Índice de los Editoriales de Periódicos
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El Día: Pero lo dijo
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Bajo el Penoco, El Día: Diálogo virtual
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Los Tiempos: FIDEL CASTRO Y LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
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El Deber: Peligroso ‘suprapoder’
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La Razón: Chito y Goni
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Cambio: Medios y libertad de expresión
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La Prensa: El fracaso del estatismo
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El Diario: Mientras impera el caos, difíciles son las soluciones
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El Mundo: Hito importante
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Opinión: Cochabamba es la tierra de la integración
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Clarín, Argentina: La utilización política de los derechos humanos
El Día: Pero lo dijo
En Cuba las cosas hay que decirlas en voz baja porque la cárcel para la disidencia no había sido ningún mito, tal como ha quedado demostrado con esos escuálidos cuerpos de dirigentes, que tuvieron que pasar años de horror por decir algo que Fidel Castro sólo se atrevió a afirmar ante un periodista extranjero. Cómo será de difícil hablar algo en la isla, que hasta el comandante ha tenido que desmentir sus palabras, que dicho sea de paso, todavía no han sido conocidas por los 11 millones de cubanos, que tampoco saben de la muerte de Orlando Zapata ni de la huelga de Guillermo Fariñas.
En Cuba, la población tampoco sabe que el país está cambiando. Raúl Castro se las pintó negra hace unos meses cuando le dijo que debían trabajar en lugar de andar gritando “Socialismo o muerte”, que viene a ser lo mismo que “El modelo ya no nos sirve ni a nosotros”, que espetó Fidel hace unos días, aludiendo a la bancarrota del Estado paternalista que importa el 80 por ciento de lo que la gente lleva a la mesa.
Que Fidel Castro rectifique sus palabras no es ninguna novedad. Es una práctica común en los gobiernos totalitarios, acostumbrados a imponer la confusión, la zozobra y el miedo, como instrumentos de dominación. Es también un gesto de cautela del líder revolucionario, porque tanto él como sus vecinos del norte temen que se pueda producir un desbande de proporciones épicas, tal como sucedió en Rumania en 1989 y como había ocurrido en la misma Cuba con el éxodo de Mariel en 1980. Hoy más que nunca es necesario que en Cuba las cosas se produzcan de manera gradual y obviamente, una afirmación del calibre que usó Fidel Castro, sólo puede ser entendida como una expresión de desesperación.
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Castro puede desmentir a un periodista norteamericano, pero es imposible para él negar los hechos. Cuba se aferra a un modelo político, pero su sistema económico está indefectiblemente encaminado hacia el cambio, porque de otra manera peligra el poderío castrista. El socialismo cubano pudo haberse dirigido hacia la misma ruta que adoptó China hace treinta años, pero no lo hizo por el excesivo dogmatismo y la tozudez de los Castro, que ahora se ven en la encrucijada de cambiar en lo económico y hacer también concesiones en la rígida estructura política, socavada por la reciente crisis de los disidentes y sobre todo, por la muerte de Orlando Zapata. Los últimos sucesos han terminado por derrumbar los espacios de apoyo que tenía el régimen cubano en Europa y cada vez son más estridentes los gritos que exigen la democratización de la isla, el respeto a los derechos humanos y la liberación de los presos políticos.
Es posible que los Castro sean los más interesados en cambiar Cuba, porque para ningún líder de la talla de Fidel o de Raúl es grato morir como Nicolae Ceau?escu o terminar jalando un régimen como caballos de carroza fúnebre. Donde no existe el mismo interés es en el Brasil de Lula, por ejemplo, quien minimizó la muerte de Orlando Zapata y calificó como criminales a los disidentes cubanos; en la Venezuela de Chávez o en la Bolivia de Evo Morales, que temen quedarse sin ese referente espiritual, ese símbolo de la utopía que todavía les otorga cierto halo “revolucionario”.
Cuba se aferra a un modelo político, pero su sistema económico está indefectiblemente encaminado hacia el cambio.
Bajo el Penoco, El Día: Diálogo virtual
El escritor norteamericano, Thomas Friedman, les reprocha a los europeos por su eterna queja del inmenso poderío norteamericano, que desde la 2da Guerra Mundial ha convertido al mundo en un sitio más gobernable, según. Al menos no volvió a surgir otro Hitler en el planeta y eso hay que reconocerlo. Friedman admite que la superpotencia anda en retirada y eso ha permitido el avance de los chinos, los rusos y también los musulmanes, todos revoloteando por América Latina, especialmente en aquellos países gobernados por regímenes de fuerza. Otro escritor, europeo, Pablo Izquierdo, observa que en occidente hay mucho miedo y Friedman, del otro lado como buen norteamericano le contesta: “lo sentimos, Estados Unidos hoy ya no puede invadir ni Granada” y menos calmar las aguas agitadas por amenazas totalitarias como la de Irán, por ejemplo. En medio de esta suerte de diálogo virtual, nuestro presidente Morales, acaba de felicitar a las fuerzas de resistencia iraquíes, por derrotar a EEUU, ”cuyas tropas (así lo ha dicho textualmente) retornan con más de 500 mil muertos”.
