Se viene otro 2011complicado. Sus efectos se sentirán sobre todo en los precios de la carne de pollo y de vaca. El arroz y el maíz también serán insuficientes. El objetivo de conseguir la soberanía alimentaria el próximo año en Bolivia se aleja.
Producción. El clima ha jugado un papel importante en los últimos años. Falta coordinación entre los diferentes niveles del Estado para encontrar soluciones a mediano plazo
Pablo Ortiz | El Deber
Crisis. El objetivo de conseguir la soberanía alimentaria el próximo año en Bolivia se aleja debido a condiciones climáticas desfavorables y a la falta de coordinación en distintos niveles del Estado
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Bolivia nunca ha sido autosuficiente en la producción de alimentos, históricamente fue importador de trigo, pero en las últimas décadas ha logrado mantener precios bajos en la canasta familiar, algo que ahora parece insostenible y que amenaza con alejar aún más la meta de conseguir la soberanía alimentaria. Según un informe del Programa Mundial de Alimentos de ONU, en 2007, el 44% de los municipios de Bolivia tenía alta vulnerabilidad en seguridad alimentaria.
Al día de hoy, Bolivia no es autosuficiente en trigo y maíz y, si las estimaciones del sector se cumplen, en un año volverá a ser dependiente de las importaciones de arroz para cubrir un 20% de la demanda interna. Por el momento, la superficie sembrada de caña hace presumir que, después de febrero y marzo, no faltará azúcar pero obligará a los productores a ser más cautos en las exportaciones, quitándole algo de atractivo a cultivar caña. Pese a las alertas, que repercutirán en los precios de la carne bovina, del pollo y los lácteos, no existen planes integrales de los gobiernos nacionales, locales o regionales ni de los gremios privados, para salir de esta dependencia a mediano plazo.
Según la política del Gobierno, se debe incentivar la agricultura comunitaria para articularla luego con la industrial, pero en el presente, las formas industriales son casi el 80% de la producción.
Pese a que el cultivo de hortalizas representa sólo el 4,5% de la superficie total sembrada, cuando éstas faltan, se nota casi de inmediato en la canasta familiar. Los productores estarán un año más a merced del clima, mientras esperan respuestas sobre quién debe realizar estudios para aumentar el porcentaje de hectáreas bajo riego en la región. “Necesitamos ‘cosechar’ agua”, insiste Nué Morón, presidente de la Asociación de Horticultores y Fruticultores.
A este paso, el único cultivo que parece seguro es el de la soya. El director de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos, Álvaro Rodríguez, asegura que es mucho más rentable para los productores sembrar soya que maíz u otros granos porque se obtienen márgenes de utilidades hasta $us 200 más por hectárea. Sin embargo, el gerente técnico de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo, Gilberto Aguanta, explica que no es tan así, que la soya no es tan rentable para los pequeños productores como lo puede ser el arroz y el maíz y que la falta de incentivos (créditos, transferencia de tecnología e insumos) frena la diversificación de la producción.
Otro problema por el que atraviesa el sector es la inseguridad jurídica . Si bien el proceso de saneamiento, iniciado en 1996, fue uno de los motores de la ampliación de la frontera agrícola en el último quinquenio del siglo XX, en la última década este fenómeno se ha desacelerado. Actualmente en Bolivia se cultivan alrededor de 2,9 millones de hectáreas, de las cuales más de 2 millones están en Santa Cruz. El Gobierno considera que se puede llegar a 6 millones sin necesidad de ingresar a parques ni a tierras forestales. Rodríguez asegura que hay tierras que se pueden trabajar en el este cruceño, en la zona del Chaco, Guarayos y sur de Beni. Con esto, se mantendrá la tendencia del último quinquenio, cuando el 88% de la ampliación de la superficie sembrada se dio en Santa Cruz, según el Instituto Nacional de Estadísticas.
Pese a que el proceso de titulación de fundos rurales debió concluir en 2006, hay menos del 40% del territorio cruceño y beniano, que concentran las producciones agrícola y ganadera del país, que está titulado.
Eso, sumado a que la política de tierras del actual Gobierno establece que se puede revisar el cumplimiento de la función económica y social cada dos años, ha provocado que la tierra no sirva como garantía crediticia. Según Rodríguez, sólo el 5% de los créditos de la cartera bancaria van destinados a la producción rural y la única línea de crédito abierta que poseen los agricultores necesariamente debe estar respaldada por un inmueble urbano. “Los pequeños y medianos agricultores que de verdad trabajan la tierra no tienen casa en la ciudad. Viven en el campo. No tenemos acceso a esos créditos”, dice Aguanta.
