad del “jefazo” y la pena por no hacerlo es el ostracismo. Eso lo está comprobando el senador por Potosí, Eduardo Maldonado quien cometió, primero, el imperdonable pecado de defender los intereses de su departamento y declararse en huelga de hambre.

Ahora se niega a acatar sin chistar las órdenes que llegan del palacio de Gobierno y ha dicho que la llamada “ley contra el racismo” puede y debe ser reformada lo que lo ha colocado en las puertas del infierno. Sus colegas de partido lo puesto al hielo, no le dan ni el saludo ni se le acercan posiblemente por miedo  de contraer esa peligrosa enfermedad que tanto temen los autoritarios de todo lado y que obliga a pensar a los que la contraen. Sin embargo comentó que por abajo le soplaron que ya se está buscando la forma de sacarlo de su curul”, por transfugio.

Por favor, ubíquense

La Fundación Milenio no está muy ubicada y sus estudios son cuando menos, tendenciosos. Decir que la pobreza no ha disminuido en Bolivia resulta falso a todas luces y muestra algún tipo de interés muy reprochable. Es que solo tenemos  que constatar que la mayoría de los jerarcas gubernamentales y los dirigentes de las “organizaciones sociales” en solo cuatro años han pasado del pahuichi al chalet y del carretón a las vagonetas de lujo, como premio a su sacrificado, tesonero y desinteresado trabajo.

Esa neoliberal Fundación, de manera sesgada está ocultando esa información  que por suerte se muestra empecinada a todos los bolivianos. Algunos dirán que solo se trata de unos pocos, pero algo es algo y no debemos ser envidiosos.