El Ejército pagó a guerrilleros del jefe militar de las FARC para que revelaran su paradero – El espionaje colombiano colocó un GPS en las botas del comandante
PILAR LOZANO – Bogotá – 25/09/2010 | elpais.com
Durante días Jorge Briceño, el Mono Jojoy, jefe militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y responsable de los más sonados descalabros de las fuerzas de seguridad y de cientos de secuestros, caminó, sin saberlo, con unas botas en las que había sido colocado un GPS. Eran iguales a las que utilizó en los últimos años porque las llagas en los pies, secuela de la diabetes, le impedían usar el calzado corriente que empleaba la tropa. El espionaje militar se logró infiltrar en la red encargada de los suministros a la guerrilla y colocó en las botas del Mono Jojoy este dispositivo de ubicación. Han sido cuatro años de rastreo para dar con el paradero de uno de los guerrilleros más perseguidos.
Nunca debió imaginar que sus últimos pasos emitieron las señales que hicieron posible que en una mole montañosa de 127 kilómetros de largo y 40 de ancho -la serranía de la Macarena- policía y Ejército ubicaran su escondite. "En el operativo contribuyó gente de las propias FARC", dijo el presidente Juan Manuel Santos desde Nueva York. El titular de Defensa precisó que fueron hombres del equipo de seguridad del Mono Jojoy quienes lo entregaron. Ellos recibirán parte de la recompensa de 5.000 millones de pesos (unos dos millones de euros) que se ofrecían por la captura del jefe guerrillero.
También hubo interceptación de comunicaciones y seguimientos a mujeres que bajaban de la sierra a La Julia, un caserío crecido a la sombra de la permanente presencia de las FARC en esta región, una guerrilla que ayer reclamaba "una oportunidad para la paz, pero no para la rendición".
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El miércoles, a las dos de la madrugada, una lluvia de explosivos destruyó su refugio de hormigón, ubicado en medio de 13 campamentos conectados por túneles.
La hora del ataque también fue calculada. Por la precisa información obtenida, mediante infiltrados y delatores, se sabía que este hombre tenía una costumbre: levantarse a la una de la madrugada y leer documentos hasta las cuatro. "Fue una operación quirúrgica, no iba dirigida a desmantelar un campamento sino a un objetivo claro", dijo ayer el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, antes de viajar a la Macarena.
Unos 800 hombres y 78 aviones y helicópteros participaron en esta "compleja y contundente" acción, el golpe más duro propinado a las FARC en sus 50 años de historia. Después del primer bombardeo -se lanzaron 30 bombas inteligentes de un cuarto de tonelada de peso-, cerca de 400 hombres, los mejor entrenados del Ejército y la policía, se descolgaron desde los helicópteros. Ellos hicieron el primer reconocimiento del cuerpo del Mono Jojoy: su cara quedó destrozada. Un reloj Rolex y los medicamentos para la diabetes, que llevaba en los bolsillos de su uniforme de camuflaje, permitieron la identificación previa, confirmada después con las huellas dactilares. Quince uniformados resultaron heridos. En el lugar, donde ayer continuaban los combates, se hallaron 20 ordenadores y 69 memorias USB.
Cuentan algunos soldados que tras el tercer bombardeo y los ametrallamientos desde el aire, los guerrilleros -alrededor de 700 en esa zona- intentaron mover a su jefe por la red de caminos en la intrincada geografía serrana, jalonada por enormes árboles. El Mono Jojoy contaba con varios anillos de seguridad separados a 30 kilómetros. Desde comienzos de año, cuando arreció la ofensiva contra el comandante de las FARC, estos anillos de seguridad se fueron debilitando.
El cadáver del Mono Jojoy llegó a Bogotá la noche del jueves y es custodiado en la sede de Medicina Legal, junto a los cuerpos de otros seis guerrilleros abatidos. Los forenses tratan de aclarar si Henry Castellanos, Romaña, colaborador predilecto de Briceño, está entre las víctimas.
Santos dio el parte de victoria: "Es un triunfo de la seguridad democrática, fundamental para llegar a la prosperidad democrática". Y con actitud severa se dirigió a las FARC: "Vamos a por ustedes; no ahorraremos esfuerzo; sabemos cumplir… Colombia puede ser un país sin guerrilla, sin terrorismo, y lo vamos a demostrar por la razón o por la fuerza".
El Mono Jojoy -se sabe por uno de sus últimos correos a sus cuatro compañeros de la cúpula guerrillera- temía una "matada" por parte de su enemigo: el Ejército. "Voy a utilizar la radio solamente para recibir y transmitir mensajes cortos de ahora en adelante para evitar una matada". Lo más probable es que jamás se le ocurriese sospechar de sus botas.
Los expertos confían en que la nueva dirección de las FARC sea más pragmática
El analista León Valencia tiene una esperanza: que la muerte del Mono Jojoy sea el presagio de un porvenir de reconciliación para Colombia. Y tiene un argumento contundente para su optimismo: los líderes de la vieja guardia campesina de las FARC -Manuel Marulanda, Tirofijo, Raúl Reyes y el Mono Jojoy- están muertos y en la cúpula quedan hombres de talante distinto, más urbanitas, más realistas política y militarmente.
Y espera que Gobierno y guerrilla rompan el círculo vicioso que no ha permitido romper la lógica de la guerra: se habla de debilitar a las FARC para obligarla a negociar, pero los golpes contundentes fomentan siempre la idea de alcanzar el triunfo por la vía militar.
La guerrilla, por su parte, cuando sufre momentos de debilidad piensa más en reacomodarse que en sentarse en esas condiciones, sin mayor peso, a buscar una salida digna al conflicto de años.