Los Tiempos: FIDEL CASTRO Y LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
"Después de haber visto lo que he visto y de haber sabido lo que ahora sé, no valía la pena en lo absoluto"
Una semana después de que la revista The Atlantic publicara la primera parte de la entrevista hecha por el periodista Jeffrey Goldberg a Fidel Castro, todos los medios de comunicación del mundo continúan dando amplia cobertura a las declaraciones del líder cubano, a sus repercusiones, análisis y comentarios que las siguieron. Hay, sin embargo, algunas excepciones. Son los medios de comunicación cubanos, en los que todas y cada una de las palabras de Castro han sido drásticamente censuradas.
En efecto, ningún medio cubano, ni escrito, radial o televisivo, y mucho menos digital, permite que el pueblo cubano se entere de las palabras de su líder. Lo que sí afirman, al unísono, es que "Fidel libra otra batalla contra la manipulación mediática y el aparato publicitario", términos con los que titularon sus ediciones de ayer los diarios cubanos.
La "manipulación mediática" a la que se refieren consiste en la amplia difusión que tuvieron muchas frases textuales pronunciadas por Fidel Castro. "El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros" fue la que más impactó, pero no la única. Un día antes, sus contundente defensa de los judíos y del Estado de Israel, sus críticas al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad por su antisemitismo y su exhortación a que "deje de difamar a los judíos" causaron tanto revuelo como los términos con que respaldó sus simpatías. "Es una nación en la que los más inteligentes sobrevivían, en virtud de una ley natural", dijo al exponer los motivos de su simpatía por ese pueblo "que fue expulsado de sus tierras, perseguido y calumniado".
Su explícito arrepentimiento por haber pedido a Kruschov que atacara a Estados Unidos con armas nucleares en 1962, al afirmar que "después de haber visto lo que he visto y de haber sabido lo que ahora sé, no valía la pena en lo absoluto" no fue menos elocuente.
Ninguna de estas afirmaciones se presta a ningún tipo de interpretación errónea o tergiversación por lo claras que son, por lo que el régimen cubano no halló mejor recurso que no difundirlas de modo que hasta hoy el pueblo cubano no puede saber a qué se refieren sus gobernantes cuando le cuentan que su líder "libra una nueva batalla contra la manipulación mediática", ni a qué se refiere Fidel Castro cuando dice: "Me divierto al ver cómo él lo interpretó al pie de la letra".
Muy divertido debe estar Fidel Castro, pues no fue su entrevistador el único que no captó "la profunda ironía" de sus palabras. Y por lo que se ve, quienes más seriamente las tomaron fueron sus herederos políticos, pues de otro modo no se explica que por primera vez en más de medio siglo todo el peso del aparato represivo cubano se dirija a censurar los pensamientos de su Comandante.
Tampoco debe parecer divertida tanta confusión ideológica y verbal a los miles de hombres y mujeres que durante las últimas cinco décadas dedicaron sus vidas, y en muchos casos también sus muertes, a promover a lo largo y ancho de Latinoamérica un modelo "que no funciona ni para nosotros".
Más allá de "la profunda ironía" lo más probable es que no sea Fidel Castro el único que piensa que "después de haber visto lo que he visto y de haber sabido lo que ahora sé, no valía la pena en lo absoluto".
El Deber: Peligroso ‘suprapoder’
Al parecer, por ahora, naturalmente, el Gobierno actual avanza sin tropiezos hacia su objetivo estratégico de poder político total. Los tramos iniciales en este recorrido fueron de tipo jurídico-constitucional: pluralismo étnico-cultural como fundamento para la parcelación de la democracia formal (ciudadana común) y ‘originario-campesina’. Violando el principio de la universalidad del voto, el Movimiento al Socialismo (MAS) se sirvió de esta parcelación para aumentar su cuota parte de representación en todos los espacios legislativos. Objetivo: obtener la mayoría absoluta en la Asamblea Plurinacional y en las de ciertas gobernaciones regionales de occidente. Le abre también el camino para someter totalmente a su control a los demás poderes del Estado: Judicial, Tribunal Constitucional, Ministerio Público, Órgano Electoral, Consejo de la Judicatura, etc.
