Oriente sufre sobre todo por Argüello


El equipo fue eliminado; el jugador está fracturado

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El colombiano Freddy Hurtado le quebró la tibia y el peroné de su pierna derecha a Francisco Argüello. Ocurrió a los 35 minutos de juego y el árbitro sólo amonestó al jugador del Tolima. La grave lesión del futbolista del equipo nacional y la errada decisión del venezolano Juan Soto incidieron en el partido, porque el infractor debió ser expulsado y el local hubiese quedado temprano con un jugador menos.



La acción ocurrió en terreno colombiano. El volante paraguayo de Oriente Petrolero fue a rematar un balón y pateó fuerte. Al frente, Hurtado se cruzó con mala intención, le puso un tapón y la pierna derecha de Argüello se partió debajo de la rodilla.

El juego se paralizó durante unos cinco minutos. El árbitro vio paralogizado la doble fractura y quedó con sentimiento de culpa. Ya había cobrado la falta y sólo le había mostrado un cartón amarillo al infractor.

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Los paramédicos ingresaron e inmovilizaron la pierna del jugador. Luego fue sacado en camilla y una ambulancia se lo llevó directo a un nosocomio de la ciudad, donde fue intervenido. Hurtado fue reemplazado casi de inmediato para precautelarlo, por si había alguna reacción de parte de los jugadores del conjunto visitante.

Al final del primer tiempo, el DT Gustavo Quinteros le reclamó airadamente al árbitro. Soto no decía nada.  Mínimo, Argüello estará de baja unos cuatro meses. En la Liga boliviana ya no volverá a jugar en el torneo Clausura.

En el partido, Huila ganó por 2-0 y se clasificó a la siguiente fase de la Copa Sudamericana, sin embargo, Oriente luchó y vendió cara la derrota.

Los goles de Huila fueron anotados por Wilder Medina a los 2 minutos y Jorge Perlaza a los 27. El primero se originó en un mal rechazo de la zaga boliviana y ante la definición de Medina, el golero Fernández tuvo una débil respuesta.

El tanto que definió la clasificación del Tolima fue a través de una bonita jugada, bastaron dos toques para que Perlaza quedara ante el Gato, lo eliminara y liquidara al conjunto nacional. En el segundo período, Oriente estuvo más cerca del gol, tuvo varias opciones desperdiciadas. Si hubiese anotado uno, estaría clasificado. No lo consiguió y quedó eliminado.

Lorenzo Carri
Un partido triste

Oriente quedó en el camino —con mucha pena— y Deportes Tolima se clasificó, con fútbol rudimentario y, supongo, un amargo sabor en la boca. Fue un cotejo típico de esta Copa que desdeña el espectáculo y alienta (salvo escasas excepciones) un juego amarrete y bastante sucio.

El primer tiempo fue horrible. Por el fútbol (escaso, fofo) pero más, desgraciadamente, por el inaudito golpe de Hurtado sobre Argüello que fracturó la pierna del volante de Oriente.

Cuando el triste episodio se produjo (seguramente será repetido hasta el cansancio por los transmisores de “escenas espectaculares”…) ya ganaba el dueño de casa por dos a cero. Una cosa —el resultado— no tiene que ver con la otra (el cotejo y los incidentes): porque dos minutos después del segundo tanto de Tolima, se trenzaron tontamente Bolívar y Peinado, y el juez venezolano Juan Soto echó a los dos. Esa severidad le pareció suficiente y después fue increíblemente blando cuando Hurtado salió a golpear como lo hizo.

Amarga etapa. Sobre todo para Oriente que soportó un gol, de Wilder Medina, a los dos minutos, tras defectos consecutivos de Schiapparelli y José Carlo Fernández, y otro posterior cuando nada o casi nada hacía esperarlo. Se sobrepuso, ante un adversario de escasos méritos, emparejó las acciones pero, esto hay que anotarlo, no llegó prácticamente nunca hasta el arco adversario.

La segunda etapa fue levemente mejor. Porque Oriente fue a buscar el gol milagroso y Tolima (clara radiografía de esta mediocre Copa Sudamericana) se refugió atrás a defender su escasa ventaja.

Hubo una gran oportunidad de Hoyos —cabezazo tras un córner y rebote en el poste— y uno o dos ataques del equipo local sin grandes sustos para Fernández.

Hay que admitir que Oriente no tuvo, cuando el rival se ponía pálido, la puntada final, la serenidad para llegar con ojos abiertos. Y así, largos, desesperantes, pasaron los minutos y el resultado quedó escrito.
Lorenzo Carri
es periodista y estadístico.

Fuente: La Razón