Kirchner. Murió en su ley, como vivió; un ataque fulminante, apenas se despertó


Kirchner se desmayó y fue trasladado de urgencia al hospital de El Calafate; 15 médicos intentaron reanimarlo durante más de una hora. Los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Uruguay y Chile arribaron en el transcurso de la mañana. Más tarde lo harán Chávez (Venezuela), Santos (Colombia) y Lugo de Paraguay. Mañana llegará el mandatario brasileño, Lula da Silva. Análisis: Sin Kirchner, Cristina puede asumir el poder. image

El tributo al ex presidente se realizan en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada y se extenderá hasta mañana al mediodía, cuando sus restos serán trasladados a Santa Cruz, su provincia natal

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Mariela Arias. Corresponsal en Santa Cruz Jueves 28 de octubre de 2010

Un ataque fulminante, apenas se despertó

RIO GALLEGOS.- Los nervios invadían la unidad de emergencia del pequeño hospital José Formenti de El Calafate a las 9.15 de ayer. Desde hacía una hora 15 médicos, entre ellos dos cardiólogos y cuatro terapistas, hacían lo imposible para sacar a Néstor Kirchner del estado de paro cardiorrespiratorio con el que había ingresado a las 8.05. Pero a esa ahora se dieron por vencidos.

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Según pudo reconstruir LA NACION, Kirchner ya se había levantado ayer a la mañana cuando lo sorprendió el malestar en el pecho. Estaba parado y se desmayó. A las 7.55, desde la residencia se pidió una ambulancia, a la que apenas le llevó minutos recorrer las 15 cuadras que separan el hospital del domicilio del matrimonio presidencial en el barrio Las Chacras.

Al llegar, los médicos le hicieron la primera reanimación. Ante la falta de respuesta, no se dudó en subirlo a una camilla y llevarlo al hospital. El ex presidente ingresó en camilla en estado de paro cardiorrespiratorio, con la Presidenta pegada a él. "Hicimos trabajo de reanimación cardiopulmonar básica y avanzada por más de una hora", confió a LA NACION un médico que formó parte del operativo de resucitación. A las 8.30 había ya un gran revuelo en el hospital de El Calafate cuando empezaron a trascender las primeras informaciones de la internación.

Aún no eran las 9 cuando el gobernador Peralta solo, sin custodias ni chofer, partió raudo a El Calafate en su camioneta. Lo mismo hizo el hijo presidencial Máximo Kirchner, que estaba en Río Gallegos.

"Estaba un médico presidencial", aseguró una fuente del hospital de mediana complejidad de El Calafate, que, si bien es sencillo, cuenta con una unidad de emergencia con todos los elementos para hacer una reanimación de esas características. "Estamos trabajando, tratando de sacarlo", confirmó el jefe de la unidad médica presidencial, Luis Buonomo, desde Buenos Aires, a un funcionario santacruceño. Eran las 9 de la mañana. Las llamadas entre El Calafate y Río Gallegos sólo traían malas noticias. A las 9.30 la muerte del ex presidente era una versión que nadie se animaba a confirmar desde El Calafate. El sistema de comunicación del gobierno provincial y el nacional estuvo mudo durante varios minutos.

En El Calafate la noticia se expandió en minutos. Los vecinos llegaban al hospital en busca de noticias, tal como hizo el diputado Jorge Arabel, que vive a una cuadra. La sobrina de Kirchner y fiscal de El Calafate, Natalia Mercado -hija de la ministra Alicia Kirchner-, fue el único familiar directo que acompañó a Cristina Kirchner en los minutos trágicos que siguieron al fatal desenlace. A media mañana ella decidió que el cuerpo de su marido debería regresar a la residencia, y allí esperó la llegada de su hijo, Máximo.

Política y negocios

Kirchner había llegado el sábado a la tarde a El Calafate desde Río Gallegos. Esa mañana había sorprendido a más de un parroquiano que lo encontró en el café del hotel Santa Cruz junto con el secretario legal y técnicp de la Presidencia, Carlos Zannini. Hacía solo dos semanas que, en un acto en el Boxing Club, había prometido volver a fijar su domicilio aquí. El sábado tomó un café con Zannini en la mesa de siempre en un rincón de la confitería ubicada a menos de una cuadra de la gobernación. A la tarde, partió junto con la jefa del Estado a El Calafate sin asistir al acto del 28° aniversario de la unidad básica que catapultó a Zannini y a su ex chofer y amigo entrañable Rudy Ulloa Igor.

A Ulloa lo volvería a ver el martes, en la última noche de su vida, en El Calafate. Junto con el empresario Lázaro Báez compartieron una cena en la residencia de los Kirchner. La sobremesa incluyó charlas de políticas y también de obra pública, según algunas versiones. Otras dicen que por momentos tuvo un tono más fuerte de lo común. Algunas fuentes indican que había discutido por teléfono con Hugo Moyano.