Lo preocupante es el tramo final de tal ruta del MAS: la creación de una suerte de “Consejo de Participación y Control Social” sobre el cual tiene un anteproyecto de ley que, obviamente, será sancionado a muy corto plazo por su mayoría absoluta en el Parlamento. El instrumento define a tal Consejo como ‘suprapoder’. Más claro, agua: estará por encima del Poder Ejecutivo y de todos los demás poderes públicos. No sólo el vocablo le delata este rango, sino también las atribuciones que se le asigna. Se encargará de fiscalizarlos. Es decir, de seguirles multitudinaria y rigurosamente el paso, por lo que las tareas de fiscalización y control que corresponden a la Asamblea Plurinacional y a la Contraloría General quedarán relegadas a segundo plano. Es que, reiteramos, será un ‘poder de poderes’ o ‘suprapoder’, como se le etiqueta en el respectivo proyecto.
Investido de tan insólita jerarquía, el Consejo ‘fiscalizará’ igualmente a todas las empresas financiadas con recursos del Estado e incluso a las de tipo privado a cargo de servicios públicos, como las telefónicas o de provisión de energía eléctrica, por sólo citar estos dos casos. A la fiscalización de la función pública a todo nivel se le agrega la potestad de iniciar procesos penales contra sus titulares.
Pero la más justificada de las aprensiones que en todos los sectores de la colectividad seguramente promoverá este emprendimiento gubernamental hacia la hegemonía total tendrá como causa la metodología del ‘Consejo’. Ella será esencialmente el ‘espionaje’. Y no sólo a los funcionarios públicos de todos los niveles…
Por cierto, no estamos ante un inédito esquema de dominio político total. Ese Adolf Hitler totalitario que ensangrentó a Europa en la década de los 40 del siglo pasado, congregó a sus partidarios (casi siempre campesinos y gente de sectores sociales bajos) en sus temidas “SS Truppen”. Su carnal ideológico Benito Mussolini, en Italia, bautizó a las fuerzas civiles como ‘camisas pardas’. Unas y otras eran fuerzas de choque para aplastar al adversario. Tenían más influencia y poder que cualquier otra institución nacional, excepción hecha, naturalmente, que la distinguía al dictador.
Tienen razón muchos analistas cuando consideran que con tan exagerado control político-social del sistema institucional y de la estructura empresarial boliviana, Bolivia terminará embarrancada en una situación peor a la que hoy padece. Alegan que ese control podría debilitar drásticamente la gestión pública en el sector estatal y sumir al sector privado en una inseguridad mayor a la que hoy confronta. A estas premoniciones debiéramos añadir otra, que es peor: el descontrol del ‘control social y político’, por parte de movimientos sociales masistas, que son a los que se les beneficiará con semejante tarea, acostumbrados como están a acciones violentas de presión con tal de lograr sus objetivos.
La Razón: Chito y Goni
La sonada expulsión del ex prefecto Luis Alberto “Chito” Valle de Perú terminó con años de persecución, huidas y rumores.
Finalmente, el tribunal que venía juzgando a la ex autoridad de La Paz retomará el proceso en la Corte Suprema. La sentencia no se ve tan lejana. Resta esperar similar realidad para entregar a la justicia a Gonzalo Sánchez de Lozada.
Las idas y venidas registradas en los últimos días, con acciones tales como los intentos gubernamentales de que Chito Valle sea sometido a la Ley Anticorrupción Marcelo Quiroga Santa Cruz, son una muestra de la movilización a la que dio pie la captura de uno de los bolivianos más buscados dentro y fuera del país.
Ni bien se conoció de la expulsión a Bolivia y de la posterior detención preventiva en La Paz, se instaló el debate en la Suprema para saber cómo se reencaminaría el proceso en Sucre. Pero antes, en el foro judicial se comenzó a discutir sobre si el caso debía enmarcarse en los lineamientos de un juicio de responsabilidades, como venía ocurriendo hasta antes de la fuga del imputado, o bien correspondía dirigir la causa hacia un juicio ordinario.
El resultado de las deliberaciones en el máximo tribunal de justicia —que no estuvieron exentas del aderezo mediático ni de la infalible nota política— fue que la ex autoridad debe someterse a los mismos juzgadores en cuyas manos estaba su futuro antes de que huyera del país. Ocho ministros y dos conjueces tendrán la responsabilidad de dictar un fallo, entre los que se encuentran los magistrados Julio Ortiz, Teófilo Tarquino y Hugo Suárez, quienes conformaron el Tribunal de Sentencia en el pasado. La Sala Plena de la Suprema decidió retroceder hasta la fase del auto de apertura del juicio.