Hay otro asunto que lleva a pensar a Valencia que las cosas pueden cambiar: el trámite que se inicia el próximo lunes en el Congreso de la ley de reparación de las víctimas, que incluye la restitución de más de dos millones de hectáreas robadas a campesinos pobres. La serranía de la Macarena, donde el miércoles murió el Mono Jojoy, es una zona de colonización. Ha sido durante años refugio de pequeños campesinos sin tierra. No se sabe aún si esta población fue afectada, pero el ministro de Agricultura anunció ayer planes de ayuda para ellos.
¿Quién reemplazará al temido jefe militar? El abanico es grande: Joaquín Gómez, Pablo Catatumbo… El también analista Alfredo Rangel asegura que es indiferente a quien nombren: "El liderazgo, la tradición y el reconocimiento del Mono Jojoy en el interior de las FARC son insustituibles". Algunos creen que se dará una desbandada de guerrilleros, al menos en el bloque oriental, que dirigía el comandante abatido.
La Iglesia hizo un llamamiento a buscar la salida política al conflicto. La guerra y la muerte, han repetido, no son el camino para la paz. Mientras, la opinión pública colombiana está dividida entre los que defienden el camino de la negociación y los que insisten en la fuerza.
Golpe a las FARC
Santos afirma ante Obama que se acerca el final de la guerra de 40 años
El presidente colombiano se reúne con el presidente estadounidense en Nueva York
ANTONIO CAÑO | Nueva York 24/09/2010
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha aprovechado la visibilidad de su encuentro en Nueva York con Barack Obama para destacar la trascendencia de la muerte del líder guerrillero conocido como Mono Jojoy, a quien comparó con Osama bin Laden, y cuya desaparición significa, según él, "el principio del fin de una guerra de cuarenta años".
"Empieza una nueva era", le ha asegurado el líder colombiano al presidente estadounidense, quien elogió, por su parte, la operación militar conducida contra el jefe militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y dijo que había sido "un gran día" que ayudará a ese país a acabar con "la plaga que ha sufrido de parte de ese grupo terrorista por demasiado tiempo".
Santos ha agradecido la solidaridad de Estados Unidos en este momento decisivo para su país y ha asegurado que los progresos conseguidos en materia de seguridad -"un problema más o menos resuelto", ha dicho- permitirán que su Gobierno recién estrenado pueda enfocarse en los próximos años en el desarrollo de "un agenda más progresista".
El presidente colombiano había manifestado en una reunión con inversores y empresarios en la noche del jueves que la muerte del Mono Jojoy es un acontecimiento que "va a cambiar la historia de Colombia" y, tratando de hacer la noticia más comprensible para el público norteamericano, ha añadido: "Es que como si le anunciara a los neoyorquinos que Bin Laden ha sido abatido".
Posteriormente, en un discurso pronunciado ante el Council on Foreign Relations, un influyente think tank, el presidente colombiano ha intentado matizar un poco su entusiasmo y ha precisado que "aunque estamos ganando la guerra, no la hemos ganado todavía".
Santos ha insistido, no obstante, en que se trato de éxito de enormes proporciones que demuestra el buen trabajo que el Gobierno de Colombia viene haciendo desde tiempo para transformar la imagen de inseguridad y desorden que existía sobre ese país. "La diferencia entre la Colombia de hace diez años y la Colombia de hoy es de 180 grados", ha manifestado.
"Ya no tenemos que sentarnos", ha dicho, en relación a su reunión con Obama, "a discutir sobre narcotráfico, violencia y secuestros. Ahora podemos sentarnos, como he hecho con los países europeos y con el resto de América Latina y hablar sobre desarrollo, derechos humanos, medio ambiente, cómo crecer más rápidamente o cómo dar mayor bienestar a nuestros pueblos".
Santos quiere ahora que el mundo, y especialmente Estados Unidos, reconozcan ese cambio y traten a Colombia como corresponde. "Si somos un aliado estratégico", ha advertido Santos, "queremos que eso se haga realidad". En el caso norteamericano, que se haga realidad con la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) , que lleva esperando en el Capitolio cuatro años desde su firma por ambos Gobiernos.
Un número considerable de congresistas demócratas se niegan -sin que la Administración de Obama haya hecho ningún esfuerzo por convencerlos- a ratificar el TLC hasta que se produzcan mejoras sustanciales en el respeto a los derechos humano en Colombia, violados frecuentemente, según el criterio de esos legisladores, durante el mandato de Álvaro Uribe. La organización humanitaria Human Rights Watch respalda esa posición.
El Gobierno de Colombia confía en que las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos cambien la conformación del Congreso y abran la vía a la ratificación del tratado, pero Santos necesita también el respaldo de la Casa Blanca, que parece cerca de obtener tras su reunión de ayer. El presidente colombiano tiene fuerte lazos personales con Estados Unidos. Estudió en Kansas y en la universidad de Harvard, donde también lo hizo Obama.
La ministra colombiana de Asuntos Exteriores, María Ángela Holguín, ha confirmado que ambos presidentes habían tratado también la colaboración militar entre los dos países, especialmente el acuerdo de 2009 para el uso por el ejército norteamericano de bases militares colombianas en ese país -un acuerdo suspendido por el Tribunal Constitucional de Colombia-, y las relaciones con Venezuela.
La Administración norteamericana no pone objeción a que Santos, como ha prometido en varias ocasiones, intente una aproximación diplomática al gobierno de Hugo Chávez, pese a la hostilidad que éste manifiesta continuamente hacia Washington. El secretario de Estado adjunto para la región, Arturo Valenzuela, declaró recientemente: "vemos con muy buenos ojos que el presidente Santos busque mejorar las relaciones con los países vecinos".