Rodríguez asegura que se prepara una norma para que los bancos otorguen créditos al sector con garantías más accesibles.
El Gobierno está empeñado en mantener la canasta familiar boliviana como la más baja de Sudamérica, aunque para ello necesite restringir las exportaciones para regular los precios internos o permitir la libre importación de alimentos, como el trigo, el arroz, azúcar o el maíz bajo subvención. También considera que hubo momentos en que los productores inflaron los precios para tratar de desestabilizar al Gobierno, por lo que el aparato estatal ha tenido que intervenir en la agricultura a fin de regular precios.
Para economistas como Napoleón Pacheco, este tipo de intervenciones distorsionan el mercado y afectan más de lo que benefician.
En opinión de Vicente Gutiérrez, presidente de los productores de maíz y sorgo, es una política equivocada. Explica que su sector exporta muy poco y que casi toda la producción es consumida por los avicultores y ganaderos, pero sin el horizonte de exportar los excedentes, el cultivo de maíz pierde su atractivo. Aguanta coincide y afirma que este tipo de políticas, sumadas al clima, provocan la contracción de la siembra. Algo parecido sucede con los arroceros. Ellos no han sufrido la restricción de exportación, pero el ingreso de arroz proveniente de Brasil y Argentina limita sus ganancias y no deja crecer al sector.
Si a todo esto se suma el hecho de que el productor se guía más por intuición que por datos precisos de necesidades de mercado, se producen efectos que ponen más en riesgo la salud económica de los agricultores. Este fenómeno se vivió por ejemplo en 2007, cuando se sembraron 160.000 hectáreas de arroz que coparon el mercado y bajaron el precio hasta $us 8 la fanega, según la Asociación Nacional de Arroceros.
Es por ello que el hombre de campo prefiere refugiarse en la soya. “Siempre hay quién quiera comprarla afuera. No sucede lo mismo con el arroz o el maíz, mercados que están repletos de especuladores que desinflan los precios”, grafica Aguanta. Así, la soberanía alimentaria seguirá siendo una aspiración, casi una utopía.
Estructurales
– Jurídico. Sólo un tercio de las tierras productivas del país están tituladas. La verificación de la Función Económica Social cada dos años resta capacidad de planificar a largo plazo al sector, algo vital en inversiones en agricultura.
– Financiamiento. Al no tener documentos actualizados de sus propiedades, la tierra dejó de ser sujeto de crédito. La única forma de acceder a financiamiento bancario es teniendo otros bienes que garanticen el préstamo, generalmente inmueble urbano.
– Políticas. Las prohibiciones de exportaciones para garantizar la provisión de alimentos en el mercado interno a precios bajos desincentiva la producción. Sin embargo, el Gobierno subvenciona con más de $us 300 millones anuales el diésel a los agricultores.
– Mercado externo. Los precios internacionales no paran de subir, sobre todo de la soya y el maíz. Eso hace que también los agroquímicos y otros insumos suban de precio. Bolivia podría producirlos industrializando los hidrocarburos, pero sólo se lo logrará a mediano plazo.
Del campo
Vulnerables
44%
de los municipios del país, según del Programa Mundial de Alimentos, no tienen seguridad alimentaria.
Bolivianos
1.800
Es lo que necesita una familia de cinco miembros para subsistir por mes (sin contar ropa y servicios médicos).
Gastos
37,1%
de sus ingresos mensuales es lo que destinaba en 2004 el boliviano a la compra de alimentos.
Millones de hectáreas
2,9
Es la superficie que se sembró en 2009. La mayor parte de la producción se centra en Santa Cruz.
Participación
68%
Es la participación en superficie sembrada del departamento de Santa Cruz. Es hegemónico.
Millones de hectáreas
10,9
de los 36,8 millones de hectáreas que tiene el departamento de Santa Cruz estaban saneadas hasta 2009.
Cultivos industriales
82,3%
Son casi el total de la producción. Son soya, arroz, maíz, caña, quinua, sorgo, café, girasol, uva, sésamo, cebada y maní.
Unidades productivas
446.000
Existen en Bolivia. De estas, 225.000 están en el altiplano y 164.000 en los valles y 57.000 en el oriente.
Toneladas
639.000
De alimentos fueron importadas por Bolivia durante 2009. Más de la mitad de esto corresponde a trigo.
Millones de hectáreas
2,4
De tierra fiscal disponible hay actualmente en todo el país. Casi la mitad está en Pando.
Necesidades
– Diálogo. El sector productivo estuvo ‘divorciado’ del Gobierno durante los últimos cuatro años. En los últimos meses se logró restablecer la comunicación y se han logrado avances, pero aún no son suficientes.