A las discusiones jurídicas y no jurídicas se añadió la polémica acerca del lugar donde se debía recluir, preventivamente, a Chito Valle. La cárcel de San Pedro fue la escogida, aunque se espera que el detenido sea trasladado a Sucre para que esté presente mañana en una audiencia de medidas cautelares.
El juicio de responsabilidades, como se ve, más allá de encontrarse aún en los prolegómenos de una nueva etapa (su reinicio está previsto para el 7 de octubre), transita por buen camino.
Casualmente en Perú se encontrarían cinco ex ministros del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, todos coimputados en otro juicio de responsabilidades, el del caso Octubre Negro; al menos dos de ellos obtuvieron allí la condición de refugiados políticos.
En Estados Unidos estarían otros cuatro (incluido Goni) y en España, uno más.
Para que las muertes de octubre del 2003 no queden en la impunidad, cabe esperar que quienes están implicados en estas muertes se hallen pronto en el país para responder ante la Justicia.
Cambio: Medios y libertad de expresión
Hace dos años el país quedó azorado al conocer cómo un pseudoperiodista y comentarista daba rienda suelta a sus más primitivos y bajos instintos discriminadores y racistas en un canal de televisión de la norteña ciudad de Riberalta (Beni).
En un espacio que alquilaba, Jorge Melgar Quete cada día no sólo convocaba al pueblo riberalteño a sumarse a la corriente separatista de la hoy extinta ‘media luna’, sino a "no permitir" que las autoridades gubernamentales nacionales "pisen" el territorio beniano, e incluso alentaba el magnicidio del presidente Evo Morales y del vicepresidente Álvaro García Linera, y de dos ministros de Estado.
Éste era el uso que el opinador de marras daba a la libertad de expresión y se amparaba —para proferir sus exabruptos— en un derecho constitucional plenamente garantizado por el gobierno del presidente Morales.
"No tiene pisada, no pisa más el indio maldito estas regiones". "Aténganse a las consecuencias todos esos cabrones y alcahuetes masistas (sic)". "Pero por ésta (dedo mayor) no va a poder este indio analfabeto e ignorante. Y ese mismo día, los masistas de mierda que se preparen". "Odio esa raza maldita. Evo Morales, Álvaro García Linera, Alfredo Rada, Juan Ramón Quintana deben ser fusilados", fueron las perlas que se mandó Melgar en octubre de 2008.
Es en este contexto que el suplantador de una noble profesión como es el periodismo fue detenido en Riberalta, trasladado a La Paz y encarcelado preventivamente en San Pedro.
El Ministerio Público lo imputó por terrorismo, alzamiento armado y atentado contra la seguridad de los servicios públicos, ya que Melgar también participó en la toma del aeropuerto de Riberalta, el ataque a un avión Hércules, destrozos y asalto a varias instituciones públicas durante las violentas jornadas que protagonizaron los grupos de choque de la hoy extinta y ultraderechista ‘media luna’, que buscó no sólo derrocar al presidente Morales, sino dividir Bolivia.
El caso de Melgar es apenas uno de cientos de actitudes racistas y xenófobas que la patria vivió antes, durante y después del frustrado golpe de estado cívico-prefectural de agosto y septiembre de 2008. Entonces, una gran conspiración neofascista, cimentada en el discurso racista y apátrida, se había puesto en marcha. En mayo de ese mismo año y frente a la Casa de la Libertad, unos veinte campesinos chuquisaqueños fueron vejados, humillados y torturados por una turba que decía demandar "la capitalidad plena" para Sucre y presumía de una supuesta superioridad racial respecto de sus víctimas.
No obstante, antes de condenar ese vil atentado en contra de la dignidad humana, algunos medios de comunicación minimizaron el ultraje, violaron las normas de ética de la prensa y se pusieron del lado de los desaforados.
Otros hechos similares ocurrieron por esos días en las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba, Cobija y Trinidad, todas bajo el control de caciques locales que le habían declarado la guerra a un gobierno legalmente constituido.
Sin embargo, tan lamentable como esos hechos de discriminación es que los racistas fueron poco menos que reivindicados por esos medios de comunicación que hoy elevan su grito al cielo ante la aprobación, en Diputados, de la Ley de Lucha Contra el Racismo y toda forma de Discriminación que en su percepción atenta contra la libertad de prensa.