Mientras tanto, ayer por la tarde, aquí, en su ciudad natal, se vivía un clima de estupor por la noticia. En el cementerio municipal de Río Gallegos se realizaban arreglos y revoques en el panteón de Carlos Arturo Kirchner, el tío del ex presidente. Su hijo, Carlos Kirchner, actual secretario de Obra Pública de la Nación, ya había dado el visto bueno desde Buenos Aires para que se alojara allí el cuerpo de su primo.

Quien fue el hombre más poderoso de la Argentina de la última década no tiene panteón propio. Quizá por inquietud, quizá por haber empezado a escuchar las fuertes señales que le dio su cuerpo el último año, después del último episodio que vivió el 11 de septiembre había iniciado el trámite para adquirir un predio propio dentro del cementerio municipal y construir el panteón familiar allí. El cuerpo de su padre se encuentra en un nicho común y hacia allí lo quería trasladar Kirchner.

Evo, Correa, Mujica y Piñera llegaron para despedir al ex presidente

28/10/10. Clarin.com

Los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Uruguay y Chile arribaron en el transcurso de la mañana. Más tarde lo harán Chávez, Santos y Lugo.

El boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa, el uruguayo José Mujica y el chileno Sebastián Piñera son los presidentes latinoamericanos que hasta el momento arribaron a Buenos Aires para participar del funeral del ex mandatario Néstor Kirchner, que se lleva a cabo en la Casa Rosada.

El primero en llegar fue, a las 8.50, Evo Morales. Sus primeras palabras fueron que la "pérdida" de Kirchner "es un dolor personal, para el pueblo boliviano y para el pueblo latinoamericano". Minutos después llegó el avión que trasladó a Correa, quien manifestó: "Es una pena y una pérdida para la Argentina y para todos nosotros. Ha sido un extraordinario presidente, un gran patriota y un inmenso latinoamericano".

A las 11 fue el turno de la llegada de Mujica. "Tratamos de decirle al pueblo argentino que todos los uruguayos somos solidarios, más allá de cualquier matiz, cualquier opinión, como corresponde", dijo. Y agregó: "Si bien es cierto que el río nos separa, también es cierto que el río nos une".

Cuando faltaban unos 25 minutos para el mediodía, arribó Piñera, quien expresó la "más profunda solidaridad" y aseguró que la muerte de Kirchner constituye "una pérdida no solamente para la República Argentina, sino para toda América".

Chávez, quien en principio iba a llegar a Buenos Aires por la mañana, lo hará finalmente cerca de las 17.30. En el transcurso del día llegarán también los mandatarios de Paraguay, Fernando Lugo, y de Colombia, Juan Manuel Santos. Mañana llegará el mandatario brasileño, Lula da Silva. (Fuente: Agencias)

Murió en su ley, como vivió

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Jorge Lanata
Para LA NACION, 28 de octubre de 2010

1) Kirchner:

La muerte, siempre, sorprende y espanta. La de Néstor Kirchner estalló en el vacío de un feriado, espera de la llegada del censista y teléfonos que no pararon de sonar. La muerte ajena espanta porque nos enfrenta al fantasma de la muerte propia. Esta mañana supimos, otra vez, que no somos inmortales. La sola idea es insoportable, por eso vamos a olvidarla con rapidez. Ni siquiera el poder puede defendernos de ella. Néstor Kirchner tuvo suerte: murió en su ley y en El Calafate, su lugar en el mundo. Los médicos diagnosticaron "muerte súbita". Súbito: precipitado, impetuoso o violento en las obras o palabras, diagnostica el diccionario. Tuvo, Néstor Kirchner, una muerte que coincidió con su vida.

-Ultimamente estaba sensible y paranoico -dijo Jessica en el chat. Jessica cubre Gobierno para mi programa de televisión.

-Se murió sin que nadie lo conociera -largó Luciana, más temprano, apenas supimos la noticia. Luciana hablaba y hablaba, y yo pensaba que la muerte nos empuja sobre los silencios, que era el miedo de Luciana el que estaba hablando.

-Vos sabés que él era su amigo -siguió Luciana mencionando su conversación con una fuente-. Bueno, estaba muy mal, llorando, y me dice: "Es un tipo que no contaba nada, se guardaba todo adentro. Pero sufría un montón. Este nivel de agresividad fue el que lo mató".

Escuché eso varias veces a lo largo del día: Kirchner fue asesinado por su personalidad.

Néstor Kirchner ha muerto y el pasado, ahora, se convirtió en anécdota: la avidez que lo empujó al precipicio será avaricia o entrega generosa, según la historia y quien la escriba.

Acabo de ver, en el noticiero, que alguien pintó apresurado una tela que dice "Néstor Vive", y la colgó de la reja que separa la mitad de la Plaza de Mayo de la Casa de Gobierno. Antes, supe que hubo quienes tocaron bocina en la calle, en una miserable actitud de festejo. Nadie puede estar orgulloso de su odio, si es que lo tiene. El odio es una bajeza del espíritu. Recordé entonces aquella pintada de "Viva el cáncer" durante la agonía de Eva Perón; pesadillas de una Argentina que ojalá haya quedado para siempre atrás.