– Inversión. El Gobierno reclama que el sector productivo debe sacar lo que tiene ‘debajo del colchón’ para que, de manera conjunta, se pueda garantizar la provisión de alimentos.
– Mecanización. Se necesita más tecnología productiva a diversa escala. La maquinaria agrícola es demasiado cara para los pequeños y medianos productores y se necesitan créditos.
– Planificación. Hay muy poca coordinación entre los niveles del Estado. Por lo general, las confederaciones se sientan a hablar con el Gobierno Nacional y las federaciones coordinan sólo infraestructura con los gobiernos departamentales. Las asociaciones tienen más contactos con los municipios, pero no existe una visión panorámica de lo que se necesita.
– Investigación. Se precisa más apoyo en la investigación en semillas y métodos productivos. Experiencias como la de la Federación de Lecheros, que lograron un salto genético importante en la última década, o de los productores japoneses, son dignas de imitar.
El pan de cada día no es nuestro
El boliviano invierte el 20% de lo que gasta en comida, en cereales. De ello, el trigo se lleva más de dos tercios, pero gran parte de esos recursos no van a parar al agricultor boliviano. El país tiene una fuerte dependencia del trigo de importación y en 2009 significó más del 50% de la internación de recursos.
Según datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, en el último quinquenio se ha incrementado el porcentaje de la compra de harina de trigo y no así del cereal en grano, lo cual ha derivado en el cierre de ocho molinos nacionales.
Sin embargo, la siembra de trigo es uno de los programas estrella de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa). El ingreso del Gobierno a incentivar al sector (compra de la producción) ha duplicado la cantidad de hectáreas sembradas y ha hecho de Santa Cruz el primer productor nacional.
Guillermo Aguanta, gerente técnico de Anapo, explica que el trigo ha vuelto a ser atractivo no sólo por los precios (se llegó a pagar más de $us 300 por tonelada), sino porque se han introducido variedades más aptas para el tipo de suelo y clima cruceño, que resisten los fuertes vientos.
Pese a ello, la producción nacional sólo logra abastecer un 30% de la demanda y ser autosuficientes llevará décadas o mucha inversión. Para lograr la meta se necesita construir silos exclusivos, capaces de almacenar 700.000 toneladas, algo que requiere inversiones que público y los sectores privados no pueden asumir en el corto plazo
Se viene otro año complicado
Producción. Las lluvias se retrasaron de nuevo. En 2011 sus efectos se sentirán sobre todo en los precios de la carne de pollo y de vaca. El arroz y el maíz también serán insuficientes
Encarecido. La provisión de pollo se verá afectada por los precios altos de los granos. Los avicultores consideran que difícilmente se lo conseguirá a menos de Bs 16.
Con la soya y el maíz caros, no espere leche, carne o pollo a precios bajos. Según Gilberto Aguanta, gerente técnico de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo, no se espera que el precio de la soya caiga en los próximos meses. La situación del maíz es distinta. Vicente Gutiérrez, presidente de los Productores de Maíz y Sorgo explica que están con todo listo para sembrar, pero que no ha llovido. Este año se plantaron 150.000 hectáreas de maíz, pero si no hay buenas lluvias (por lo menos 60 milímetros) hasta el 30 de noviembre, por lo menos 30.000 de estas hectáreas migrarán a soya.
Algo parecido sucede con el arroz. Necesitan mínimo 50 milímetros de lluvia (que pueden caer en media hora) para terminar de sembrar, pero no caen. Los que aprovecharon las pequeñas lluvias de las pasadas semanas ya se han visto afectados por la sequía. Según Remberto González, del Consejo Nacional de Arroceros, sólo se logrará cubrir el 80% de la demanda nacional.
Eduardo Wills, de la Federación de Lecheros, recuerda que es importante tener granos a buen precio para garantizar la producción, pero esta situación afecta aún más a los avicultores. Mario Justiniano, presidente de la Asociación Departamental de Avicultores, explica que la baja producción de maíz del año pasado y los altos precios de la soya los sigue afectando. Incluso sólo han podido importar 2.000 de las 20.000 toneladas de maíz que pretendían traer desde Argentina. La demanda boliviana ha hecho subir el grano en el país vecino, por lo que considera que el pollo llegará a los Bs 16 y no bajará de ahí por lo menos hasta abril del próximo año.
Ronald Peñarrieta, gerente de la Cámara Agropecuaria del Oriente, dice que es poco probable que vuelva a sembrar caña de azúcar. Pese a que no ha llovido luego del corte de la caña, recuerda que son cultivos que se cambian cada cinco años, por lo que, en el peor de los casos, la superficie sembrada disminuirá entre 3.000 y 5.000 hectáreas.