Sin embargo, esa norma, que será analizada por el Senado antes de su sanción, está orientada a preservar la integridad y la dignidad de las personas y evitar que ataques racistas, como los que comentamos en este espacio de opinión, vuelvan a repetirse. En este contexto, es preciso recordar que el comentarista riberalteño no se encuentra detenido en San Pedro por sus opiniones políticas ni por haber ejercido su derecho a la libertad de expresión, sino por su participación en delitos penados por las leyes, como terrorismo, alzamiento armado y atentado contra la seguridad de los servicios públicos, y por convocar al magnicidio contra el Jefe de Estado y otras autoridades nacionales.
Si los medios de comunicación están sujetos no sólo a sus normas de ética, sino a respetar los principios constitucionales, entonces concluiremos que —como ya lo manifestamos anteriormente en este espacio— la libertad de expresión no es ilimitada, sino que tiene como límite el respeto al derecho, al honor, a la intimidad y a la imagen de las personas, sean éstas naturales o jurídicas.
Y si la ley contra el racismo establece que el medio de comunicación que autorice y publique ideas racistas y discriminatorias será pasible a sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento sujeto a reglamento, es menester que las organizaciones de la prensa asuman que el ejercicio del periodismo es una tarea de servicio social, y al ser ésta su génesis, quienes cumplen funciones al amparo de la libertad de expresión están obligados a respetar la integridad y la dignidad de las personas. Así de claro.
Por eso, es importante la delimitación legal y constitucional, porque no es admisible confundir el principio universal de la libertad de expresión con el insulto, la mentira, la diatriba, el racismo y la discriminación, porque se trata de un derecho tan sensible en sus consecuencias públicas que requiere que lo que se transmita sea respetuoso con los derechos de los demás y, sobre todo, que sea cierto.
En este contexto, esos límites constitucionales y legales son de obligatorio cumplimiento, y los medios de comunicación deben recordar que sus escritos u opiniones pueden causar daños irreparables.
Los medios de comunicación están sujetos no sólo a sus normas de ética, sino a respetar los principios constitucionales. La libertad de expresión no es ilimitada, sino que tiene como límite el respeto al derecho, al honor, a la intimidad y a la dignidad de las personas.
La Prensa: El fracaso del estatismo
Esta conmoción política internacional se da cuando en Bolivia el Gobierno estaba en medio de un nuevo arrebato nacionalizador y estatista.
El comandante Fidel Castro Ruz sorprendió al mundo entero al afirmar que el modelo económico estatista cubano, que él mismo implantó desde 1960 en ese país, no sirve ni siquiera para los cubanos y menos podría ser exportado.
Semejante expresión de autocrítica es digna de un marxista, como se reconoce el líder latinoamericano más conocido en el mundo entero en el siglo XX, junto con su compañero Che Guevara.
Pero es un reconocimiento desgarrador si se piensa en el pueblo cubano, que ha sido objeto de este experimento del que ahora, cincuenta años después, se reconoce que fue un fracaso.
La admisión del comandante se produce veinte años después del derrumbe del muro de Berlín y, con él, de todo el imperio soviético, también como consecuencia del fracaso del modelo económico estatista.
Las palabras de Castro se dan cuando su país está viviendo la peor cosecha de caña de azúcar de los últimos 106 años, lo que podría ser tomado como el caso extremo del fracaso del modelo estatista.
La productividad de las granjas estatales cubanas, que controlan 90 por ciento de las tierras cultivables de la isla, es tan baja que el país tiene que importar alimentos por 2.000 millones de dólares, sobre todo de Estados Unidos. Las granjas en manos de privados, con solamente 10 por ciento de las tierras cultivables, aportan con 70 por ciento de los alimentos producidos en la isla. Lo único que faltaba para definir el modelo cubano como un fracaso eran las palabras del comandante Castro, que ahora adquieren el sentido de un certificado de defunción para ese modelo.
Castro dijo que el modelo cubano no sirve ni siquiera para los cubanos cuando el periodista le había consultado sobre la posibilidad de exportarlo, de aplicarlo en otros países. Su respuesta fue tajante y sacudió a millones de personas en todo el mundo que consideran todavía la economía estatizada como opción.
Cuba no desea, dice el comandante, exportar su modelo, porque no sirve. Lo que quiere decir que no recomienda que se lo copie en el exterior.
Toda esta conmoción política internacional se ha dado cuando en Bolivia el Gobierno del presidente Evo Morales Ayma estaba en medio de un nuevo arrebato nacionalizador y estatista.
A raíz de la reversión de las acciones de la fábrica de cemento de Sucre algunos medios de comunicación afines al Gobierno aludieron a la posibilidad de que las reversiones sigan adelante y comprendan a las empresas que alguna vez fueron del Estado boliviano.
Estas declaraciones del comandante Castro se dan cuando los proyectos de reformas urbanas siguen preocupando a los bolivianos, conforme circulan las versiones de anteproyectos cada vez más duros, que reducirían el derecho a la propiedad.