Néstor Kirchner ha muerto. Que su alma descanse en paz.

2) Kirchnerismo:

¿Existirá el kirchnerismo? Si existe, desde hoy será puesto a una dura prueba: dar los primeros pasos sin su inspirador. Y si existe, ¿de qué kirchnerismo se trata? ¿Del de Moreno o el de Scioli? ¿El de Kunkel o el de Bonafini? ¿Tendrá la disciplina suficiente para organizarse en ausencia de su líder o habrá llegado para muchos el momento de pasar facturas? ¿El kirchnerismo habrá sembrado vientos? Una Presidenta con un vice opositor y el peronismo dividido un año antes de las elecciones: la palabra prohibida es Isabel. No hay duda posible sobre la continuidad institucional, y mucho menos sobre asonada alguna, pero la palabra prohibida remite al vacío de poder o al desborde temperamental de quien lo maneje. La otra palabra es equilibrio.

¿Cristina necesita ayuda? Habrá varios dispuestos a darle el abrazo del oso. ¿Sobre quién sostener el Gobierno más allá de sí misma? Julio De Vido tiene problemas de salud y acaba de perder un hijo hace poco más de un mes. Aníbal Fernández es un buen espadachín radial, el hijo de Jacobo un pésimo diplomático, Hugo Moyano el enemigo en casa. La soledad es peligrosa y las compañías de segunda línea tienen intereses propios. Cristina deberá tomar, en los próximos meses, muchas decisiones: ella es la persona que soportará en su espalda el destino del kirchnerismo. © LA NACION

Sin Kirchner, Cristina puede asumir el poder

Por Rosendo Fraga
Especial para lanacion.com

La desaparición del líder del oficialismo genera múltiples interrogantes. Es la primera vez en la historia argentina que la ausencia de alguien que no es el Presidente genera una situación semejante.

Esto ante todo muestra que la Argentina estaba viviendo una situación anómala. Lo institucional estaba subordinado a lo político. La falta de Kirchner deja la sensación política de que falta el Presidente y es como si se planteara el interrogante de cómo va a actuar el vicepresidente.

Hasta el último momento él se encargó de hacer evidente que era quien ejercía realmente el poder y no su esposa, la presidenta Cristina Kirchner. Ella nunca lo rechazó, nunca buscó generar un espacio propio de poder ni en lo símbólico.

Ella ocupa ahora el centro de la escena y tiene la oportunidad de ejercer el poder por sí misma, un año antes de las elecciones y trece meses de que termine su mandato.

Tiene la oportunidad de modificar, rectificar, corregir, cambiar una serie de aspectos, estilos, orientaciones y políticas impuestas por su marido, que llevaron a una situación inédita, que un gobierno con la economía creciendo al 9% tenga la aprobación de sólo uno cada tres.

Ella ahora puede adoptar algunas decisiones que se reclaman, como tomar distancia de Hugo Moyano y terminar con su influencia. Quizás será lo primero que el mundo político mirará para saber si esta dispuesta a cambiar.

En principio, el peronismo que nunca vio con simpatía al Kirchnerismo y su alianza con la izquierda, que primero se dividió frente al conflicto con el campo, que después lo derrotó en las elecciones del año pasado y que en los últimos días mostró sus diferencias a través de Daniel Scioli, recupera protagonismo.

Podría conjeturarse que las figuras del poder más vinculadas a Néstor Kirchner, ahora pueden tener menos poder o bien podrían ser apartadas. Por ejemplo, Cristina tiene la oportunidad de reemplazar a funcionarios cuestionados, como Guillermo Moreno.

Si ella insiste en la línea fijada por su marido, no le será fácil gobernar. Ella no es la misma persona y además ese estilo, estaba claramente en crisis.

Con Kirchner desaparece la figura política más importante de la década, como lo fue Alfonsin en los ochenta y Menem en los noventa. Una figura singular.

Deja a su esposa, con un gobierno sólido en lo económico, pero enfrentado con el sector productivo mas importante del país que es el campo; en conflicto también con el sector industrial; en mala relación con la Corte Suprema como lo evidencian los fallos recientes; enfrentado con el Congreso, como lo muestra el último veto; en conflicto con la Iglesia Católica; enredado en una surte de "guerra" contra los principales medios privados del país y en trance de romper relaciones con el gobernador de la principal provincia.

El peronismo se estaba alejando. Ya al acto de River, presidido por el matrimonio Kirchner y Moyano, habían concurrido solo 5 intendentes justicialistas del conurbano y nada más que 5 gobernadores justicialistas habían rechazado la candidatura presidencial de Scioli.

La continuidad institucional no está en riesgo en la Argentina, pero puede estarlo la gobernabilidad en el final en el tramo final del mandato de Cristina, si ella no aprovecha lo que posiblemente sea su oportunidad histórica: dejar de ser la presidenta de una facción, para pasar a serlo de todos los argentinos.

El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría