El rescate de los 33 mineros en Chile fue seguido con expectación y emoción por el mundo entero, y todos los actores de esta historia con final feliz se encargaron de dar una valiosa lección de unidad. Las diferencias ideológicas y de clase quedaron a un lado para la realización de un esfuerzo mancomunado, cargado de intenso fervor patriótico y de fe, entre banderas nacionales y repiques de campanas en todas las iglesias. Sin duda el liderazgo de Sebastián Piñera sale fortalecido de esta prueba de fuego, en la que también se forjaron otros líderes, de esos que surgen en los momentos críticos: obreros y rescatistas, técnicos y ministros que se jugaron por la vida. Manifestaciones, quizás, de la madurez de un país que supo cerrar viejas heridas y que hoy crece en libertad, imbuido de una mística nacional incluyente que no hace distingos por colores o regiones. Una lección vital a tener en cuenta en otros países de nuestra América Latina, donde muchas veces los gobernantes han preferido dividir para imperar, alimentando riesgosos procesos de polarización política y social. A propósito: ¿Tanto le costaba a Evo Morales llegar a tiempo para la salida de Mamani y llevarle a los familiares que no pudieron viajar por motivos económicos?
Mucho humo y poca libertad
Menos positiva es la situación por estos lados, donde los equilibrios ecológicos parecen tan dañados como el sistema democrático. Aire irrespirable el de estos días en Santa Cruz, en medio de una catástrofe ambiental donde distintos niveles de gobierno (nacional y departamental) hacen la de Poncio Pilatos, dejando indefenso al simple ciudadano. El gobierno nacional aún no compra los prometidos aviones hidrantes que podrían acabar de un santiamén con los incendios, y que pueden ser adquiridos con una mínima fracción de lo que se gastó en el lujoso avión presidencial. Encima, el primer mandatario ha defendido la “práctica tradicional” de los chaqueos. Todo esto sucede al mismo tiempo que vivimos el ocaso de una república. Sólo los periodistas y los ciudadanos conscientes del peligro inminente le han dado un poco de oxígeno a Bolivia. Aprendamos de Chile y unámonos para forjar el milagro de la libertad. Que la democracia sea nuestro Fénix.