El clima de temor en el país crece también por la impunidad con que algunos bolivianos, en nombre de ayllus o comunidades indígenas, toman propiedades privadas sin que nadie, de parte del Estado, proteja a los propietarios legales.
Fidel Castro ha dicho a todos sus seguidores, autorizados o no, que el estatismo no sirve. Tendrían que escucharlo los entusiastas revolucionarios de escritorio que alientan el avance del estatismo en el país.
El Diario: Mientras impera el caos, difíciles son las soluciones
Una de las características del actual régimen es que, prácticamente desde sus inicios, enero de 2006, la presencia de conflictos sociales ha sido permanente; en la mayor parte de los casos, promovidos por fuerzas que apoyan al MAS pero que se basan en promesas que han conseguido para la solución de los problemas que tenían.
Para nadie es un secreto que todo régimen, antes de asumir el poder, encuentra adictos, promotores incondicionales interesados que buscan la satisfacción de aspiraciones e intereses creados al calor del poder de quienes asuman las riendas del Gobierno. El MAS no fue la excepción, si bien el señor Evo Morales -en su calidad de dirigente sindical de los cocaleros- ya había comprometido el apoyo de sus mandantes y seguramente que los condicionamientos para el voto no eran tantos como en grupos sociales que, de todos modos, buscaron el triunfo para tener poder que satisfaga sus aspiraciones.
Lo grave de esta situación es que la mayoría de los conflictos sociales estuvo matizada por los extremos: la medida del bloqueo -una forma de terrorismo inmisericorde que atenta contra el país, el pueblo, los mismos protagonistas y el Gobierno- de avenidas y calles en las ciudades, caminos, puentes y toda vía de comunicación impidiendo la libre circulación de las personas, vehículos y todo medio de locomoción. No han estado ausentes los atentados y muchos extremos con tal de imponer que las autoridades satisfagan sus exigencias.
Cuantificar lo que todo esto ha implicado para el país, sería casi imposible; pero con seguridad que se trata de muchos miles de millones de dólares que, en conjunto, la actividad privada, pública y el país en su conjunto han perdido. Todo esto no implica nada para quienes, además, promueven este tipo de movimientos sociales que causan daño y perjuicios. Lo más grave de esta situación es que se causaron muertos y heridos entre los manifestantes y las fuerzas del orden que, llegados a los extremos, no supieron medir su capacidad ofensiva y defensiva.
Si a todo este problema se le agrega la imposibilidad -por debilidad, lenidad, descuido o imprevisión- de las autoridades de Gobierno, la mayoría de los casos ha adquirido proporciones no previstas porque la libertad de acción se convirtió en libertinaje y la práctica de los derechos democráticos en anarquía. Lo más censurable es que las autoridades – costumbre también practicada por anteriores gobiernos- pudiendo, no han previsto las consecuencias de sus descuidos; en otras palabras, conociendo los problemas que podían desencadenarse, no tomaron las medidas previsivas del caso entablando el diálogo en búsqueda de remedios, evitando que se desencadenen hechos negativos y atentatorios.
Así, en situaciones de un caos desenfrenado, los intentos para dialogar, concertar, convenir y concordar se han hecho difíciles y, en casos, han agravado situaciones hasta con la presencia de reclamos o exigencias que nada tenían que ver con lo originalmente planteado y que saben aprovechar muy bien los inclinados a los extremos y especialmente quienes buscan víctimas para convertirlas en banderas políticas. Es deseable que el Gobierno, mediante sus organismos de seguridad, detecte con el tiempo suficiente la presencia de situaciones que podrían ser conflictivas y, mediante el diálogo oportuno, evitar situaciones que conllevan muertos y heridos en un país donde, se suponía en enero de 2006, “no habría ni un muerto”. Los hechos muestran cuán equivocadas y demagógicas resultaron las promesas que no han sido cumplidas.
El Mundo: Hito importante
En este año del Bicentenario cruceño, vale la pena recordar algunos hechos que llevaron a los cruceños a tomar las armas en la búsqueda de mejores días para todos los pobladores de la región. Precisamente dentro de esa recordación, me permito evocar hoy el 13 de septiembre de 1590. Hacen hoy 420 años que las autoridades cruceñas toman una decisión de importancia para el futuro de la región, la fundación de San Lorenzo el Real para decidir luego el primer traslado de la ciudad.
Desde la fundación de la ciudad en 1561, Santa Cruz la vieja vivió gran cantidad de momentos de tensión, tanto por factores internos, relacionados con sus pobladores en la pugna por el poder, como por los vecinos no siempre amigables que hacían poco grata la posibilidad de encaminarla por la senda del progreso.
La decisión de crear San Lorenzo el Real fue precisamente la de llevar la ciudad, desde su ubicación original, hacia un lugar que pueda aproximarla a la región de Charcas y otros centros poblados, además de permitir una posición de ventaja frente a los aguerridos chiriguanos que si bien en algún momento fueron hostiles para la existencia de la ciudad, por otro lado y también desde mucho tiempo atrás, se fueron integrando, luego de haber constituido en el pasado una barrera infranqueable para los pobladores originarios del occidente que en su afán de expansión, tuvieron que conformarse con los linderos establecidos de hecho por los nativos.
De esa manera podemos coincidir en la interpretación de que los pobladores originales de la ciudad, procedentes de Extremadura, tuvieron que competir y en algún momento también establecer vínculos que les permitieron crear una nueva nacionalidad que doscientos años después, se unirían para empuñar las armas en busca de la libertad, tanto del imperio de origen que por las luchas en el viejo mundo había dejado de tener la preeminencia que tenía frente a las otras naciones europeas, hecho que terminó por desatar la revolución de 1789 en Francia, como de los pueblos originarios de la región que finalmente se sumaron a la lucha emancipadoras que años antes habían iniciado aisladamente para recuperar sus valores originarios.
En este año del Bicentenario debemos coincidir en afirmar que el pueblo cruceño que encabezó la revolución, había fundido en el crisol de la libertad a los criollos herederos de los colonizadores, nacidos en la región con una nueva identidad, junto a los pueblos originarios paulatinamente integrados en el interés de la región.
No obstante haber empuñado con pasión las armas de la libertad de manera aislada, los moradores de la región procedentes de tres vertientes, los herederos de los conquistadores españoles, los nativos incorporados a la vida ciudadana y los guerrilleros procedentes del norte argentino, integrando los ejércitos auxiliares y también posiblemente a otros patriotas, finalmente lograron ensamblarse en un ejército fortalecido, inspirado en los movimientos iniciados en Charcas el 25 de mayo 1809 y que tuvieron como consecuencia el del 16 de julio del mismo año en La Paz y el del 14 de septiembre de 1810 en Cochabamba.
Opinión: Cochabamba es la tierra de la integración
El rol de Cochabamba en el proceso de la revolución libertaria es indiscutible y está refrendado en la célebre frase o sentencia publicada en la Gaceta de Buenos Aires el 20 de noviembre de 1810: El Alto Perú será libre porque Cochabamba quiere que sea. Cochabamba y el espíritu de sus hijos desde aquellas gestas libertarias se ha ido forjando en los anhelos de libertad en diferentes momentos, pero al mismo tiempo ha logrado características especiales de una región que ubicada al centro del país tiene un rol y una dimensión histórica, social y política diferente a las demás.
En estos días en los que el civismo y el amor al terruño parecen reavivarse, en medio de las festividades y la renovación de una especie de esperanza para mejores días, no se puede pasar por alto lo que ha dado este departamento a Bolivia, no sólo en términos económicos o políticos, sino en lo social.
Cochabamba se ha convertido por méritos propios en un territorio de la integración y esto hay que analizarlo con la debida seriedad, más allá de las frases que se tornan manidas a fuerza de repetirlas en circunstancias más o menos especiales.
Hay que reivindicar el rol de una Cochabamba que abre los brazos a importantes corrientes migratorias de todo el país, fenómeno social que se ha presentando en diferentes circunstancias para el país, como por ejemplo, el gran colapso de la minería nacionalizada que devino en el desempleo de miles de mineros que centraron el objetivo de recomenzar su vida junto con sus familias en estos valles. Las migraciones del campo a la ciudad, de las tierras del norte potosino, de Oruro y de otros departamentos conformando grupos poblacionales que han encontrado en estas tierras las oportunidades que habían perdido en las propias por diferentes situaciones.
Desde luego que Cochabamba se ha enriquecido con el trabajo y la voluntad creadora de los hermanos de otras regiones, expresada en diferentes actividades productivas que han dinamizado la economía de esta región.
En el aspecto urbano, los estudiosos sostienen que los barrios de la ciudad, es decir, aquellos tradicionales están en etapa de extinción, y es cierto, resulta fácil para cualquier observador verificar que la ciudad ha cambiado. Los antiguos barrios desaparecen, el vecindario se pierde en un modelo de una ciudad moderna con todos sus problemas y demandas de los habitantes aún no resueltas. Pero, no es menos cierto que han surgido espacios urbanos habitados precisamente por migrantes en grupos poblacionales que pugnan por mantener sus costumbres y tradiciones, pero integrados siempre a esta tierra cochabambina. Oportunidades brindadas por la región a miles de miles de hermanos del altiplano y de los llanos, a quienes Cochabamba les agradece su aporte, su trabajo y su voluntad de integrarse a un medio que ya es el suyo.