Los ganaderos benianos están preocupados. Aunque aseguran que harán todo lo posible por mantener la provisión, las inundaciones y sequías soportadas los tienen con pocos vientres y les cuesta reponer los novillos que han sido faenados.
Algunos sectores
Soya
Recuperará superficie
Según Guillermo Aguanta, hasta enero habrá sembradas entre 720.000 y 750.000 hectáreas de soya en los campos principalmente cruceños (norte y este). Con ello se subirá alrededor de 100.000 hectáreas la siembra del año pasado, que se quedó en 635.000 hectáreas por inundaciones y sequías. Con el precio de la soya entre $us 400 y 410 y con tendencia a la alza, todo indica que será un buen año. El Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología considera que no habrá inundaciones en Santa Cruz. Estas se concentrarán en Beni.
Ganadería
Faltan vientres
Carmelo Arteaga, gerente de la Confederación de Ganaderos de Bolivia, explica que faltan vientres para reponer los novillos que han sido faenados. La situación en Beni es apremiante, ya que las inundaciones se llevaron las alambradas, la sequía acabó con los pastos y el fuego quemó lo que quedaba y afectó la infraestructura. Han pedido que la Empresa de Ayuda a la Provisión de Alimentos ingrese a la ganadería y que les provea insumos a crédito. No habrá carne a bajos precios para lo que resta del año y en 2011.
Avicultura
No habrá buenos precios
De diciembre a abril será muy complicado encontrar pollo a menos de Bs 16 el kilogramo. El problema de los avicultores es el alto precio de la soya y la carencia de maíz. No han podido importar todo el grano que pretendían en Argentina y la cosecha boliviana sólo se levantará en abril. El 70% del costo de la producción es alimentación para los pollos, por lo que Mario Justiniano, presidente de la Asociación Departamental de Avicultores considera que dificilmente habrá pollo a bajos precios. Han pedido al Gobierno un fondo para comprar soya.
Arroz
No cubrirán la demanda
Remberto González, representante del Consejo Nacional del Arroz asegura que la falta de lluvia ya ha afectado entre el 20% y el 30% de la superficie cultivada para el próximo año. Señala que el arroz necesita agua y como no ha llovido, las plantas se han secado y habrá una merma de producción. Él ya lo ha experimentado en su campo, donde hay parcelas que han perdido hasta el 30% de lo sembrado. La mayor demanda del sector es la ayuda del Gobierno es agua para construir sistemas de riego que mejore la producción.
Maíz
Contando las gotas
El ultimátum está dado: según Vicente Gutiérrez, presidente de los Productores de Maíz y Sorgo, si no llueve hasta el 30 de noviembre, un cuarto de la producción de maíz se pasará a soya. Después de este término ya no será negocio producir el grano. La soya se puede sembrar hasta fines de enero. De todas formas, los campesinos ya han preparado los campos y están esperando a que llueva para comenzar a sembrar. El quintal este año alcanzó buen precio y eso podría alentar a nuevos productores a incursionar en este sector.
Industriales
Se reducirá la siembra
Ronald Peñarrieta, responsable de planificación de la Cámara Agropecuaria del Oriente, señala que la superficie total sembrada bajará y que no se llegará a las 2 millones de hectárea. Considera que la caña de azúcar no se verá tan afectada, pese a que en los últimos años la producción de ajonjolí le ha ganado terreno, por los buenos precios internacionales. Si llueve bien hasta mediados de diciembre, la situación del agro no será tan mala, aunque hay varios cultivos de los considerados industriales que ya están demorados.
Santa Cruz hegemoniza los alimentos
Bolivia tiene 1,68 millones de hectáreas de suelos arables sin restricción. De ellos, el 82,8% se encuentran en Santa Cruz. También 28,68 millones de hectáreas arables con restricción, de las cuales la mitad se encuentra en el departamento oriental. A esto se suma un tercio de las tierras aptas para la agricultura.
Con ello, según el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario han convertido a Santa Cruz en hegemónico en la producción de alimentos.
El departamento más grande del país concentra el 80% de la producción agraria y va camino a convertirse en el líder nacional en la crianza de pollo y bovinos. La razón es muy simple. Alrededor de la ciudad se han instalado granjas de cría intensiva que aprovechan la provisión de granos para convertirlos en proteína animal.
Esto ha provocado saltos genéticos importantes en la última década en el sector pecuario y la adopción de métodos de producción más eficientes y salubres en los sectores avícola y porcino.