Pero, si Cochabamba es considerada la tierra de la integración hacia los hermanos bolivianos es en sí también la tierra que integra al país, no sólo por su ubicación geográfica, también por sus tradicionales luchas históricas, las de antes y las de ahora, que han influido en las decisiones nacionales. Hay quienes dicen, tal vez exagerando, que Cochabamba es el departamento más boliviano, donde nunca hubieron aquellas barreras del mal entendido y deformado regionalismo.
En estos días festivos, valga la oportunidad para remarcar la personalidad de este departamento, cuya vocación productiva o económica puede ser muy diversa, pero aquella de integración es una sola y está simbolizada en el Cristo que ampara a sus habitantes.
Clarín, Argentina: La utilización política de los derechos humanos
La defensa de los derechos humanos, y las políticas destinadas a esclarecer y sancionar sus graves violaciones en el pasado y prevenir su transgresión presente y futura, son bienes que ha conquistado toda la sociedad argentina a lo largo de los últimos veintisiete años de democracia.
Mucho costó encontrar este camino, que permitió abordar el esclarecimiento de lo ocurrido durante la década del 70, y cuyo objetivo debe ser alcanzar una reconciliación de los argentinos, nunca la perpetuación de los antagonismos. Por eso, la pretensión de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner de apropiarse de manera sectaria de la política de derechos humanos, y el modo en que han hecho uso y abuso de ella para sus propias conveniencias políticas, le rinden un muy flaco tributo a esta experiencia histórica que la Argentina logró construir desde el fin de la última dictadura.
Néstor y Cristina Kirchner han comenzado por una reinterpretación de la historia según la cual nada se hizo en materia de derechos humanos hasta su arribo al poder. Además, no tienen en cuenta que la represión estatal en los años setenta se produjo en un contexto en el cual varios grupos armados utilizaron la violencia como instrumento político, aun durante gobiernos elegidos democráticamente. Esta es una realidad histórica que no se incorpora al balance de la década y que, en honor de la verdad, hay que incluir en el tratamiento de las violaciones a los derechos humanos.
Otro aspecto de la política confrontativa del oficialismo es su hostigamiento contra todos aquellos que no acompañan las políticas oficiales. Es así que quienes critican cualquier aspecto de la acción de Gobierno o denuncian los desmanejos y posibles hechos de corrupción de su gestión pasan a ser inmediatamente identificados como enemigos.
Sobre esta plataforma, la administración kirchnerista planificó una guerra contra el Grupo Clarín que incluye la nueva ley de medios, el plan para controlar el papel para diarios, el manejo arbitrario de la publicidad oficial y que es parte de una estrategia que pretende desacreditar las opiniones críticas y moldear la realidad al gusto del relato oficial. Así han avanzado con denuncias sin sustento, operativos intimidatorios y decisiones arbitrarias.
Es evidente que tales afanes hegemónicos, de neto corte autoritario, no pueden conciliarse con una verdadera y genuina defensa de los derechos humanos. Se asocian, por el contrario, con las peores etapas que ha vivido el país a lo largo de su historia; etapas que se creían definitivamente superadas: las de la arbitrariedad del poder, los antagonismos permanentes, la estigmatización de quienes piensan diferente, la presunción de culpabilidades y la subordinación de la Justicia a la voluntad de poder o a las razones propias impuestas por la fuerza.
A nadie puede escapar que este diario ha transitado junto con todos los argentinos los últimos 65 años de nuestra historia, con sus momentos más luminosos y sus etapas más traumáticas. Clarín creció y acompañó el crecimiento, las crisis y la maduración de la sociedad argentina y allí está la mayor explicación de porqué se convirtió en el diario más importante y de mayor circulación en el país, y uno de los mayores en el mundo de habla hispana.
La pretensión de asociar la causa judicial sobre Papel Prensa con un delito de lesa humanidad es una más de las varias enormidades que este Gobierno utiliza para pretender torcer el pasado y acomodarlo a sus intereses de momento.
Néstor y Cristina Kirchner llevan a cabo una manipulación de los derechos humanos para su propia conveniencia política, reescribiendo la historia y condenando toda opinión crítica. Parte de esa política es la guerra declarada contra el Grupo Clarín. La pretensión de asociar la causa sobre Papel Prensa con un delito de lesa humanidad es una forma de torcer el pasado para acomodarlo a sus intereses de momento.